El tequeño: un bocado que domina paladares mundiales

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Gabriela Rojas

Hay dos cosas que gozan de absoluta coincidencia acerca del tequeño: una, que lleva el gentilicio de la ciudad en la que fue creado -Los Teques- y dos, que es imposible comer solo uno. 

Los tequeños, ese envidiable pasapalo que consiste en una masa crujiente que envuelve una porción de queso llanero, es una invención criolla que ha puesto a Venezuela en el mapa mundial de la gastronomía, y que viajó junto a la nostalgia de la diáspora de migrantes que hacen vida alrededor del mundo. 

Las versiones sobre su origen apuntan a que el tequeño pudo haberlo inventado alguna empleada de hogares pudientes, que aprovechaba la masa sobrante y envolvía un pedazo de queso para freírlo como aperitivo. 

La historia más consolidada sobre de dónde proviene es la que cuenta que en la década de los años 20, la hermana mayor de la familia Báez, Josefina quien para ese entonces tenía 15 años, hizo un enrollado de masa y queso y lo servía en las reuniones como pasapalo. 

Lo que sabemos es que el tequeño tiene una identidad inequívoca: no es un palito de queso cualquiera, ni son dedos de mozarella. Su consistencia y sabor lo han hecho un pasapalo con nombre propio. 

Para los años 60, este pasapalo se había popularizado tanto, especialmente en Caracas, que cuando llegaban a la capital los vendedores que lo traían de Los Teques a través del tren de El Encanto, la gente decía: ¡Por fin, llegaron los tequeños! Se referían a las personas, pero después por añadidura al producto que los hacía tan populares.

Crédito Cámara de Caracas

Crédito Cámara de Caracas

Esa fama radicaba en varios elementos: son sencillos de preparar, la presentación es un bocado pequeño y compacto, pueden tener diferentes rellenos -los que más se han popularizado son los de chocolate y la combinación queso con guayaba, aunque el de queso no tenga comparación, y además es un símbolo de la nostalgia.

Una investigación realizada por la Universidad Central en Bogotá, Colombia, denominada La ruta del tequeño. Identificación e integración de los migrantes venezolanos en Bogotá a través de los espacios de consumo, desarrollada en el año 2020, determinó de qué manera la migración venezolana en Colombia estaba marcando patrones de consumo que permitían entender las relaciones construidas por los migrantes en y con la ciudad de Bogotá.

La investigación académica reflejaba: “La nostalgia adquiere una función estratégica en el consumo desarrollado por los migrantes venezolanos en Bogotá y marca la importancia que tiene la comida como movilizadora de identidad, como posibilidad de diferenciación y como escenario para mantener ciertas prácticas que se desarrollaban en el contexto de origen”. 

“El consumo nostálgico es un disparador de emprendimientos y un punto de partida para la construcción de redes sociales. En la Bogotá de los migrantes venezolanos es un proceso que apenas empieza y que en el futuro puede significar una transformación cultural y un desarrollo económico para la ciudad, lo cual, gracias a las dinámicas transnacionales, puede tener un impacto en las dos naciones”, señala la investigación.

Más allá de ser una delicia, el tequeño se ha vuelto una vía rentable de exportar la nostalgia de la migración hacia otros continentes. Solo en 2020, un estudio realizado en España hecho por la plataforma Just Eat muestra que en el rubro de comida a domicilio, la gastronomía venezolana había crecido 28% en comparación con el año anterior. 

Y uno de esos protagonistas, además de las arepas, son los tequeños que entre bocado y bocado es una de las ideas venezolanas más populares que haya salido de nuestra sazón.

FICHA TÉCNICA 
IDEA: Tequeño
AUTORA: Versiones indican que pudo haber sido Josefina, la hermana mayor de las Báez, una familia que vivía en Los Teques, capital del estado Miranda. Otras versiones apuntan que pudo ser la invención de empleadas y cocineras que usaban los restantes de la masa para envolver el queso y freír como aperitivo
ÁREA: Gastronomía
FECHA: Década de 1920, siglo XX