Las dos décadas pérdidas: el petróleo que no se sembró
“Venezuela ya no es un país petrolero, sino un país con petróleo”. La frase, que en los últimos dos años ha sido mencionada por analistas económicos, busca dar respuesta a los resultados que la industria muestra al término de dos décadas de gobierno chavista: caída de la producción, bajos ingresos e inversiones, deterioro de la infraestructura, menos activos, alto endeudamiento, perdida de personal calificado, corrupción y una constante contaminación en tierra, mar y aire.
En consecuencia, la precaria situación de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) arrastró a todo un país que depende en 95% de la producción de crudo, lo cual se refleja en una recesión que cumplió seis años, en una economía que se ha empequeñecido al perder 75% de su tamaño y que coloca a la nación como la más pobre de América Latina, luego de Haití.
La llamada “soberanía petrolera” impuesta por Hugo Chávez durante su mandato que comenzó en 1999 y que continuó en la gestión de Nicolás Maduro (al menos en su primer gobierno), estuvo enmarcada en un plan que sacó prácticamente del negocio al sector privado, pero también contaba con una alta carga ideológica que hizo más daño que bien.
“Con el nuevo siglo ocurre en Venezuela un cambio radical en la estructura política. El mismo tiene implicaciones igualmente radicales para la industria petrolera”, sostiene Ernesto Fronjosa Lasalle, profesor de la Universidad Metropolitana y exgerente de Pdvsa.
Destaca que al asumir Chávez la presidencia se inició una nueva etapa histórica, en donde tuvo lugar un cambio sustancial con el objetivo de consolidar su personal como líder de una revolución socialista. El resultado final fue un proceso involutivo de desinstitucionalización y de falta de coordinación de las políticas públicas.
“A través de un proceso de centralización absoluta, se deja atrás la misión fundamental de la industria y ésta llega a convertirse en instrumento político. Un aspecto particularmente perverso de este enfoque, tiene que ver con el hecho de que, siendo el negocio petrolero generador de altos ingresos, su control político absoluto podría convertirlo en una especie de ´caja chica´ del gobierno”, afirma Fronjosa Lasalle.
El analista petrolero Rafael Quiroz Serrano coincide en que la llegada de Chávez no solo marcó un viraje, sino que también significó un quiebre para lo cual la propia Pdvsa ni la economía venezolana estaban preparados.
“Ese giro no estaba alineado con los objetivos y la filosofía que dio origen a Petróleos de Venezuela en 1976, lo que trastocó y sorprendió a la industria. Sufrió cierta metamorfosis y tuvo que acoplarse a esas nuevas exigencias envueltas en una ideología que promulgaba que debía ser propiedad única del Estado, pero con cierta tergiversación”, afirma.
Roja, rojita
La mayor promesa incumplida del chavismo fue sin duda la de 'defender la soberanía por encima de todo y diversificar la economía'. Tres planes para Pdvsa se presentaron en estas dos décadas y hoy queda en evidencia que los objetivos “no fueron logrados”, tal y como dijo el teniente coronel Chávez cuando lideró la intentona golpista en 1992.
“A partir del 2005, Pdvsa comienza la formulación de 'planes de negocios', 'planes de la patria' y 'siembra petrolera', cada uno más fantasioso que el otro y todos programando metas contradictorias con la política oficial formal”
En 2005 se presentó el Plan Siembra Petrolera, en el que se estableció que “Pdvsa es la base fundamental para la diversificación de la economía, orientada a convertir a Venezuela en el principal proveedor de crudos pesados a nivel mundial y de gas en la región, con una visión socialista y responsabilidad ambiental”.
Nada más lejos de la verdad. Hoy, Venezuela pasó a estar entre los cinco países de la OPEP que producen menos y ha sido superado por otras naciones productoras como Colombia. El gas natural se pierde con la quema de 2.700 millones de pies cúbicos diarios de gas. Mientras que son constantes los accidentes operativos en la industria al punto de ocurrir cientos de derrames que han llegado a parques nacionales, campos de cultivo y hasta en ciudades.
En 2007 se implementó el plan Plena Soberanía Petrolera, con el que se decretó el fin de la apertura dada en 1992 que dio cabida a los privados. Con esa estrategia ideada por Chávez junto al exministro y expresidente de Pdvsa, Rafael Ramírez, el Estado se abrogó la mayoría accionaria en todas las empresas mixtas y renacionalizó la Faja Petrolífera del Orinoco. Se apostó también a que la producción llegaría a 6 millones de barriles diarios (b/d).
El resultado se refleja en una industria más pequeña con la venta de refinerías y otros activos en el exterior, con una menor calidad de los servicios conexos como transporte terrestre y fluvial, un número menor de estaciones de combustible y con una baja inversión del Estado en los proyectos conjuntos de la Faja, adonde dirigió todo su esfuerzo. Pero también en un período de 10 años, la estatal se endeudó más que nunca, al emitir miles de millones de dólares en bonos, usados para una política cambiaria que derivó en fracaso al no detener la devaluación del bolívar.
Venezuela producía 3,4 millones de b/d cuando Chávez llegó al poder y unos 2,6 millones de b/d cuando Maduro asume la presidencia; para el momento de las sanciones petroleras de Estados Unidos en enero de 2019, Pdvsa producía 1,3 millones de b/d. Al perder el mercado norteamericano al cual le exportaba unos 500 mil b/d y tras el deterioro de su infraestructura, el país llegó a producir un mínimo de 350 mil b/d en 2020.
Desde ese entonces se ha estabilizado en unos 500 mil b/d en 2021, gracias a sus envíos a los gobiernos aliados de China, Rusia e Irak que han ayudado a hacer las transferencias de crudo en alta mar para ser vendido a otros países asiáticos y así sortear las sanciones. Pero ello a cambio de cargas de gasolina que Pdvsa no puede suministrar a la economía ni a la población.
En 2016 con Maduro se dio inicio al Plan Estratégico Socialista de Pdvsa 2016-2026, el cual establece como objetivo “transformar a Pdvsa para que Venezuela trascienda de ser un país exportador de materia prima hacia un país potencia, industrializado, con una sólida estrategia de seguridad energética y soberanía tecnológica, donde el desarrollo territorial y la suprema suma de felicidad del pueblo venezolano sean la meta”.
Hoy, en 2021, un 93% de la población es pobre, de acuerdo con las cifras de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), mientras aumentan las protestas para exigir la mejora de los servicios de salud, agua, electricidad, transporte, gas doméstico y gasolina, en tanto que el cierre de industrias y empresas continúa, lo que se revela en la caída de la participación del sector privado en el Producto Interno Bruto al pasar de 65% en 2000 a 10% en 2021 (según datos de Conindustria) y con la consecuente pérdida del empleo.
Las décadas perdidas
Todo ello se dio en una Venezuela que durante una buena parte de su historia moderna era un típico petroestado, donde los ingresos en divisas fueron utilizados para mantener el clásico esquema “rentista”, y que poco se dirigió para financiar actividades que permitieran diversificar la economía. Con esos recursos se ejecutaron políticas populistas, que se multiplicaron durante el chavismo cuando disfrutó de los más altos ingresos petroleros de la historia económica venezolana al recibir 1 billón de dólares en 10 años.
Ese boom petrolero que para muchos analistas no volverá, es considerado una oportunidad perdida.
“No dejaremos de ser petroleros y de obtener beneficios de esa industria. Lo seremos siempre, dada la existencia en nuestro subsuelo de unos recursos que no tienen posibilidad de ser extinguidos ni en el más lejano futuro”, recalca el economista Carlos Mendoza Potellá.
Pero agrega que tal como lo reflejan las estadísticas, se evidencia la desaparición de la renta petrolera, por lo cual la industria ha dejado de ser, y nunca más volverá a ser, “la palanca o muleta que sostendrá a una economía parasitaria”, incapaz de valerse por sí misma.
Las decisiones políticas sobre la industria afectaron su desempeño. Los logros obtenidos por la Pdvsa antes de 1999 fueron desechados por Chávez, como la internacionalización de la industria con activos en Europa, EEUU, en varios países de América Latina y el Caribe; la orimulsión desarrollada por Intevep (filial científica y técnica de Pdvsa) se encaminaba a ser un combustible alternativo para usos industriales y una fuente extra de divisas; la especialización de los trabajadores petroleros, entre otros.
Quiroz sostiene que la política petrolera de Chávez nunca estuvo conectada con lo que debería ser un programa macroeconómico para el crecimiento de la economía y para que fuera menos dependiente de los petrodólares.
Señala que las bonanzas petroleras tuvieron un impacto negativo, tomando en cuenta que el país no ha dado con el sector de la economía que pueda garantizar una emancipación del petróleo.
Quiroz no cree que suceda un nuevo boom petrolero, porque los países están desarrollando energías alternas a los combustibles y esto toma a Venezuela en las peores condiciones. Recalca además que no es cierto que la nación tiene el primer reservorio petrolero del mundo, porque ya existen otros como los que se han encontrado en EEUU.
“Tenemos las mayores de reservas de crudo extrapesado y este es difícil de vender porque debe ser procesado o mejorado, lo cual resulta costoso. La orimulsión era una alternativa para usar y exportar crudo extrapesado, pero se desechó”, dice.
Por otra parte, con la incorporación de nuevas funciones para Pdvsa y acuerdos con los cuales Venezuela no recibiría divisas cash, los petrodólares fueron disminuyendo, lo que generó una fragilidad financiera en la estatal que contagió automáticamente al país. “Si no había dólares en caja de Pdvsa, tampoco habría para la deuda de la República ni para las importaciones públicas y privadas. Es lo que ocurrió entre 2013 hasta ahora y no se detendrá, a menos que haya un vuelco total en 180 grados no solo de la política económica sino de la economía política”, recalca Cedice en un informe.
“Hubo dos momentos en los que pudimos lograr la emancipación del crudo: en la primera bonanza petrolera entre 1974 y 1979; o durante la bonanza más grande y larga entre 2008 y 2014. Con la diferencia de que en la primera la nación se industrializó, se construyeron miles de kilómetros de carreteras, se crearon cientos de aeropuertos, hospitales, escuelas y universidades por doquier”
Se recuerda además en el documento de Cedice que el flujo de caja de Pdvsa debió ser financiado por el Banco Central de Venezuela a través de la emisión de dinero, por lo que este auxilio financiero costó que la economía mostrara un inédito proceso de hiperinflación.
Por último, Quiroz Serrano ratifica dos elementos determinantes con los cuales hoy se evidencia el fracaso de la política petrolera del chavismo: primero, “lo hicieron con mucha torpeza y con un conocimiento muy primitivo” sobre cómo manejar el petróleo; y segundo, partieron de una falsa premisa de que los precios del crudo no tendrían retroceso y que estarían en un auge donde el limite sería el cielo. No estudiaron algo elemental en la economía petrolera y es que los precios son volátiles. Y si algún mercado es inestable e impredecible, es el petróleo.
“La economía venezolana no estaba preparada para enfrentar un posible colapso de la industria petrolera, nunca nos preparamos para ello. Estuvimos hablando de ello desde que el primer economista que tuvo el país, que fue Alberto Adriani, y Arturo Uslar Pietri esbozaron la tesis de la siembra del petróleo”.