Es una mañana de mayo de 2025 y, en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, la academia se prepara para rendir un homenaje a José Gregorio Hernández, cuya canonización acaba de ser anunciada por el hoy fallecido papa Francisco, la máxima autoridad de la Iglesia católica.

Allí, en las escalinatas centrales del auditorio conocido por sus nubes de Alexander Calder, se desplegaron ese día un par de filas de jóvenes trajeados con batas blancas. Son los estudiantes de Medicina que también rinden honor al primer santo venezolano que, tal como lo serán ellos, fue un médico, pero también un científico consumado, investigador y pionero en la introducción de nuevas técnicas médicas y científicas en Venezuela.

Precisamente en esa combinación entre ciencia y fe se sitúan los tres capítulos de este podcast que cuenta las historias de tres médicos venezolanos que hablan de los milagros de Hernández, pero también de cómo su vida les ha servido de inspiración para obrar en favor de quienes más lo necesitan.

Al mismo tiempo, estos episodios abordan cómo estos médicos trabajan pese a la difícil situación de la salud en sus regiones (Lara, Apure y Caracas), donde los insumos, equipos, reactivos y las medicinas escasean como en el resto del país. También comentan cómo sanarse en un territorio que atraviesa una emergencia humanitaria compleja y que necesita, más aún, de los milagros del llamado “médico de los pobres”.

En 2019, el médico José Gregorio Vicari murió durante 18 minutos. Un paro cardiorrespiratorio, causado por un infarto al miocardio agudo y arritmias ventriculares, lo dejó sin aliento. Sus colegas lucharon por traerlo de vuelta. Pero Vicari está convencido de que otra fuerza más profunda lo sostuvo: la voz serena del primer santo venezolano

Zulay Lugo es una pediatra y otorrinolaringóloga infantil incansable que trabaja en Caracas y dirige una clínica y una fundación en su natal Apure, para llevar atención médica a quienes más lo necesitan en uno de los estados más pobres de Venezuela. Su labor, confiesa, está inspirada en su devoción a José Gregorio Hernández.

María Teodora González tenía 74 años cuando, a raíz de una intervención por una caída, los médicos que la trataban descubrieron que tenía un osteosarcoma que se había expandido por su cuerpo. Pero una noche, mientras estaba en el Hospital Pastor Oropeza de Barquisimeto, José Gregorio Hernández la sanó. Su nieta, Mirla Castro, médica radioterapeuta, recuerda esta historia que cambió su visión sobre la medicina y la fe.

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