Desde 2004, las construcciones están prohibidas
en el parque nacional porque desde ese entonces está al límite
de su capacidad de carga. Pero en los últimos años se han levantado nuevas edificaciones con la venia de la administración de Nicolás Maduro
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Aunque existe un marco legal que protege al Archipiélago, estos desarrollos turísticos lo han ignorado y ponen en riesgo fauna y flora en mar y tierra
Por Lorena Meléndez G, Nadeska Noriega, María Josefa Maya
El avión que va de Maiquetía hasta Los Roques surca azules desde que comienza a elevarse. Ya cuando se bordea el parque nacional, la belleza sucede. Una barrera de arrecifes contiene un juego de verdes y turquesas con límites que se desdibujan. Islotes emergen para dar respiros de arena blanca al mar. Piscinas naturales se asoman como ojos aguamarina en medio de figuras de coral. Pero toda la majestuosidad de este paraíso tropical se interrumpe con el último pecado original: construcciones de cemento y bloques, al lado de una laguna de agua turbia y restos de manglar, dan la bienvenida al turista antes de que aterrice.
–¿Y eso?
–Ah, sí. Esas son las nuevas casas que están construyendo. Quién sabe de quién serán…
El diálogo ocurrió entre dos viajeros que miraban por la ventanilla de una de las últimas aeronaves que voló al Parque Nacional Archipiélago de Los Roques antes de que la pandemia decretara el confinamiento en Venezuela. No fueron los únicos. Otros cuestionaron el porqué había construcciones tan cerca del lugar en donde aterrizan. La ubicación de las edificaciones impacta: están al lado de la pista del aeropuerto, justo donde el avión gira para acercarse a la torre de control y permitir el descenso de los pasajeros. Para muchos turistas, esas casas son lo primero que ven cuando tocan tierra.
Visitar Los Roques en los noventa o incluso en la primera década de este siglo era llegar a un espacio prístino, donde las intervenciones del concreto habían sido mínimas y la naturaleza ganaba en todo terreno. Las construcciones que se habían mantenido y modificado estaban dentro del área poblada de la isla de El Gran Roque.
“Por su carácter de Parque Nacional la construcción en Los Roques está limitada. La estructura del aeropuerto se reduce a una pequeña zona de espera y la pista de aterrizaje; mientras que las edificaciones hoteleras son inexistentes. Aquí los turistas se albergan en posadas - las hay de lujo más modestas- pensiones, o dormir en las embarcaciones”, se lee en un extracto del libro “Los Roques desde el aire, la arena y el agua”, de Federico Cabello Álvarez.
Aquel pueblo de pescadores con casas privadas en algunos cayos comenzó a cambiar tras ser declarado parque nacional y luego de que se permitiera la apertura de hospedajes. Ya en la década de los noventa, arribaron al archipiélago decenas de inmigrantes italianos que compraron las viviendas de los pescadores para remozarlas y convertirlas en posadas y pensiones, en donde durante años atendieron a sus compatriotas, el conglomerado extranjero que más visitaba el lugar. Eran tantos que, en la escuela local, daban clases de italiano a los niños, afirmó una fuente de la zona. Esas nuevas edificaciones respetaron el espacio de la ranchería adquirida y se mantuvieron con una sola planta. En las calles permaneció la tranquilidad y las noches apacibles para viajeros que buscaban relajarse en un espacio de naturaleza sin estridencias.
Pero ese panorama se trastocó nuevamente con los nuevos capitales que llegaron hace más de un lustro. Pequeñas posadas se agrandaron al comprar otras propiedades, mientras que otras construyeron terrazas que son, en realidad, segundas plantas. Se abrieron discotecas y más restaurantes. Hoy, una caminata nocturna implica escuchar música a un volumen estruendoso. Y aunque las vías siguen siendo de arena, el ambiente no es el mismo.
“Lo que pasa es que ahora ya no hay posadas, sino empresas”, explicó una fuente en el parque nacional. “Con la caída del turismo, hoy se hace en un mes lo que antes se hacía en un día y por eso todo está a la venta. Nadie se quiere quedar aquí porque es muy difícil mantenerse. Entonces, en lugar de vender una posada al precio real, terminan vendiendo la propiedad por 30 o 40% de su verdadero valor”, concluyó.
Al primer parque nacional marino creado en Venezuela lo amenaza el concreto que levantan capitales privados provenientes de empresas beneficiadas con concesiones, contrataciones y permisos a lo largo de la permanencia del chavismo en el poder. Se trata de una intervención que pone en riesgo al arrecife más importante de todo el Caribe Sur y a uno de los cinco humedales del país protegido por la Convención de Ramsar desde 1996. Los expertos coinciden en que modificar apenas una pequeña porción de territorio afectará el perfecto equilibrio que se ha mantenido durante siglos entre los principales elementos que lo componen: manglares, corales y praderas de Thalassia, que a su vez son hábitat y fuente de alimentación de cientos de especies de peces, tortugas, crustáceos, moluscos, mamíferos y aves que hacen vida en el archipiélago.
Este daño de concreto es consecuencia de una serie de cambios que se han registrado desde hace varios años en el parque nacional, los cuales han perseguido cambiarle la faz a esta área protegida y abrirle la puerta, por un lado, a un turismo masivo y, por otro, a la nueva elite económica y chavista que busca satisfacer sus exigencias de exclusividad, privacidad y lujo al precio que sea.
Las transformaciones se perciben física y visualmente, desde la apertura de un nuevo aeropuerto –que de ser una pequeña choza de techo de palma pasó a ser un edificio de bloques y ventanas panorámicas– hasta las nuevas casas que se construyen en los cayos. Pero también se detectan en los nuevos señoríos, representados por los propietarios de los nuevos complejos y posadas, y en las formas en las que se maneja el poder, que desde hace una década ha estado casi siempre en manos de militares. Mientras, los roqueños padecen las ineficiencias de los servicios públicos como nunca antes, a pesar de que se anunciaron ambiciosos proyectos de mejora que jamás se concretaron y que hoy son elefantes blancos.
PELIGRO
En 2019, la Sociedad Venezolana de Ecología (SVE) publicó un extenso documento sobre las construcciones en el que confirmó que los trabajos impulsaron el “corte y destrucción de manglares, movimientos de arena y relleno de lagunas”.
El texto, titulado “Violaciones de disposiciones legales por construcciones zona de la cabecera noreste de pista de aterrizaje de isla Gran Roque y otros problemas ambientales del Parque Nacional Archipiélago Los Roques”, también critica la construcción de “espigones o malecones mediante rellenos con materiales sólidos arrojados al mar sin ningún estudio de impacto ambiental, ni de los posibles efectos de estos sobre los patrones de corrientes y de sedimentación de esta zona de la isla Gran Roque”. Efectivamente, en este espacio se levantaron varias especies de muelles con piedras que, según los lugareños, fueron extraídas de los cerros del islote.
“Justamente la falta de transparencia es lo que motiva las dudas sobre cómo se están haciendo estas construcciones. Y ahí uno puede imaginarse las consecuencias”, señala Alejandro Luy, biólogo y gerente general de la Fundación Tierra Viva.
Para Luy, si el turismo no se maneja de manera adecuada y con regulaciones puede dar lugar a un turismo masivo que no le convendría a un parque con un ecosistema tan vulnerable. Un incremento en el número de viajeros podría atentar contra las capacidades de carga del archipiélago y así los viajeros generarían más desechos y harían un uso excesivo de servicios públicos que pondrían en riesgo la calidad de los mismos.
Ese turismo masivo, continúa el biólogo, también podría atentar contra la preservación de espacios que están reservados para la anidación de tortugas marinas o incluso provocar una mayor luminosidad, proveniente de las fuentes de luz de las construcciones, que afectaría el desplazamiento tanto de estas especies como de aves marinas que podrían desorientarse.
Ya el peligro del desborde del turismo lo había advertido un estudio conjunto de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la Universidad Simón Bolívar, cuando en 2003 llegaron a la conclusión de que el parque ya estaba saturado y no se debían permitir más construcciones de ningún tipo. A raíz de las recomendaciones de ambas instituciones, el 14 de abril de 2004 el gobierno ordenó a través de un decreto publicado en la Gaceta Oficial 37.917, firmado por la entonces ministra de Ambiente Ana Elisa Osorio, la suspensión de concesiones de actividades comerciales, recreacionales, turísticas, y de servicios. La duración de este decreto se fue renovando hasta la Gaceta Oficial 39.887 del 20 de marzo de 2012, cuando se estableció que el decreto tendría vigencia por dos años más, es decir, hasta el 15 de abril de 2014. Desde entonces no se ha hecho oficial ninguna otra actualización del decreto.
El hecho de que el parque haya alcanzado hace rato su máxima capacidad de carga y que, además, no cuente con el mantenimiento adecuado de sus fuentes de energía y recursos, ha decantado en el colapso de sus servicios públicos, lo que abona todavía más en el impacto que estos producen en el ambiente. La basura, que debería ser transportada a tierra firme, solo se colecta y se quema en El Gran Roque; las aguas servidas se vierten en una “laguna de oxidación” que con frecuencia se desborda y hace que los líquidos terminen en el mar; la electricidad depende de plantas que ofrecen un suministro muy irregular y que, en varias temporadas, han obligado a los lugareños a estar varias horas al día sin luz, pese a que en 2015 se instalaron una serie de paneles solares que abastecerían a unas 400 viviendas y nunca entraron en funcionamiento; el agua dulce llega a través de una pequeña desalinizadora, mientras que en un viejo container permanece una planta gigante, que los roqueños apodaron como “la millonaria”, que nunca se armó; y la crisis del combustible mantiene a los lancheros dependiendo de la reventa ilegal de gasolina y de los cupos semanales para adquirir unos cuantos litros a precios subsidiados.
ARCHIPIÉLAGO
SIN LEY
La protección de los parques nacionales tiene todo un marco legal que comienza por la Carta Magna, recuerda Zoila Martínez, líder de Gestión de la Biodiversidad de la organización ambientalista internacional Vitalis. Señala que dentro de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), el artículo 127 especifica que “el Estado venezolano debe garantizar un ambiente seguro, sano y ecológicamente equilibrado”.
Artículo 127. Es un derecho y un deber de cada generación proteger y mantener el ambiente en beneficio de sí misma y del mundo futuro. Toda persona tiene derecho individual y colectivamente a disfrutar de una vida y de un ambiente seguro, sano y ecológicamente equilibrado. El Estado protegerá el ambiente, la diversidad biológica, los recursos genéticos, los procesos ecológicos, los parques nacionales y monumentos naturales y demás áreas de especial importancia ecológica. El genoma de los seres vivos no podrá ser patentado, y la ley que se refiera a los principios bioéticos regulará la materia. Es una obligación fundamental del Estado, con la activa participación de la sociedad, garantizar que la población se desenvuelva en un ambiente libre de contaminación, en donde el aire, el agua, los suelos, las costas, el clima, la capa de ozono, las especies vivas, sean especialmente protegidos, de conformidad con la ley.
La también bióloga refiere el artículo 129 de la Carta Magna, en el que se exige la realización de estudios de impacto ambiental y socio cultural ante cualquier actividad humana.
Artículo 129. Todas las actividades susceptibles de generar daños a los ecosistemas deben ser previamente acompañadas de estudios de impacto ambiental y socio cultural. El Estado impedirá la entrada al país de desechos tóxicos y peligrosos, así como la fabricación y uso de armas nucleares, químicas y biológicas. Una ley especial regulará el uso, manejo, transporte y almacenamiento de las sustancias tóxicas y peligrosas. En los contratos que la República celebre con personas naturales o jurídicas, nacionales o extranjeras, o en los permisos que se otorguen, que afecten los recursos naturales, se considerará incluida aun cuando no estuviera expresa, la obligación de conservar el equilibrio ecológico, de permitir el acceso a la tecnología y la transferencia de la misma en condiciones mutuamente convenidas y de restablecer el ambiente a su estado natural si éste resultara alterado, en los términos que fije la ley.
“Este artículo causó una cierta controversia, incluso dentro del antiguo Ministerio del Ambiente, porque cualquier actividad humana puede ser la construcción de una casa o la práctica de la minería. Pero aquí estamos hablando de parques nacionales, que no son un capricho de los ambientalistas o biólogos, sino que son zonas que deben protegerse porque tienen unos ecosistemas muy susceptibles, como son los manglares y los corales en Los Roques. Además, esa es una zona de anidación de especies de tortugas marinas que se encuentran en peligro de extinción, destacando la tortuga verde (Chelonia Mydas)”, apunta Martínez.
La bióloga insiste en que las edificaciones también violan el Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso (PORU) del Parque Nacional Archipiélago de Los Roques, publicado en 1991, que regula cualquier tipo de actividades públicas y privadas que se ejecutan en este territorio y que subraya la necesidad de que se proteja debido a su origen coralino, su diversidad biológica y todos los ecosistemas que allí conviven.
En ese marco jurídico lo que no existe, lamenta Martínez, es una normativa que permita que este tipo de estudios sea conocido por el colectivo.
“No sabemos si hay estudios de impacto ambiental de lo que se está haciendo en Los Roques ni cómo estas construcciones, que también están violando el PORU, han sido permitidas”, concluye la bióloga, quien explica que estos documentos deberían contener, además de la descripción geográfica del suelo, la biodiversidad y la identificación de los ecosistemas vulnerables sensibles a cualquier tipo de intervención, cómo será la afectación de la edificación y cuáles serán las medidas de mitigación para evitar o disminuir el daño. En la parte socio cultural, resalta, también debe indicar cómo incidirá en los servicios públicos. “Eso se tiene que prever en cualquier tipo de construcción, el cómo va a afectar al entorno natural y también a la población que está allí asentada”, subraya.
Otro obstáculo para la transparencia, apunta Martínez, es la organización político-administrativa a la que está sometido el parque nacional. Desde 2011 es parte, junto a las islas La Orchila y el archipiélago Las Aves, del Territorio Insular Miranda, cuya autoridad única es directamente nombrada por el Ejecutivo. Esta jefatura, hoy al mando del almirante Eladio Jiménez Rattia, ha sido principalmente ocupada por militares que, según los mismos pobladores de Los Roques, han aumentado el secretismo.
Pese al avance de las construcciones, todavía no se conoce su alcance y afectación porque hasta ahora ninguna institución lo ha estudiado. “Podemos considerar como daño ambiental la afectación de los componentes ambientales de una parte de la naturaleza o de un ambiente, tanto en su cantidad como en su calidad. En el caso de Los Roques, podemos inferir que hay delitos ambientales tomando en cuenta lo que se define jurídicamente como tal, además de la parte científica, porque se están violando algunos de los aspectos contenidos en el PORU”, recalcó Martínez.
Sin embargo, la especialista explicó que la ocurrencia de un delito ambiental o de un ecocidio (que sucede cuando el daño es totalmente irreversible) la determina la actuación de un fiscal ambiental, figura que en Venezuela se conoce como fiscal del Ministerio Público en Defensa Ambiental.
Si las estructuras se demuelen, tal como se hizo con numerosas construcciones cuando el archipiélago se convirtió en área protegida, el parque pudo recuperarse, dijo Martínez. Por ahora queda generar una alarma sobre estos nuevos inmuebles y los efectos que desde ya pueden haber causado, deben ser investigados por “entes de autoridad” en la materia “que no despierten ninguna duda”, apuntó Martínez.
La Alianza Rebelde Investiga solicitó información a los ministerios de Ecosocialismo y Turismo y Comercio Exterior sobre los efectos de las construcciones de Los Roques y los permisos que obtuvieron para iniciarlas, pero hasta la fecha de publicación de este trabajo no se obtuvo respuesta de ninguna institución.
PASADO Y PRESENTE
de las casas de la pista
Ni los diseños ni los materiales de las nuevas construcciones están permitidos dentro del Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso del Archipiélago Los Roques
Uno de los cuestionamientos de los expertos es por qué abrir nuevos campamentos y hoteles en Los Roques cuando ni siquiera en temporada alta se llenan las posadas que ya existen
El terreno en donde hoy se levantan las construcciones cercanas a la pista de aterrizaje del Aeropuerto del Archipiélago Los Roques no siempre estuvo baldío. En el pasado, allí se edificaron desde hoteles hasta modestas casas de playa que, para ese momento, no rompían con la armonía de la costa. Por allí también pasó la mano del Estado para intentar devolverle a la zona su rostro virginal.
“Hace años, cuando esos parques nacionales fueron declarados como áreas protegidas, se hizo un saneamiento: se eliminaron tipos de construcciones que no eran adecuadas para esas zonas, inclusive se les pagó a esos propietarios para demolerlas y dejar el sitio natural. Aquí estamos a la inversa”, rememoró Zoila Martínez, líder de Gestión de la Biodiversidad de la organización ambientalista internacional Vitalis.
Pero no se demolieron todas las viviendas. Una fuente consultada en la isla confirmó que buena parte de las casas que estaban antes de que decretaran a Los Roques como parque nacional (1972), se quedaron porque los residentes también lo hicieron. Y eso pasó con varias de las construcciones que estaban cerca de la pista. “Pero si había una casa en la zona de la pista, no puedes construir ahora una urbanización”, criticó.
Desde hace más de tres décadas, en ese espacio comenzaron a levantarse las primeras viviendas. Entre los propietarios figuraban empresarios y nombres vinculados a familias de abolengo. Allí estaba también un hotel cuyas ruinas aparecen mencionadas en el “Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano de las Dependencias Federales (2004-2008), editado por el Ministerio de la Cultura cuando Francisco “Farruco” Sesto (2010-2011) era el titular de esa cartera.
“El turista que se adentre en las adyacencias de lo que fue el antiguo aeropuerto del Gran Roque seguramente se topará con las ruinas de un antiguo hotel de grandes dimensiones, uno de los más importantes de la isla, el cual fue sede de numerosos eventos sociales que aún son recordados por los roqueños”, dice el documento.
Para llegar a las casas a pie hay que atravesar la pista de aterrizaje y esto solo puede hacerse una vez que el aeropuerto cierra, es decir, entre las 5:00 am y 7:00 am, o entre las 6:00 pm y 7:00 pm. A esas horas, la pista recibe a quienes deseen trotar o caminar, previo registro en la entrada. De este modo, la vía por la cual se contempla el ingreso de turistas y residentes del área es por mar.
Adentrarse en los terrenos de las viviendas no es sencillo. Perros vigilan y ladran cada vez que se acerca un extraño. Aunque la mayoría de los obreros entra y sale por la pista, hay un grupo que duerme en las instalaciones para cuidar las construcciones.
De acuerdo con fuentes de Los Roques, uno de los antiguos propietarios, Octavio Lara, vendió las bienhechurías del hotel a los hermanos Tadeo y Bernardo Arosio (de ATB Constructores), quienes hoy construyen una exclusiva posada de lujo: la Eco Posada Chelonia Casa de Mar, que se anuncia como un proyecto que fomenta el turismo sustentable. “Nuestra intención es convertir a turistas en ecohuespedes (sic), que nos prefieran por la protección al ecosistema y el apoyo a las comunidades de la isla”, dice la web de la empresa constructora.
De acuerdo con una investigación de Armando.info, en esa zona también está la propiedad del empresario Julio Luis Borges Riquezes, hacia uno de los extremos del terreno que solía ser arena y manglar. Otra, en la esquina opuesta, perteneció al también ejecutivo Federico Winckelmann hasta que la vendió a un par: Armando “El Pelón” Capriles.
Las nuevas edificaciones se distinguen desde los aviones, desde las montañas de El Gran Roque y también sobresalen desde la costa, cuando los turistas pasan frente a ellas para ir a uno de los cayos más visitados: Francisquí. Tienen dos plantas con techos altos, están hechas de concreto y bloques y dotadas de caminerías y muelles propios. Y aunque la pandemia detuvo durante meses el turismo en el parque, el avance de las obras no paró. Todo contraviene lo establecido en el Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso (PORU).
Todos los parques marinos del mundo son objeto de una zonificación que clasifica cada sector de acuerdo con el uso y aprovechamiento que se le dé. En Los Roques, la isla de El Gran Roque está dentro de la Zona de Recreación, que solamente permite la edificación de infraestructura rústica para el turismo, las actividades recreativas y la guarda ambiental.
La zonificación de Los Roques también presenta una división especial para El Gran Roque que se describe en el artículo 12 del PORU. A esta se refirió la Sociedad Venezolana de Ecología (SVE) en el documento que reclamó por las nuevas edificaciones y detalló que el área en controversia estaba clasificada como de “Ambiente Natural Manejado”. Los usos permitidos son casi los mismos que los de la Zona de Recreación:
Artículo 27. Dentro del Parque Nacional Archipiélago Los Roques sólo se permitirá o autorizará el desarrollo de los usos y la ejecución de las actividades conformes con la zonificación establecida en el Título II, Capítulo V de este Decreto y sujetos a las condiciones que a continuación se indican y a las especificaciones que se establezcan en la correspondiente autorización o aprobación, según sea el caso. La zonificación establecida en el Plan se desarrollará dentro de las condiciones que aquí se señalan mediante la ejecución de las siguientes actividades:
III. ZONA DE AMBIENTE NATURAL MANEJADO (ANM). Se podrá aprobar o autorizar: d) La construcción de infraestructura rústica necesaria para la ejecución de las actividades de recreación, educación y guardería ambiental, tales como: refugios, miradores, muelles, comedores campestres, sanitarios, campamentos y obras similares.
IV ZONA DE RECREACIÓN (R). Se podrá aprobar o autorizar: b) La construcción de infraestructura rústica necesarias para la ejecución de las actividades de recreación, turismo y guardería ambiental, tales como: centros de visitantes, refugios, miradores, áreas de picnic, muelles, cafetines, restaurantes, sanitarios, campamentos turísticos, puestos de guardaparques y obras similares.
Más adelante, el 28 fija los lineamientos que rigen las infraestructuras: que se acojan a la tradición; usen materiales, dimensiones y formas propias de la zona; vanos verticales y techos inclinado; continuidad en las fachadas y dotadas de sistemas de recolección de aguas de lluvia.
Artículo 28. Las edificaciones y construcciones que puedan ser autorizadas conforme a este Capítulo y con la debida adecuación al caso que se trate, quedarán sujetas a las siguientes condiciones:
a) Toda construcción se acogerá a la tradición y rescate de los valores arquitectónicos de los centros poblados de la costa venezolana.
b) En el diseño de toda construcción debe tomarse en cuenta las tipologías arquitectónicas y urbanas de la región costera venezolana, fundamentalmente en lo que se refiere a formas, dimensiones y materiales.
c) Las fachadas deberán ser expresar el carácter tradicional de estas edificaciones, predominando en todo momento la verticalidad de los vanos y los techos inclinados.
d) Las construcciones serán de una sola planta con altura máxima de 5.50 metros medidos desde la cumbrera al nivel de piso acabado.
e) En el conjunto urbano del Gran Roque, debe mantenerse el alinderamiento de fachadas, conservando su continuidad por ser determinante fundamental que caracteriza la morfología urbana tradicional.
f) En todas las construcciones se deberá establecer un sistema de recolección de aguas de lluvia, a través de la utilización de techos y canales para su almacenamiento en tanques subterráneos o elevados que deberán ser parte integral y armónica de la construcción.
La intención de mantener la armonía y evitar la intervención antrópica es tal que incluso establece en su artículo 6, numeral 9, que las infraestructuras de los servicios públicos produzcan el menor impacto posible, incluso el visual.
Artículo 6. La protección integral del Parque se cumplirá dentro de la política de conservación, defensa y mejoramiento del ambiente y de los recursos naturales renovables, como objetivo del más alto interés nacional y con sujeción a las siguientes directrices:
9. Diseñar las infraestructuras y organizar las actividades relacionadas con la prestación de servicios públicos esenciales, de manera que se integren y mimeticen con el ambiente, procurando no producir impacto significativo.
La SVE también resaltó que las edificaciones van en detrimento de los artículos 9 y 19 de la Ley de Zonas Costeras, que establecen que la franja de costa de 80 metros de ancho, medida desde la línea de marea más alta, es de dominio público y, por tanto, cualquier tipo de edificación está prohibida.
Artículo 9. Son del dominio público de la República, sin perjuicio de los derechos legalmente adquiridos por los particulares, todo el espacio acuático adyacente a las zonas costeras y la franja terrestre comprendida desde la línea de más alta marea hasta una distancia no menor de ochenta metros (80m), medidos perpendicularmente desde la proyección vertical de esa línea, hacia tierra, en el caso de las costas marinas. En los lagos y ríos, la franja terrestre, sobre la cual se ejerce el dominio público, la determinará la ley y la desarrollará el Plan de Ordenación y Gestión Integrada de las Zonas Costeras y en ningún caso será menor de ochenta metros (80m).
Formarán parte del dominio público de las Zonas Costeras, en los límites que se fijen en el Plan de Ordenación y Gestión Integrada de las Zonas Costeras, los ecosistemas y elementos geomorfológicos, tales como arrecifes coralinos, praderas de fanerógamas marinas, manglares, estuarios, deltas, lagunas costeras, humedales costeros, salinas, playas, dunas, restingas, acantilados, costas rocosas, ensenadas, cabos, puntas y los terrenos ganados al mar. En los lagos y ríos, los ecosistemas y elementos geomorfológicos que forman parte del dominio público de las zonas costeras, los determinará la ley y los desarrollará en el Plan de Ordenación y Gestión Integrada de las Zonas Costeras.
Artículo 19. En el dominio público de la franja terrestre de las zonas costeras queda restringido:
1. La construcción de instalaciones e infraestructuras que disminuyan el valor paisajístico de la zona.
Además de las controversiales casas de la pista, en El Gran Roque hay otra vivienda que se terminó de levantar en medio de la pandemia y que también irrespeta los cánones establecidos en el PORU. Se trata de una construcción de dos plantas situada frente a la sede de la Guardia Nacional, justo en el punto en el que terminan las cuadras que albergan las posadas turísticas y comienzan a verse los hogares humildes de los roqueños. Allí está lo que los lugareños bautizaron como “la mansión”.
En tiempos pre pandemia, llegaron a verse una decena de obreros trabajando en la construcción, a la cual arribaban los materiales a través de camiones. Aunque la vivienda no tiene residentes permanentes, vecinos comentaron que grupos de personas pasan temporadas cortas allí. El propietario, de acuerdo con fuentes de la isla, es un alto funcionario del gobierno que solía visitar también las construcciones aledañas a la pista.
EL LUJO DE PERNOCTAR
EN LOS CAYOS
La amenaza de nuevas infraestructuras no solo se circunscribe a El Gran Roque sino que a mediados de 2019 se trasladó a otros cayos luego de que Stella Lugo, quien entonces era ministra de Turismo y jefa del Gobierno Insular, organizó una rueda de negocios con inversores nacionales e internacionales para ofertar espacios para la construcción de hoteles y posadas en las islas, incluso en aquellas consideradas de interés histórico y cultural por las excavaciones arqueológicas y los hallazgos hechos allí. En el documento que circuló con la propuesta que se hacía para cada lote, se detallaba que la edificación debía levantarse “con una mínima afectación del ambiente natural circundante, en una arquitectura sencilla y de bajo impacto ambiental, (...) con materiales biodegradables y métodos constructivos eco sustentables”.
Pero ninguna de estas medidas es suficiente. Las construcciones en las costas, y más cuando son a orilla del mar, traen consecuencias devastadoras para los hábitats marinos, que van desde la extracción de recursos (peces, langostas) hasta la contaminación del mar. Así lo explicó el biólogo y doctorando en Ecología, Evolución y Biología del organismo de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (Estados Unidos), Esteban Agudo, quien advirtió que todos los sistemas ecológicos (como corales y manglares) tienen un tipping point (punto de inflexión). “Tú puedes perturbarlos una y otra vez y no pasa nada, pero una vez que llegas a este tipping point, si lo sigues perturbando, el sistema colapsa”, recalcó.
Agudo recordó que el movimiento de la arena y tala de mangle que requiere una construcción producirá una sedimentación que impacta fauna y flora marina. “Los animales que viven en arrecifes coralinos necesitan aguas claras, baja sedimentación, bajo sedimento suspendido en el agua, son supra delicados porque esos sedimentos los pueden ahogar y matar al coral que es el principal proveedor de sustrato y hábitat (...) Si además de eso le sumas contaminación por aguas negras, que son causa de “boom de algas” (crecimiento de algas), esto puede cambiar la visibilidad en el agua y competir con el coral por espacio”, resaltó el biólogo.
Una de las discusiones globales, subrayó Agudo, es cómo el calentamiento de las aguas blanquea a los arrecifes de coral y los debilita hasta matarlos. Con las construcciones en El Gran Roque y en los cayos, estos ecosistemas se enfrentan a más riesgos, se vuelven más vulnerables.
“Es limitado lo que podemos hacer contra el cambio climático porque es un problema global, pero lo que sí podemos hacer es, a los arrecifes que nos quedan, darles un mínimo de posibilidades de sobrevivencia, cuidándolos, limitando la pesca, las aguas servidas y la construcción costera. Pero mientras que en el mundo se están tomando medidas para proteger los arrecifes, ¿en Venezuela qué estamos haciendo? Desarrollando turismo masivo y sin control (...) Estamos buscando cómo devastar para ver cómo le sacamos provecho”, condenó.
El experto también cuestionó la necesidad de levantar este tipo de desarrollos en un parque donde, de acuerdo con los habitantes de El Gran Roques, ni siquiera en temporada alta llena por completo las casi 70 posadas que tiene para recibir a los viajeros. “No hablemos solamente de la construcción, sino de la idea de tener mucha más gente en Los Roques, porque eso genera un problema ambiental”, afirmó.
“Ahora te preguntas si realmente esto es necesario, si va a generar empleos y dinero para la gente local. Por la parte ambiental, es sumamente preocupante (...) ¿Quién va a ir a estos mega proyectos turísticos? Sabemos que hay gente con mucho dinero en Venezuela, pero ¿realmente esto va a representar un incremento del turismo? Yo no creo que la gente no esté yendo a Los Roques por falta de sitios donde quedarse, no creo que ese sea el problema”, destacó.
El plan presentado por el Ministerio de Turismo ofrecía terrenos en islas como Crasquí, en donde proponía tres campamentos, cada uno en un área de 30.000 metros cuadrados, con capacidades para 80, 84 y 40 huéspedes. Uno de ellos se situaría justo donde están las ruinas del antiguo Camping Cayo Crasquí que se levantó en los noventa durante la segunda presidencia de Rafael Caldera.
Aunque en el cayo no se ha levantado ninguna construcción, sí hubo cambios en algunas infraestructuras que ya existían. Según una investigación de Armando.info, el empresario José Ramón Llavaneras Kislinger compró allí un rancho a un pescador, lo agrandó y remodeló tomando más terreno del que se le había vendido. Hizo la misma operación hace años con una vivienda en uno de los Francisquises que, según fuentes en Los Roques, ya vendió a un alto personero del gobierno. También ha adquirido otras rancherías en Cayo Pirata, una pequeña isla que se comunica con Madrisquí a través de una barrera de arena, donde planea hacer un aeródromo para paracaidismo en el mismo sitio en el que solo había pequeños kioscos de restaurantes y de pescadores de langostas.
Llavaneras, de 41 años, pertenece a una familia vinculada al mercado de bienes raíces y en la década pasada era un aficionado de la pesca deportiva de pavón, en cuyos eventos solía participar. En 2019, su nombre fue mencionado por el diputado a la Asamblea Nacional, José Luis Pirela, quien aseguró que era miembro de una red de tráfico de drogas y oro que hacía paradas en Los Roques antes de llevar toda la mercancía a Bonaire. El parlamentario aseguró que se había asociado a un empresario italiano, dueño de posadas en el archipiélago, así como a Carlos Betancourt y Noel Lugo, primo y hermano respectivamente de Stella Lugo. Aunque la subcomisión de Lucha Antidroga, Antiterrorismo y Delincuencia Organizada de la AN investigaba el caso, no se supo nada más del avance del mismo.
Los residentes de Los Roques, sin embargo, desmienten la relación de Llavaneras con el narcotráfico, pero admiten que la acusación le hizo bajar todavía más su perfil. Para ese momento, vendió su avión (un King Air 200) y hoy día, dicen los lugareños, utiliza uno que está a nombre de un tercero para hacer sus viajes frecuentes al archipiélago. Al empresario se le intentó contactar vía redes sociales para verificar la veracidad de estas informaciones y el por qué ha podido hacer este tipo de negocios en un parque nacional, pero hasta el momento de la publicación de este reportaje no se había obtenido respuesta.
Si bien Crasquí es uno de los cayos de la zona de Recreación de Los Roques, también se debe considerar que parte de este tiene una Zona de Interés Histórico-Cultural o Arqueopaleontologico, pues fue uno de los lugares del archipiélago en donde se han hecho excavaciones arqueológicas. Lo mismo ocurre con los Noronquises, que también figuran en la oferta del Ministerio de Turismo.
En el cayo Noronquí del Medio se ofrecían dos lotes de terreno, de 50.000 metros cuadrados cada uno. Ambos debían tener categoría 5 estrellas, estar asociados a “un producto de turismo especializado en wellness” o “a un producto de naturaleza, con actividades de observación de fauna marina”. En los dos la capacidad era de un máximo de 20 personas en habitaciones dobles. Los inversores también debían vincularse con la construcción de un mirador-restaurante u observatorio en los cayos Noronquí Arriba y Noronquí Abajo.
Lo que no menciona la oferta es que Noronquí del Medio es un cayo muy pequeño y cuando las infraestructuras estén completamente ocupadas, no podrán llegar otros viajeros a visitar el islote porque colapsará. En el lugar no existe ningún avance de construcción. Tampoco hay bienhechurías de pescadores, solo una pequeña churuata que los turistas usan para guarecerse del sol.
Los tres Francisquises son otros de los cayos que entraron en la rueda de negocios. Allí se propone un complejo turísticos que se dispondrá sobre los tres islotes. En Francisquí de Abajo, muy frecuentado por turistas con yates y embarcaciones privadas, el plan contempla la construcción de varias suites para hospedar a un máximo de 20 huéspedes en un área de 30.000 metros cuadrados. En Francisquí de Arriba se levantarán habitaciones para 40 huéspedes en 50.000 metros cuadrados. Finalmente, en Francisquí del Medio estará el mirador-restaurante de 5.000 metros cuadrados que servirá a 96 comensales. Este último es el islote más visitado porque desde allí se puede acceder a la laguna donde se practica snorkeling.
En estas islas tampoco hay evidencia de construcciones, pero sí se pudo observar muy cerca de Francisquí de Arriba a un antiguo rancho de pescadores que fue convertido en un moderno palafito con grandes ventanales que es propiedad del empresario Víctor Martins. Según los lugareños, no se trata de una posada turística, sino de una vivienda privada. Una fuente en el archipiélago afirmó que también había intenciones de comprar ranchos de pescadores en Francisquí de Arriba para reformarlos.
La Isla San Agustín, también conocida como Preston Key, entró en la oferta del Ministerio de Turismo aunque ni siquiera está en el área de Recreación sino en la de Ambiente Natural Manejado, donde solo se permite la “construcción de infraestructura rústica necesaria para la ejecución de las actividades de recreación, educación y guardería ambiental, tales como: refugios, miradores, muelles, comedores campestres, sanitarios, campamentos y obras similares”.
Para este cayo se planeó un alojamiento turístico de 5 estrellas, dispuesto en un área de 50.000 metros cuadrados, que albergue a 24 huéspedes como máximo. Pero aquí tampoco hay ningún avance. En San Agustín solo hay una bienhechuría: el restaurante Rancho Polito. Una fuente informó que el propietario de esta ranchería vendió la mitad de su espacio al gobierno. Aunque la isla es grande, su franja costera es bastante estrecha.
El escándalo generado por la rueda de negocios desató también las reacciones de los roqueños. En julio de 2019, la Comuna Socialista de Los Roques junto a asociaciones de operadores turísticos, lancheros y pescadores de la zona, publicaron un comunicado conjunto en el que reclamaban que la oferta de lotes de terrenos en los distintos cayos no se había informado ni discutido con la comunidad roqueña y que tampoco se sabía nada sobre los estudios de impacto ambiental que causarían los nuevos desarrollos. Además, se preguntaban cómo sería trasladado y dónde viviría el personal que atendería en estos complejos, a cuánta mano de obra se traería para la construcción, qué pasaría con la situación de los servicios públicos, qué medidas se tomarían para evitar el hacinamiento.
“El pueblo organizado de Los Roques, reivindicando su derecho y su obligación de intervenir de manera participativa y protagónica en todas aquellas decisiones de políticas públicas que afecten a nuestro frágil entorno, le agradece con sinceridad y urgencia dar respuesta a estas interrogantes ya que existe mucho desconocimiento de lo que se está haciendo y no estamos de acuerdo con las acciones que se han tomado, mismas que no han sido consultadas con la Comuna de Los Roques ni sometidas a la participación en una Asamblea de Ciudadanos. Le reiteramos nuestra determinación de contribuir en todo aquello que mejore la calidad de vida de nuestra comunidad y debe entender que, como habitantes responsables y preocupados por la preservación del lugar que habitamos, debemos manifestarnos”, dice la carta enviada a Stella Lugo. Hasta ahora, los roqueños no han conseguido contestación alguna ni de Lugo ni de ningún otro ministro o jefe de gobierno de su archipiélago.
MANGLARES, CORALES
y el riesgo del concreto
Los manglares, además de ser sustento de múltiples especies marinas, son capaces de prevenir la erosión costera, producir nutrientes orgánicos y servir de criaderos
Los arrecifes de coral proveen de espacio y alimento a diversos organismos que hacen vida en ellos y se erigen como una barrera que evita que la fuerza del oleaje desgaste la costa
Ambas especies se verán vulneradas y mermadas si la revolución del concreto no se detiene en Los Roques
Los variadísimos tonos turquesas deleitan a quien se posa frente a cualquier playa de Los Roques. Pero dentro del mar, bajo el agua cristalina, hay todavía más colores. Cientos de peces nadan entre corales, manglares y mareas; cangrejos, langostas y otros crustáceos se desplazan al ras de la arena blanca; tortugas verdes deshovan en la orilla para luego adentrarse en las profundidades; sobre ellos, las aves alzan vuelo sin dejar de estar atentas al festín que trae la corriente. Todo sucede ante los ojos de los turistas en uno de los escenarios marinos más vírgenes de la región. Y todo podría acabarse si más construcciones avanzan, lanzan sus sedimentos al mar, aniquilan mangles y ahogan arrecifes enteros.
Expertos consultados alertaron que este tipo de acciones antropogénicas, aunque se consideren pequeñas, pueden causar daños irreparables al Archipiélago.
“A la gente le gusta construir justo al lado de la playa y esto es así en todas partes, sobre todo en el Caribe. Entonces, si vas a construir ahí, obviamente remueves el manglar y, una vez que lo haces, dejas caer esa sedimentación hacia el coral y este muere en poco tiempo y, lo peor, es que también pierdes protección costera, porque una vez que el coral muere y el arrecife se desintegra, la ola rompe con toda la fuerza y comienza a remover arena. Con eso, si tenías una construcción al borde de la playa, eventualmente va a perder e incluso se puede derrumbar”, reveló el biólogo Esteban Agudo.
La tala de manglares –uno de los ecosistemas marinos más ricos para la fauna costera del mundo– que se hizo para levantar las casas de la pista, mermó la vida de algunos organismos y propició que otros tantos migraran para salvarse. Además, puso en peligro la estabilidad del suelo.
Bajo el agua, los arrecifes de coral son el hábitat más vulnerable. Su estructura tridimensional, indicó el científico, provee de espacio y refugio a muchos peces que quedarían a la deriva si estos desaparecen. El alga que habita en ellos hace fotosíntesis y por eso requiere una buena penetración de luz que se vería limitada si los sólidos suspendidos de las construcciones permanecen en el agua.
Ambos ecosistemas están en un riesgo inminente ante los planes de expandir el concreto dentro del parque nacional. Afectarlos acabaría con el espectáculo visual que ofrecen a los viajeros y también con la vida que albergan en sus complejos armazones.
CEMENTO
QUE MATA MANGLARES
Con tan solo acercarse unos metros hacia las construcciones que colindan con la pista de aterrizaje se puede ver una laguna con manglares secos, muertos. Los lugareños aseguran que, hasta 2017, antes del concreto, la charca era mucho más grande y verde. Pero entre la cal y el cemento, agua y follaje se han reducido por igual. Ese hecho pasará factura con el paso del tiempo, dicen expertos.
Junto a los corales y la Thalassia testudinum (conocida también como hierba de tortuga), el manglar es uno de los tres elementos que caracteriza al Parque Nacional Archipiélago de Los Roques. Quienes se han dedicado a estudiar estos biomas, advierten que los efectos al dañarlos impactan directamente sobre otras especies que dependen de ellos para subsistir.
“El manglar es la principal vegetación, en términos de cobertura, en Los Roques. Es un componente muy importante porque cumple una función clave en los espacios oceánicos sometidos a energías”, afirma Alicia Villamizar, profesora del Departamento de Estudios Ambientales de la Universidad Simón Bolívar, quien detalla que hay cuatro tipos de mangle en el parque: rojo (Rhizophora mangle), negro (Avicennia germinans), blanco (Laguncularia racemosa) y botoncillo (Conocarpus erectus). El rojo es el dominante.
Ya en 2010, el “Libro Rojo de los Ecosistemas Terrestres de Venezuela” que firman Jon Paul Rodríguez, Franklin Rojas-Suárez y Diego Giraldo Hernández, advertía que en las Dependencias Federales, donde la mayor parte de los manglares está en Los Roques, la superficie ocupada por estos había disminuido cinco kilómetros cuadrados en poco más de dos décadas: de 224 en 1988 a 219 en 2010. “En el ámbito nacional, los bosques de manglares se encuentran bajo la condición de preocupación menor (LC) de acuerdo al criterio C2. No obstante, a nivel estadal la formación está en peligro crítico (CR) en los estados Aragua y Yaracuy, y en peligro (EN) en los estados Anzoátegui, Carabobo, Dependencias Federales, Falcón, Miranda, Nueva Esparta, Trujillo y Zulia”, indica el texto.
La biólogo y doctora en Desarrollo Sostenible expone que si bien el mangle es la especie que más se ve, hay otras especies herbáceas y arbustos xerófilos como la hierba espinosa o cadillo, verdolaga y hierba de vidrio. “Hay una interacción espacial y funcional entre todas las especies de vegetación que, en conjunto, le dan estabilidad a ese territorio emergente y hacer cambios afecta a todo el equilibrio del sistema. Ese pequeño conglomerado es el que da estabilidad al parque (...) Si se afecta al suelo, fregaste a todas las especies”, remata.
La experta apunta que la remoción del manglar incide en la carga de sedimento que va al agua y eso atenta contra el coral y la Thalassia. “Cualquiera de los tres que se afecte, afecta al otro. Alterar el sistema es casi matarlo. No estamos exagerando”, alerta.
Villamizar explica en detalle lo que sucede cuando se atenta contra un manglar en Los Roques: se arranca el hábitat y alimento de cientos de moluscos y aves, se mata a la especie que protege a las praderas de Thalassia y otros tipos de vegetación, y además se le resta estabilidad al suelo del islote, porque es precisamente esta vegetación la que da firmeza a la superficie de arena al actuar como un escudo ante la erosión de la corriente marina, a las tensiones oceánicas propias de estos paisajes insulares. Por eso, Villamizar cree que las casas de la pista podrían desplomarse en cualquier momento.
“Eso va a colapsar porque lo construyeron en la orilla. El manglar protegía del mar y el viento, pero se volaron la cobertura vegetal. Ese suelo superficial no va a dar estabilidad (...) No le doy ni cinco años, porque si pasa una tormenta le va a dar justamente al suelo”, insiste.
El mangle destruido ocupaba algunas zonas pequeñas dentro del área de construcción, que casi no dejó espacios entre la costa y las edificaciones. Pero el mayor daño se ve sobre dos las lagunas, situadas en los dos extremos, que anteriormente lucían pobladas por la vegetación.
Para comprender por qué el colapso es una posibilidad, hay que saber que el manglar es “insustituible”. Actúa como un dosificador del agua que entra del mar hacia la tierra. La forma en la que se disponen sus raíces funciona como una especie de amortiguador que disminuye la fuerza con la que el flujo del agua pasa a la orilla. Así, resta velocidad y energía a la corriente marina. Pero mientras más amenazado esté, menor será su capacidad para soportar la fuerza del mar. “No es lo mismo un sistema prístino para manejar el estrés natural, que uno afectado, talado”, recalca la académica.
LETRA
QUE PROTEGE
“Los manglares proveen importantes servicios ecosistémicos a la sociedad, destacando su capacidad de prevenir la erosión costera y su alta productividad biológica que sustenta a peces, moluscos, crustáceos y otros invertebrados. Junto con los arrecifes de coral y las praderas marinas dominadas por la planta acuática Thalassia testudinum, los manglares son los ecosistemas marinos de mayor importancia para la fauna costera del mundo. Se considera que gran parte de las pesquerías dependen del manglar y de su capacidad para producir nutrientes orgánicos y servir de criaderos”, apunta el “Libro Rojo…”
De esa importancia de los manglares está al tanto el Estado y por eso hay incluso un marco legal para estas especies. “Están protegidos por legislaciones específicas que buscan garantizar su integridad, dado el reconocimiento a la importancia de estos ecosistemas como soporte estructural para otras comunidades y en la productividad primaria del sitio donde se encuentra, además de su relación con la pesquería”, se lee en el “Libro Rojo…”
En 1991 fue aprobado el decreto 1.843 que contiene las “Normas para la protección de los manglares y sus espacios vitales asociados” y contempla no solo la defensa del “ecosistema manglar en todas sus manifestaciones biológicas”, sino también de “los arrecifes de coral, praderas de angiospermas marinas, bancos de algas, otros fondos marinos próximo-costeros, lagunas costeras, marismas, pantanos de marea, salinetas y otras franjas tradicionales, de las eventuales intervenciones producto del uso de las áreas próximo-costeras para programas de desarrollo y cualquier otra actividad que propenda a afectar dichos espacios”.
El artículo 3 de la normativa es claro: cualquier proyecto o actividad que pretenda afectar a los manglares debe solicitar autorización ante el Ministerio del Ambiente (hoy, Ministerio de Ecosocialismo) y presentar un estudio de impacto ambiental en caso de ser necesario. Además el artículo 4 señala que las obras podrán ser aprobadas solamente si cumple con cuatro condiciones: que el lugar de la afectación sea la única opción en donde se puede llevar a cabo el proyecto, que se hará la mínima destrucción del ecosistema, que no se interrumpa el libre flujo de aguas marítimas y fluviales y que “esté garantizada la corrección o minimización del daño ambiental a producirse”.
También hay un marco legal internacional que protege a esta vegetación en Los Roques. El archipiélago está entre los casi 2.500 sitios protegidos por la Convención sobre los Humedales de Importancia Internacional, conocida también como la Convención de Ramsar por la ciudad iraní donde se firmó en 1971. El tratado se negoció entre naciones y organizaciones no gubernamentales que alertaron sobre la rápida pérdida y degradación de los hábitats de humedales para las aves acuáticas migratorias. En Los Roques, estos hábitats son los manglares.
Los Roques entró a esta clasificación el 4 de septiembre de 1996, junto con los parques nacionales Laguna de la Restinga y Laguna de Tacarigua, y el Refugio de Fauna Silvestre y Reserva de Pesca Ciénaga de Los Olivitos. Ya en 1988 lo había hecho el Refugio de Fauna Silvestre de Cuare. Por ser un Estado miembro del acuerdo, Venezuela está comprometida a realizar un uso racional de todos estos espacios.
Según la Convención, “un humedal es toda área terrestre que está saturada o inundada de agua de manera estacional o permanente y se designa como sitio Ramsar por su ‘gran valor’ para el país y para el mundo, así como por los servicios y beneficios de los ecosistemas que proporcionan”. A este documento pueden apelar los científicos, activistas y ciudadanos para exigir la protección de Los Roques ante las construcciones.
LOS OTROS
AFECTADOS
Dentro de la serie “Árboles emblemáticos de Venezuela”, del Boletín ecológico de la Refinería El Palito, de Petróleos de Venezuela, hay un número dedicado al mangle rojo en el que se destaca su importancia para numerosas especies animales. “Ecológicamente desempeña un papel primordial por ser uno de los ecosistemas que alberga gran cantidad de aves y centenares de especies marinas que encuentran refugio en la maraña de sus raíces sumergidas”, señala el folleto.
En una exposición durante el VII Congreso de Ornitología Neotropical, en marzo de 2007, la bióloga Diana Esclasans contó que en 71% de los cayos del archipiélago había poblaciones de aves. “El archipiélago constituye una importante localidad de anidación de aves marinas en el Caribe y alberga un porcentaje considerable de especies amenazadas de las Antillas Occidentales. Aloja la mayor colonia de Anous minutus, la segunda colonia más grande de Pelecanu occidentalis del Caribe y un porcentaje considerable de parejas reproductivas de Sterna hirundo (41%) en relación con el número estimado para el resto de las Antillas Occidentales. Las políticas de protección del archipiélago y su relativo aislamiento de la costa han garantizado la permanencia de las colonias. Como principal amenaza hemos identificado el saqueo de nidos, particularmente de aquellas especies que anidan en el suelo y cuyas colonias se alojan en cayos que no poseen ninguna figura de protección”, indica el libro de resúmenes del evento.
En una exposición durante el VII Congreso de Ornitología Neotropical, en marzo de 2007, la bióloga Diana Esclasans contó que en 71% de los cayos del archipiélago había poblaciones de aves. “El archipiélago constituye una importante localidad de anidación de aves marinas en el Caribe y alberga un porcentaje considerable de especies amenazadas de las Antillas Occidentales. Aloja la mayor colonia de tus, la segunda colonia más grande de Pelecanus occidentalis del Caribe y un porcentaje considerable de parejas reproductivas de Sterna hirundo (41%) en relación con el número estimado para el resto de las Antillas Occidentales. Las políticas de protección del archipiélago y su relativo aislamiento de la costa han garantizado la permanencia de las colonias. Como principal amenaza hemos identificado el saqueo de nidos, particularmente de aquellas especies que anidan en el suelo y cuyas colonias se alojan en cayos que no poseen ninguna figura de protección”, indica el libro de resúmenes del evento.
Villamizar recuerda que de las 92 especies de aves que existen en el archipiélago de Los Roques, al menos 50% está allí de paso. La afirmación la secunda Alejandro Luy, gerente general de la Fundación Tierra Viva, quien cuenta que estos animales migratorios viajan desde Norteamérica a partir de septiembre, cuando bajan las temperaturas, y arriban a Venezuela antes de continuar su travesía para hacer una pausa o anidar. Así lo hacen la tijereta de mar, el playero turco, la cotúa, la boba rabo blanco, los pelicanos, los flamencos, las reinitas y gaviotas. Su hogar temporal es el manglar y muchos se reproducen sobre estos.
Los manglares, explica Villamizar, funcionan como un “resort” para las aves, pues a lo largo del año los huéspedes van y vienen. Es también refugio, e incluso punto de alimentación, de mamíferos como el murciélago pescador y los delfines, que allí se proveen de peces, crustáceos y moluscos que se alimentan de la parte de la planta que está sumergida en el agua. Varias especies de tortugas marinas hacen lo propio en estos biomas que también impactan en la fauna de los arrecifes de coral.
¿REFORESTAR
EL MANGLE?
La cuenta en Instagram de Fundamar Miranda, organismo que reemplazó a la Fundación Científica Los Roques, reveló que durante 2020 se llevó a cabo un plan de reforestación de mangle rojo en el cayo Dos Mosquises, que es donde tiene su sede. Sin embargo, de este intento que incluyó el montaje de un vivero no se tienen mayores noticias desde noviembre pasado de ese mismo año.
“En procura de continuar con su adaptación se ejecutan labores para reforestar zonas que requieren de su existencia en Isla Dos Mosquises”, refiere un mensaje de la fundación del 3 de mayo de 2021 que no muestra imagen alguna de cómo va la recuperación de la vegetación.
“La reforestación es una medida que toma en cuenta recuperar la vegetación, sin considerar, la gran mayoría de las veces, a las especies animales. El manglar es un ecosistema con condiciones especiales para la fauna que vive ahí. La tasa de mortalidad de un manglar reforestado es de 70% de lo que se sembró”, revela Villamizar, para quien la recuperación del mangle perdido por las nuevas construcciones de Los Roques es muy difícil.
La experta señala que, en tierra firme, el proceso de reforestación del mangle es ayudado por la reposición natural que permiten los ríos. Pero en territorios insulares no existe esta posibilidad. “En las islas el único aporte de agua dulce llega a través de la lluvia, que es la que permite que los espacios de manglares estén allí. No se puede regar. Por eso, reponer la afectación es mucho más difícil”, indica.
Para que la reforestación del mangle prospere en Los Roques se debe tener en cuenta desde la salinidad del suelo hasta la dirección del viento dominante, ya que la marea aporta muy poco en el proceso y, por el contrario, su cambio puede evitar que las semillas se asienten. Además, estas deben arrancarse de la planta madre en el período correcto y es clave tener un gran banco de simientes para asegurarse de replantarlas cuando se necesite.
LA VULNERABILIDAD
DEL CORAL
Se ve desde el aire. Una gran barrera coralina encierra las aguas cristalinas del Archipiélago de Los Roques. Se trata de una frontera viva que funciona como escudo protector de la costa, hábitat de cientos de especies marinas y silvestres, y suplidor de larvas de coral para el resto del Caribe. Pero si continúan las construcciones ilegales, el peligro de que mueran es inminente.
Ana Yranzo, investigadora del Instituto de Zoología y Ecología Tropical de la Universidad Central de Venezuela (UCV), aseguró que el sistema coralino de Los Roques es uno de los más importantes del Caribe por encontrarse en mejores condiciones de salud que otros arrecifes de la región.
Según la bióloga marina, el aporte de larvas de coral de Los Roques al Caribe Sur –aunque los gametos pueden llegar hasta Centroamérica, Puerto Rico y las Antillas Holandesas– es clave para el mantenimiento de las poblaciones de corales que están amenazadas de extinción en la región.
Si bien es cierto que los arrecifes están amenazados por el cambio climático, en Los Roques los corales están más expuestos a desaparecer.
“Mientras más cosas afectan a los arrecifes, hay mayores probabilidades de que mueran”, aseguró Yranzo. Las nuevas edificaciones, dijo la especialista, producen cargas de sedimentos que llegan al medio marino, tapan a los corales, los asfixian y los matan.
“Las construcciones sobre corales ocasionarán que estos mueran. No hay medidas de mitigación”, reiteró Francoise Cavada, bióloga marino de la Universidad Simón Bolívar (USB).
“Ellos pueden limpiarse más o menos de sedimentos pero no de grandes cantidades de ellos. Si cae una cantidad pequeña todos los días, esto puede matarlo porque son desechos constantes que terminan siendo una gran cantidad”, aseguró Cavada.
Cavada explicó que si una construcción se realiza cerca de un coral puede dañar la estructura física de la especie marina. Además, reiteró que es un factor adicional que estresará al coral, lo afectará y, a largo plazo, fallecerá.
Cavada señaló que el coral es una colonia de pequeños pólipos. Si se mata la mitad de ellos, el coral se verá comprometido en su capacidad de defenderse, alimentarse y mantenerse vivo. Tendrá la capacidad de regenerarse y de crear más pólipos, pero eso le costará tiempo y esfuerzo. Si el coral continúa siendo estresado, o no se recupera bien, cualquiera de las dos razones hará que, eventualmente, se muera porque no se alimenta y por estar en constante déficit.
Además de estas consecuencias, los corales se enfrentan al fenómeno del “blanqueamiento”, un proceso que los debilita y los hace más vulnerables. Ocurre en los pólipos, que llevan dentro una microalga verde y redonda llamada “zooxantelas”. “Ellas son las encargadas de dar color a los corales. Esa microalga hace fotosíntesis y fija la energía solar. Parte de la comida del coral viene de esa alga pequeña. Ella le da de comer al coral y, a cambio, él le brinda protección y nutrientes” indicó Cavada.
El blanqueamiento ocurre cuando hay cambios en el ambiente. El más importante es la subida de temperatura abrupta del agua por el calentamiento global, que hace que la microalga salga del coral. Por eso pierde el color y se ve blanco aunque esté vivo. Se puede ver el tejido, pero ya no tiene microalga.
“Cuando los corales se blanquean están en un estado sumamente vulnerable. Algunos se recuperan pero dependiendo de cuánto dure el agua caliente y que tan caliente esté. Muchos no son capaces de recuperarse”, afirmó la bióloga marino.
Cavada reiteró que si el coral está en déficit y viene un evento de blanqueamiento, las probabilidades de que sobreviva y se recupere son muy bajas.
“Las construcciones en particular van a aumentar esa presión que ya tienen esas poblaciones coralinas y facilitarán su muerte. Si se adiciona el sedimento es peor aún, porque el sedimento tapona. El coral está gastando su energía en recuperarse y contrarrestar todos los factores que lo afectan. Se irá debilitando y al final, todo combinado, le hará más daño”, dijo Yranzo.
EL IMPACTO
DEL CORAL MUERTO
Este archipiélago en la mitad del mar se mantiene porque lo protegen las barreras coralinas suroccidental y este. Pero si estas se ven comprometidas, detalló Cavada, no podrán ofrecer esa defensa ni a la costa, ni a las especies que habitan en ella. Si estos corales mueren, con el tiempo se fragmentarán y la barrera natural dejará de existir.
Cavada explicó que Los Roques también actúa como suplidor de larvas de corales para el resto del Caribe. Como muchos otros organismos marinos que no son vertebrados, los corales se reproducen liberando sus huevos y espermas (gametos) al agua. Ahí se fertilizan y las larvas se mueven con las corrientes.
“Básicamente la distribución de esas larvas va a depender de las corrientes. Por eso es que en conservación, es importante ver las cosas desde una perspectiva no solo local sino regional”, dijo Cavada.
La bióloga marina reiteró que este aporte de Los Roques al Caribe Sur –los gametos pueden llegar hasta Centroamérica, Puerto Rico y las Antillas Holandesas– es clave para el mantenimiento de las poblaciones de corales que están amenazadas de extinción en la región.
La variedad de especies de coral en Los Roques es otro aspecto a considerar. De acuerdo con Yranzo, en el archipiélago se han reportado 55 tipos.
Entre esas especies hay unas que se denominan “constructores de arrecife”. “Son las especies encargadas de formar las estructuras que se observan en los arrecifes. Hay dos géneros que se llaman Orbicella y Acroporas. En Los Roques hay un reservorio de estas especies amenazadas a nivel regional”, comentó la investigadora.
El último estudio realizado en Los Roques sobre el coral Acropora Cervicornis, conocido como coral cacho de venado, fue en 2016. Hasta ese momento, aún se extendía a lo largo del archipiélago.
El cacho de venado es un coral de color cálido, entre amarillo mostaza y anarajado. Se identifica fácilmente porque parecen pequeñas ramas puntiagudas que salen unas de otras, como los cuernos, o cachos, de un venado.
Cavada indicó que estos son corales proveen refugio a peces y otras especies. También ayudan mucho a la construcción del marco estructural de los arrecifes.
La arena blanquísima de Los Roques es de origen coralino y llega por dos vías a la costa, recordó el biólogo marino Esteban Agudo, quien participó en un estudio de la Universidad Simón Bolívar sobre corales del archipiélago entre 2014 y 2016. La primera vía es la del carbonato de calcio de los corales, que pasa a la orilla de la playa luego de desintegrarse por la erosión natural.
El pez loro también tiene un aporte en el proceso de formación de las arenas blancas. Estos peces, según el site Exploring Our Fluid Earth, tienen dientes que les permiten raspar las algas filamentosas que crecen dentro de los esqueletos de coral y sobre los sustratos de coral muerto. En ese raspado, el pez loro ingiere trozos de coral que muele con sus dientes y, tras pasar por su tracto digestivo, se expulsa como arena blanca de grano fino. “La arena producida por el pez loro forma playas y proporciona un hábitat valioso para organismos bentónicos como cangrejos y camarones”, añadió la publicación que calcula que al menos 70% de las arenas blancas del Caribe y Hawai provienen de lo que excreta el pez loro.
De acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN por sus siglas en inglés), que es una organización que determina el estado de la naturaleza y los recursos naturales, las especies coralinas acropora palmata (cuerno de alce) y acropora cervicornis (cuerno de venado o de ciervo) están en peligro de extinción porque cerca de 80% de sus poblaciones ha disminuido. Ambos tipos están en Los Roques, justamente en el área recreacional del parque, entre Crasquí, Madrisquí y El Gran Roque. "Esa especie es bastante común" allí, señaló Agudo.
A diferencia del cacho de venado, el coral llamado cuerno de alce no es puntiagudo, más bien todo lo contrario. Al nadar sobre él, se observa que es plano. Su color es similar, también es cálido, como un anaranjado arena.
Además de estas especies, también hay coral Dendrogyra Cylindrus, que es conocido como carimú. “En el Caribe se conoce como el Pillar Coral, porque son pilares básicamente. Es muy distintivo, al verlo debajo del agua es fácil de identificar”, dijo Cavada.
El Pillar Coral es completamente distinto a los otros. Es la comunidad de rascacielos de los corales. Es puntiagudo y crece hacia arriba. Parecen pequeños edificios color amarillo mostaza.
El Pillar Coral se distribuye en grupos. Esto quiere decir que puede haber muchas colonias de él juntas, pero también pueden pasar kilómetros en los que no se consigue ni una.
Cavada alertó que si esta especie desaparece de uno de los cayos de Los Roques impactará la sobrevivencia del coral en todo el archipiélago.
TODOS PIERDEN
Los arrecifes coralinos son uno de los ecosistemas con mayor biodiversidad del planeta. Peces, algas y crustáceos se alimentan y protegen a través de este. Cavada aseveró que si el coral muere casi toda la fauna que depende de él se vería afectada directamente.
“Cada coral es un mundo, está lleno de vida por todos lados, hasta por dentro del esqueleto”, señaló Yranzo.
Esto puede comprobarse al bucear en los arrecifes. Ninguno será igual a otro, cada uno tendrá formas y especies diferentes en ellos. Tanto de corales y peces, como de crustáceos y anémonas.
Entre los más afectados están las especies de peces que se alimentan del coral: los coralívoros. Si el coral muere, si su población disminuye, o si está en riesgo de morir, estos peces se verán directamente afectados, apuntó Yranzo. El pez loro es un ejemplo de coralívoro.
Otras especies también se cobijan en el coral. “Las langostas, camarones, estrellas de mar y poliquetos (gusanos marinos) utilizan los corales para refugiarse”, dijo la bióloga.
La investigadora aseguró que dentro de los corales hay muchos organismos, de muchos grupos taxonómicos, que dependen de él directamente.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) indicó que 25% de las especies marinas, incluyendo las tortugas, dependen de los corales para vivir.
De acuerdo a Coral Reef Alliance, dentro de un arrecife de coral pueden habitar especies como el pez loro, camarones, gusanos marinos, anémonas de mar, cangrejos, almejas, esponjas marinas, estrellas de mar, tortugas e incluso depredadores como los tiburones.
DE CORALES
A TIBURONES
Los arrecifes de corales de Los Roques también son hábitat de tiburones ya que los utilizan como refugio y zona de crías. Esta es una de las tantas especies que se verá afectada directamente si el arrecife coralino de Los Roques sigue siendo impactado de forma negativa.
El director e investigador del Centro para la Investigación de Tiburones, Leonardo Sánchez, confirmó que el archipiélago es la zona de crías de varias especies de tiburones más importante de todo el Caribe.
“Son refugios donde alcanzan la edad adulta o, al menos, los niveles de desarrollo que les permiten sobrevivir a mar abierto y ante las condiciones naturales de los ecosistemas que ellos ocupan”, dijo el investigador.
Algunas especies de tiburones que pueden encontrarse en el archipiélago son: tiburones martillos, tiburón limón, tiburón oceánico, tiburón lobo, tiburón macuira, tiburón gata y tiburón toro. En los alrededores de Los Roques, más no dentro del archipiélago, pueden encontrarse tiburones ballena.
El tiburón limón tiene como área principal de distribución la laguna de Sebastopol. Es la zona que utiliza como área de cría.
“En la laguna central se podía encontrar anteriormente grandes cantidades de macuiras. Ahora hay menos. Han sido víctimas de las pesquerías, a pesar de ser una práctica ilegal, tanto en Los Roques como en los alrededores”, dijo Sánchez.
Según Sánchez, el resto de las especies, como macuira y las especies de cornuda, (tiburones martillos) pueden estar más en la laguna central. Ambas especies son amenazadas y están en peligro crítico de extinción.
“El archipiélago es muy pequeño, a pesar de que las diferentes especies de tiburones utilizan diferentes áreas de él, eventualmente pueden estar en todo el archipiélago debido a su pequeño tamaño”, reiteró el investigador.
Alrededor de la parte externa de Los Roques, hay muchas más especies, por ejemplo, el tiburón ballena. “Este no entra al archipiélago. Se puede encontrar en Boca de Cote, en la barrera sur. En la barrera sur están tiburones adultos”, indicó Sánchez.
“He trabajado en el parque desde 1993, hoy en día no tiene nada que ver con lo que era en esa época. Antes pasabas por la laguna central, la vía desde Gran Roque hasta Dos Mosquises, e ibas contando tiburones. Ahora ni siquiera puedes ver uno”, lamentó el investigador.
Según Sánchez, lo que ocurra con las especies de tiburón de Los Roques va a afectar a todas las poblaciones de varias especies de tiburones en todo el Caribe sur.
CONTROL
NECESARIO
Para proteger a las especies que habitan Los Roques, los expertos recomiendan que se dejen de realizar las actividades que no están permitidas o que generen daño a la fauna y flora del lugar.
Leonardo Sánchez recalcó que todas las actividades humanas tienen un efecto sobre la naturaleza, por eso se debe evaluar si los beneficios que traen al ser humano no le producen un daño extremo.
Subrayó la importancia de hacer cumplir las leyes que ya existen. “Hay mecanismos de control, regulación y penalización (desde la Carta Magna hasta el PORU), pero no se cumplen. El principal problema es que no hay vigilancia y control”, dijo.
De acuerdo con Sánchez, esas leyes se elaboraron en función de medidas científicas. “Hay suficiente evidencia científica que respalda la creación de leyes de protección para esas especies porque fueron sobreexplotadas por muchísimos años como los tiburones, las tortugas marinas y especies de coral que son refugios únicos para ellos en el Caribe”, acotó.
EL VERDE OLIVA
que enturbia a la “Venezuela azul”
Hugo Chávez decretó la creación del Territorio Insular Miranda en 2011 e hizo desaparecer a la autoridad única de Los Roques para designar a militares a dedo desde la Presidencia
Para los roqueños, la permanencia de uniformados en el poder ha aumentado el secretismo y posibilitado las construcciones sin que se haga cumplir la ley
En febrero de 2021, una mujer reclamaba a viva voz al jefe de gobierno del Territorio Insular Miranda que solo a un grupo de privilegiados, cercanos al chavismo, se les permitía pasear por el Parque Nacional Archipiélago de Los Roques, que estaba cerrado en plena pandemia mundial por el Covid-19.
“La incomodidad del roqueño, y me incluyo porque yo también soy roqueña, es porque la gente del helicóptero, y la gente del avión privado, y el turista que tiene más ‘enchufe’, tienen y pueden venir para acá cuántas veces les dé la gana, autorizado por usted. Porque así como usted autoriza a venir al helicóptero, a los cuatro aviones cada fin de semana, autorice también abrir todo el parque y autorice a todos los aviones que puedan venir para acá y punto”, le gritaba mientras él, Eladio José Gregorio Jiménez Rattia, la miraba casi sin moverse. Segundos después, la multitud que los rodeaba rompía en aplausos a la mujer. Él, almirante de las Fuerzas Armadas, apenas volteaba a ver a la audiencia.
#LosRoques | Con la presencia del jefe del Gobierno Insular Francisco de Miranda, Almirante Eladio Jiménez Rattia, se desarrolla una asamblea de vecinos que exigen el reinicio de las operaciones aéreas #26feb - vía @nadeska16 vídeo: cortesía https://t.co/Iqwei3RyYO pic.twitter.com/ZkPDCVUmgx
— El Pitazo (@ElPitazoTV) February 26, 2021
El “turista con más enchufe” que había entrado al Archipiélago en un helicóptero era Raúl Gorrín, presidente de la televisora Globovisión y de la aseguradora La Vitalicia, un empresario a quien la Oficina de Investigaciones del Departamento de Seguridad Nacional en Miami, Estados Unidos, vincula con una trama que blanqueó al menos 1.200 millones de dólares de la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa).
Se sabe que Gorrín se fue a la playa ese día, a bordo de un peñero, y que durmió esa noche en El Gran Roque. A la hora de la cena, el almirante se reunió con él. También se sabe que, al día siguiente, se fue a Crasqui, uno de los cayos más visitados, y que desde allí volvió directamente a Caracas en el helicóptero que lo llevó, a fin de no despertar nuevamente la ira de los isleños, quienes habían amenazado con no dejar salir a la aeronave hasta que abrieran de nuevo el parque al público.
Cuando ocurrió este episodio, que incluyó una protesta en el medio del aeropuerto de Los Roques, Jiménez Rattia había aterrizado en el cargo cinco meses atrás. Para ese entonces, ya el parque nacional llevaba meses cerrado al público para evitar más contagios del virus.
Aunque ese ha sido el capítulo más escandaloso de su gestión, el almirante ha tenido que dar la cara a los roqueños ante el deterioro de los servicios que padece la zona. Según reseñan sus habitantes, las tuberías de la isla solo se llenan de agua una vez cada siete días; el gas llega por barco, cuando anteriormente lo reponían una o más veces por semana; mientras que el combustible se raciona: 110 litros para cada lanchero semanalmente. Eso se gasta en solo un viaje a Cayo de Agua, uno de los puntos más alejados y frecuentados por los turistas.
Pero lo que más ha incomodado a los roqueños de Jiménez Rattia es la vuelta del secretismo y eso se lo achacan a su uniforme. Un poblador afirmó que con la gestión de Félix Plasencia, un civil, las comunicaciones del gobierno local con el pueblo habían mejorado. Ahora, ese canal volvió a enmudecer, tal como había sido durante los mandatos de los militares que, desde el principio, mandaron en el Territorio Insular Miranda. Un ejemplo del silencio fue la clausura del parque a mediados de enero de 2021, luego de haber sido reabierto entre noviembre y diciembre por la temporada navideña. Los roqueños, que viven esencialmente del turismo, nunca supieron que cerraría el Archipiélago. Tampoco se enteraron de que tres meses después volvería a abrirse al público. Con la pandemia del Covid-19, la incertidumbre solo se acrecentó.
Con Jiménez Rattia también se abrieron dos nuevos pasajes en Los Roques: la persecución y la represión. Casi tres meses después de que los pobladores protagonizaran una nueva protesta que cerró el paso de dos camiones de la Misión Mercal para exigir la disminución de los precios de los alimentos y el levantamiento del cerco sanitario, al menos 16 roqueños recibieron una citación del Ministerio Público y fueron trasladados a los tribunales del estado Vargas, el 10 de junio de 2021, para comparecer. Al caer la noche, los dejaron encerrados y a la espera de fiadores que pudieran interceder por ellos para que se marcharan nuevamente a casa.
A esto se unió el miedo de algunos pobladores a ser desterrados del archipiélago. Mientras llegan nuevos propietarios a El Gran Roque, que no solo financian nuevas construcciones ilegales sino que arman fiestas privadas en los cayos vigiladas por hombres armados, a otros los amenazan con sacarlos si no tienen residencia fija. Una fuente contó que allegados al jefe de gobierno obligaron a marcharse a la joven novia de un roqueño que quería irse a vivir a la isla.
ENTRE
ALMIRANTES
Jiménez Rattia llegó al puesto justo después de que el también almirante Giuseppe Alessandrello Cimadevilla, se retirara del cargo para lanzarse a diputado. Los dos egresaron de la Escuela Naval en la Promoción “CN Gualterio D’ Chitty Gurling”, en 1987, mismo año en el que se graduó Diosdado Cabello. De acuerdo con gacetas oficiales consultadas a través de Vendata, mientras que el primero había estado inmerso en cargos de naturaleza administrativa desde 2014, (fue responsable en el manejo de los fondos de funcionamiento del Comando de la Escuadra del Comando Naval de Operaciones de la Armada y luego de los recursos del Despacho del Ministro de la cartera de Defensa), el segundo había estado al frente del presupuesto de la Comandancia General de la Armada y hasta llegó a ser comandante por un breve período. De ahí en adelante, su lazo con el clan Maduro fue cada vez más estrecho.
En 2017, ambos pasaron a encabezar las Regiones Estratégicas de Defensa Integral (REDI). Alessandrello Cimadevilla se quedó con la REDI Central (Aragua, Carabobo y Yaracuy), mientras que Jiménez Rattia pasó a la REDI Marítima e Insular.
Al año siguiente, Alessandrello Cimadevilla se convirtió en el comandante general de la Armada nuevamente, cargo en el que estuvo hasta mediados de 2020. Jiménez Rattia continuó en la REDI hasta 2019, cuando fue nombrado viceministro de Educación para la Defensa, en el Ministerio para la Defensa.
En su nuevo cargo, Alessandrello Cimadevilla participó en varias reuniones con la Delegación Técnico Militar Rusa que visitó Venezuela para establecer convenios de cooperación que contemplaron la dotación de equipamiento a las Fuerzas Armadas del país.
La misma investidura le hizo estar al frente de la operación que bloqueó, vía marítima, el ingreso de la ayuda humanitaria prometida por el presidente de la Asamblea Nacional y encargado de la República, Juan Guaidó, el 23 de febrero de 2019. Para aquel momento, el almirante hizo retroceder al barco Midnight Stone, cargado con nueve contenedores, al hacer que una fragata venezolana acelerara contra la embarcación. “Si ustedes entran, ustedes van a ser atacados”, fue el mensaje del militar a los tripulantes del barco, según la Agencia France Press (AFP).
El gesto le valió sanciones internacionales de Canadá, por estar implicado en “actividades que socavan las instituciones democráticas” y que están relacionadas con la represión y persecución de los miembros del gobierno de Guaidó, la censura y el uso excesivo de la fuerza contra la sociedad civil.
Ese mismo año protagonizó una polémica. Se difundió un video en el que humillaba a dos soldados por no haberlo reconocido, criticaba sus uniformes y les advirtió que hablaría con su superior. “¿Tú no has visto nunca la cadena de mando del barco tuyo, ah hija? ¿Y no sabes quién soy yo? (...) ¿Y tú no sabes quién es el comandante general de la Armada?”, les decía.
En #video el Cmdte Gral de la Armada, Giuseppe Alessandrello Cimadevilla maltrata a 2 Infantes de Marina porque no lo reconocieron. Además, le pregunta a uno de ellos porqué su uniforme parecía un rancho. Por qué será? Desde cuándo no dotan a los militares dentro de la #FANB pic.twitter.com/TmlrydYBzR
— Beatriz Galindo (@bgalindo74) December 25, 2019
Alessandrello Cimadevilla apenas estuvo dos meses frente a la jefatura de gobierno del Territorio Insular, entre julio y septiembre de 2020, justo después de que Félix Plasencia, quien también era ministro de Turismo y Comercio Exterior, dejara el cargo para irse a la Embajada de Venezuela en China. El almirante se fue para postularse como candidato a parlamentario por el estado Vargas y durante la campaña hizo llave con Nicolás Maduro Guerra, con quien posó muy sonriente en fotos incluso el día en que asumió su curul. Así ganó su puesto en la Asamblea Nacional chavista que fue elegida sin que se permitiera la participación de la mayoría de la oposición venezolana y se convirtió en el presidente de la Comisión preliminar del Comité de Postulaciones Electorales (CPE) que eligió a los nuevos miembros del Poder Electoral.
EL NACIMIENTO
DE UN CARGO
La jefatura de gobierno que hoy detenta Jiménez Rattia nació cuando Hugo Chávez, vía Ley Habilitante, decretó la creación del Territorio Insular Francisco de Miranda el 1ero noviembre de 2011 y le dio unidad político-territorial a tres dependencias federales: los archipiélagos Los Roques, Las Aves y La Orchila. De esa manera, les otorgó personalidad jurídica, patrimonio propio y un régimen especial de gobierno que rompió definitivamente la vinculación de estas islas con su antiguo administrador: el estado Vargas.
La idea de Chávez no era dar mayor independencia a esta zona, sino tener a uno de sus acólitos en la administración de los archipiélagos, principalmente en Los Roques, el único poblado y dominado por el turismo internacional. Tres meses antes de lanzar el decreto de creación, Chávez contó su plan en una alocución presidencial: “ese mar es nuestro y tenemos que ejercer, de verdad, de hecho y de derecho, la soberanía plena sobre el mar territorial y la soberanía económica sobre la Zona Económica Exclusiva, que es una de las más grandes del mundo. Para ello, tenemos que asentarnos en el territorio marítimo que está disperso”, resaltó el 3 de agosto de 2011.
Aquel decreto levantó sospechas dentro de la comunidad científica que solía hacer estudios de fauna y flora dentro del parque nacional, porque todos los permisos para estos ejercicios eran otorgados por el Instituto Nacional de Parques (Inparques), que perdió totalmente el poder dentro del área protegida.
“Los Roques, históricamente, ha sido la niña bonita del Caribe. Los arrecifes de allí son unos de los que están en mejor estado en la región, se habla mucho de que incluso proveen de larvas de coral al resto del Caribe. Entonces, obviamente es preocupante que esté regido por un ente que, según lo que hemos visto, está interesado en desarrollar un turismo masivo”, afirmó una fuente de la comunidad científica.
Para el primer jefe de gobierno de la zona, vicealmirante Armando José Laguna Laguna, el Territorio se creó para “dar respuesta efectiva a la población y hacer ejercicio pleno de soberanía en aquellos lugares que por su lejanía y limitaciones de acceso no habían sido incorporadas con la fuerza necesaria en el proceso revolucionario de transformación de la Patria”. Así lo indicó en la Memoria y Cuenta 2013 de su despacho.
De acuerdo con el artículo 4 del decreto 8.549, publicado en la Gaceta Oficial 39.797, que dio origen al territorio insular, el cargo de jefe de gobierno es “de libre nombramiento y remoción” por parte del presidente de la República. Su trabajo, además de integrar el Consejo de Ministros, es ejercer “la función ejecutiva” de este espacio, lo que incluye la potestad de “otorgar concesiones para la prestación de los servicios públicos, de conformidad con lo dispuesto en el Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso del Parque Nacional Archipiélago Los Roques y demás planes de ordenación que se dicten al efecto”, según reza el artículo 5.
Los primeros en ocupar esta posición fueron militares. El cargo, como se dijo más arriba, lo estrenó el almirante Armando Laguna Laguna (2011-2014), quien para entonces había sido comandante general de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (2004-2007) y embajador de Venezuela en Perú. Fue el número 23 de la promoción “José Prudencio Padilla” de 1975, mismo año de la promoción “Simón Bolívar” de donde salió Hugo Chávez.
Fue el almirante quien proyectó la construcción de 100 petrocasas en Gran Roque, que nunca se llegaron a levantar. También anunció la instalación de una planta desalinizadora que potabilizaría el agua de mar, máquina que tampoco logró arrancar y que hoy es conocida como “la millonaria” por la suma que representó su inútil adquisición. Desde hace varios años reposa en un contenedor en el área de servicio de Gran Roque.
EL DESPRECIO POR LA CIENCIA
Y LA NATURALEZA
A Laguna Laguna, quien ha estado más tiempo en el cargo, lo siguió otro almirante: Gilberto Amílcar Pinto Blanco (2014-2015), quien fue ministro de Desarrollo Minero Ecológico, el mismo cuyo despacho aprobó el decreto que estableció como zonas estratégicas para la explotación de minerales los ríos Caura, Cuchivero, Aro, Yuruari, Cuyuní y Caroní del estado Bolívar. Hoy es el flamante gobernador del estado Sucre, luego de haber ocupado durante casi un año un curul en la Asamblea Nacional.
En su paso por la jefatura del Territorio Insular, Pinto Blanco se encargó de hacer efectivo el polémico desalojo de la Fundación Científica Los Roques, en septiembre de 2014, una ONG mantenida por aportes filantrópicos que por más de medio siglo hizo investigaciones biológicas en el archipiélago a través de una estación instalada en el cayo Dos Mosquises. Desde allí, se apoyó la realización de una centena de tesis de grado, estudió el cultivo de moluscos y promovió la conservación de tortugas marinas por décadas.
Ante las críticas de aquel entonces por parte de la comunidad científica, Pinto Blanco afirmó que la fundación había fallado en hacer “cualquier tipo de contribución científica en los últimos 15 años... Por lo tanto, el gobierno nacional, movido por el amor que siente hacia la investigación científica, decidió rescindir el permiso y asumir la responsabilidad de las instalaciones”, expresó a la web SciDev.Net. Las bienhechurías pasaron así a manos de la entonces flamante Fundación de Investigaciones Marítimas Francisco de Miranda (Fundamar Miranda), adscrita a la jefatura de gobierno.
Durante la estadía en el cargo de Pinto Blanco, de poco más de un año, los lancheros de Los Roques se fueron a paro por falta de combustible, ya que la única embarcación que lo trasladaba desde tierra firme estaba averiada. El conflicto afectó a los turistas que vieron truncados sus viajes a los cayos. Para ese momento, los trabajadores aseguraron que en Gran Roque también había escasez de comida y graves fallas de electricidad.
Cuando Pinto Blanco salió del cargo para ser candidato a la Asamblea Nacional, el almirante Jairo Avendaño Quintero (2015-2017) tomó las riendas del Territorio Insular. El militar venía de ser comandante general de la Armada Nacional Bolivariana y, un año antes, jefe de la Región Estratégica de Defensa Integral (Redi) Oriental.
Aunque Avendaño Quintero duró poco más de dos años en esa posición, su mayor logro parece haber sido la apertura de una oficina de delegación acuática, una representación local de la Capitanía del Puerto de La Guaira que facilitó los trámites de las embarcaciones en el archipiélago.
En enero de 2017 comenzaron sus problemas. Los roqueños cerraron la pista de aterrizaje del aeropuerto de Gran Roque para exigir la renuncia del almirante. Reclamaron la falla de la planta desalinizadora, el aumento de los pasajes por parte de las aerolíneas, la contaminación ambiental causada por las aguas servidas, escasez de alimentos y medicinas, así como el alza de los precios en la isla. En noviembre se despidió del cargo para dárselo a la primera civil en ser designada como jefa del Territorio Insular Miranda: Stella Marina Lugo Betancourt (2017-2019), quien también se estrenaba como Ministra de Turismo.
La gestión de Lugo, quien había sido gobernadora de Falcón por nueve años, no estuvo exenta de escándalos. Fue ella quien impulsó una criticada rueda de negocios en junio de 2019 para entregar concesiones a empresarios nacionales y extranjeros en los cayos Crasqui, Francisqui, Nordisqui y San Agustín de Los Roques. La movida, presentada como una oportunidad para invertir en el archipiélago (que es una zona protegida por ser parque nacional) contemplaba la construcción y operación de “alojamientos turísticos de alto nivel” dentro de los islotes.
“La utilidad del negocio se reparte en proporción directa de la inversión, donde el inversionista nacional aporta el terreno y, a través del otorgamiento de una concesión o alianza estratégica con inversionista nacional o extranjero, este obtiene la administración del servicio por un tiempo establecido”, señalaba la web en la que se alojaba la información sobre el evento, cuyos resultados nunca fueron hechos públicos.
Ante el hecho, laSociedad Venezolana de Ecología publicó un comunicado en el que recalcó que toda la operación violó el “Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso” del parque nacional, vigente desde enero de 1991, que establece que el único espacio en el cual se permiten nuevas concesiones e instalaciones para turismo, educación, sanidad, transporte, actividades deportivas y culturales es en la zona de servicio de Gran Roque.
Comunicado de la SVE sobre Los Roques by runrunesweb on Scribd
La rueda de negocios también fue en detrimento de una resolución de 2004, que estuvo plenamente vigente hasta 2014, y que fue dictada y renovada hasta entonces por el Ministerio del Ambiente y la jefatura del Territorio Insular Miranda. La medida, que prohibía el otorgamiento de concesiones para actividades turísticas, comerciales, recreacionales y de servicios en la zona, se basaba en un estudio de la Agencia Española de Cooperación Internacional y el Instituto de Recursos Renovables de la Universidad Simón Bolívar, el cual alertaba que Los Roques ya había alcanzado “un nivel de saturación con relación a los espacios disponibles y a los servicios públicos” que había traído problemas que afectaban ambientalmente al parque.
Aquella no era la primera vez que Lugo, quien es esposa del diputado y también exgobernador de Falcón, Jesús Montilla Aponte, había estado envuelta en polémica. Durante su gestión en esa entidad que también gobernó (2008-2017) fue blanco de críticas en medio de la explosión de la refinería Amuay en el Complejo de Refinación Paraguaná, que dejó 55 muertos. Culpó a los medios privados de angustiar a la población tras el accidente y exigió al Parlamento investigar a diputados como María Corina Machado por presunto terrorismo. También fue cuestionada por el mal estado del embalse de Maticora, que abastece al occidente de ese estado, y por las lujosas fiestas de matrimonio y 15 años de sus hijas.
Para varios de los habitantes de Los Roques consultados para esta investigación, Lugo solo contribuyó a que el mal estado del parque empeorara. Bajo su mandato, la calidad de los servicios públicos desmejoró en todos los sentidos: el servicio eléctrico se mantenía ausente la mayor parte del día, sobre todo en los horarios en los que los turistas estaban en los cayos. La crisis del agua se hizo sentir cuando las plantas desalinizadoras comenzaron a funcionar a medias. Y la distribución del combustible se hizo tan desigual que las protestas de los pobladores y sus cierres de pista de aterrizaje se hicieron una constante.
Pero los escándalos de Lugo no se quedaron allí. A mediados de 2019, casi a la par de la realización de la rueda de negocios, sindicalistas del Instituto Nacional de Parques (Inparques) denunciaron que sabían de la existencia de un proyecto para construir 31 palafitos en cayo Madrisquí, el más cercano a Gran Roque. Lugareños confirmaron el plan a esta investigación y apuntaron que la intención era tumbar los ranchos de pescadores que están en el islote, por supuestas razones estéticas, para sustituirlos por estas edificaciones que presuntamente estarían destinadas al turismo.
Junto a esos reclamos, los habitantes de Los Roques denunciaron la construcción de un hotel de lujo y de varias viviendas privadas en terrenos que están al lado de la pista de aterrizaje del aeropuerto, sin que se tomara en cuenta la deficiencia en los servicios públicos y la desatención de una población que había crecido sin ser atendida.
“Es conocido por todos que, desde la creación del parque, el Estado (y el Reglamento de Uso) limitó exclusivamente al centro poblado de El Gran Roque el otorgamiento de permisos y concesiones para la remodelación de bienhechurías y consiguiente operación de posadas turísticas y servicios conexos (salvo un par de excepciones). La prioridad siempre fue la preservación del hábitat natural del parque, sobre cualquier otra cosa, y la actividad turística en el mismo debe desarrollarse bajo ese precepto. Sin embargo, salta a la vista que se han venido autorizando construcciones con fines turísticos a particulares en determinadas zonas de la isla, en terrenos vacíos fuera de la zona urbana del pueblo. ¿Cuál es el soporte legal de tales adjudicaciones y bajo qué condiciones y contraprestación?”, indica una carta abierta de los pobladores de Los Roques que fue dada a conocer en julio de 2019.
Carta del pueblo de El Gran Roque by runrunesweb on Scribd
La guinda del pastel de escándalos la puso el diputado José Luis Pirela, presidente de la subcomisión de Lucha Antidroga, Antiterrorismo y Delincuencia Organizada de la Asamblea Nacional, cuando en octubre de 2019 reveló que Carlos Betancourt y Noel Lugo, primo y hermano de la entonces jefa de gobierno, estaban involucrados en una red de tráfico de oro y drogas que operaba en el archipiélago, además de conformar un grupo extorsivo que cobraba vacunas a los posaderos. Junto a ellos supuestamente trabajaba José Ramón Llavaneras Kislinger, quien hoy es señalado por al menos cuatro fuentes en Los Roques como el propietario de varias viviendas dentro del parque.
Pirela aseguró ante el pleno del Parlamento que la estructura criminal de contrabando incluía a los propietarios de las concesionarias, posadas, restaurantes, bares y algunas empresas de servicios aeronáuticos de la entidad. Para los traslados de la mercancía, supuestamente se usaban aviones modelo King 200 que hacían viajes entre Los Roques, pasando por algunas islas del Caribe y finalmente desembarcando en Bonaire.
Hubo un hecho que marcó el fin de Lugo en el Territorio Insular. Los pobladores de El Gran Roque cerraron la pista de aterrizaje del aeropuerto en medio de una protesta por la escasez de gasolina, necesaria para que pescadores y lanchas de turistas se movilicen hacia los diferentes islotes del parque nacional.
Aquel 14 de noviembre de 2019 comenzaron a rodar en redes sociales las fotos de los roqueños que ocupaban la vía asfaltada a donde a diario aterrizan los aviones que, la mayoría de veces, están cargados de viajeros. Los vecinos denunciaban que había llegado solo una cisterna con combustible y que apenas les vendieron 60 litros de gasolina por persona.
Una fuente en Los Roques indicó que la manifestación fue detonada porque el barco que usualmente lleva la gasolina, llegó cargado de materiales de construcción para las nuevas infraestructuras que se levantan al pie de la pista. Habitantes del lugar aseguraron que las embarcaciones de lujo eran privilegiadas en el suministro de combustible en perjuicio de los locales. Casi un mes después, el 11 de diciembre de 2019, fue designado en el cargo Félix Ramón Plasencia González.
EL HOMBRE
DE LOS RODRÍGUEZ
El nombre de Plasencia ya se había escuchado en el archipiélago mucho antes de su nombramiento oficial. El 17 de septiembre de 2019 fue él, y no Stella Lugo, quien cortó la cinta tricolor para inaugurar el aeropuerto de Los Roques y la ampliación de la pista de aterrizaje. Ese día anunció que la conectividad aérea estaba garantizada a través del Consorcio Venezolano de Industrias Aeronáuticas y Servicios Aéreos S.A. (Conviasa) y Aerocaribe.
“Este espacio asegura la dignificación, con una obra de envergadura y con una estética que la Revolución garantiza, buscando la dignificación de la vida de los venezolanos y venezolanas”, dijo en Twitter. Un mes después ordenó la creación del perfil oficial en esa red del Territorio Insular Miranda, bajo el nombre de @AzulVenezuela.
Esa jefatura fue el cuarto título público que Plasencia obtuvó en los últimos cuatro meses de 2019. El 12 de agosto de ese año, Maduro lo designó como titular de Comercio Exterior y Turismo, una nueva cartera que creó en medio de lo que llamó un “proceso de renovación, rectificación y cambio”. Dos semanas después, el 27 de agosto, se publicó en la Gaceta Oficial.41.703, el decreto 3.975 que lo convirtió en presidente del Banco de Comercio Exterior (Bancoex), institución bancaria adscrita a su despacho que se enfoca en financiar y promover las exportaciones de productos no tradicionales, así como ofrecer asistencia técnica a las empresas del sector.
El nombramiento como Jefe de gobierno del Territorio Insular, publicado en la Gaceta Oficial 41.779, no fue presentado en ninguna alocución presidencial, ni tampoco requirió un anuncio de Maduro en redes sociales. Pero eso no impidió que la Vicepresidencia de la República, a cargo de Delcy Rodríguez, se hiciera eco del nombramiento por medio de una nota de prensa en su web.
La publicación de la noticia por parte del despacho de Rodríguez no fue casual. Plasencia – licenciado en Estudios Internacionales, con una maestría en Estudios Europeos cursada en Bélgica y un postgrado en Estudios Diplomáticos en Inglaterra- es un experto temas de negociación internacional y diplomacia gracias a los años que pasó en la Cancillería de la República, en donde trabajó desde 1991, cuando ingresó a través de un concurso de oposición como funcionario diplomático de carrera en el Servicio Interno del Ministerio. A principios del siglo XXI, coincidió con Rodríguez cuando ella fue designada agregada cultura de la Embajada de Venezuela en Londres. Más tarde, en 2005, ambos volvieron a encontrarse cuando la funcionaria fungía como viceministra de relaciones para Europa y él era el Coordinador de la Oficina de Secciones Comerciales y Director del Despacho de Exteriores.
Con el hermano de Delcy Rodríguez, el actual presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, también estuvo vinculado laboralmente. Fue él quien lo designó presidente de Fundapatrimonio, organismo que dependía de su despacho cuando fue alcalde del municipio Libertador de Caracas (2008-2017), así como director de Relaciones Internacionales de su jurisdicción. En 2015, fue además miembro del consejo directivo la Fundación Poliedro de Caracas.
Mientras la hoy vicepresidenta de Maduro era la titular de la Cancillería (2014-2017), el lazo volvió a afianzarse en los predios que ya conocía. En esos años, Plasencia se desempeñó como viceministro para Asia, Medio Oriente y Oceanía, así como responsable de fondos de la Unidad Administradora y director general del Despacho de la canciller y, desde 2018, como viceministro para Temas Multilaterales, credencial suficiente para que durante 2019 le fuesen delegadas dos tareas clave: representar al chavismo en las reuniones con el Grupo Internacional de Contacto (integrado por países latinoamericanos y europeos), que buscaba solucionar la crisis venezolana, y recibir a la Alta Comisionada para Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Michelle Bachelet, en su visita a Venezuela.
La estrecha relación entre Plasencia y Rodríguez se hizo nuevamente evidente en medio del escándalo que se suscitó cuando la vicepresidenta quiso ingresar a territorio español pese a la sanción de la Unión Europea que restringe su entrada. Plasencia, ya como ministro de Comercio Exterior y Turismo, la acompañó en ese viaje en enero pasado pues había ido a Madrid a participar en la Feria Internacional de Turismo. Días después, se confirmó que José Luis Ábalos, ministro de Transporte español, se trasladó al aeropuerto de Barajas para conversar, por al menos una hora, con los dos funcionarios. Ávalos se defendió diciendo que había acudido solo para conversar con Plasencia.
Si bien el avance de las construcciones en los islotes turísticos que entraron en la rueda de negocios promovida por Stella Lugo es inexistente, el levantamiento de edificaciones en El Gran Roque sí continuó durante las gestiones de Plasencia, Alessandrello Cimadevilla y Jiménez Rattia. A pesar de la cuarentena, los obreros siguieron su faena. El movimiento de albañiles a lo largo de la pista de aterrizaje se ve todavía cada mañana cuando comienzan la jornada, y en las tardes una vez que terminan.
La otra gran construcción de El Gran Roque, una casa que llaman “la mansión” y que está ubicada en la zona residencial del islote, fue terminada en medio del confinamiento. Desde promotores turísticos hasta habitantes del pueblo, aseguran que pertenece a figuras del alto gobierno, a quienes supuestamente también se les vio varias veces en las casas adyacentes a la pista de aterrizaje. Hoy, Plasencia está al mando de la Cancillería de la República de Venezuela luego de haber pasado un temporada como embajador del país en Pekín.
UN CEMENTERIO
DE SERVICIOS
en El Gran Roque
Más de 17 millones de dólares se han invertido durante los últimos 17 años en El Gran Roque para dar garantía de servicios a operadores turísticos, visitantes y residentes
Ninguna de las obras ha sido concluida, haciendo que servicios fundamentales como agua potable, energía eléctrica, drenaje y tratamiento de aguas residuales, parezca una quimera
Cuando se visita el Parque Nacional Archipiélago de Los Roques, posaderos y pobladores hacen lo posible, y hasta lo imposible, por hacer que los viajeros se sientan como en el Paraíso. Eso significa dar garantía de todo un entorno seguro con óptimos servicios: agua potable, electricidad, alumbrado público, drenajes operativos y un medio ambiente protegido.
Sin embargo, para quienes habitan de manera permanente el Archipiélago, no es así. Los roqueños viven las consecuencias de obras inconclusas y de inversiones millonarias vendidas como panaceas que poco o nada resolvieron los problemas de los servicios, los cuales les hubiesen garantizado mejor calidad de vida y la protección del delicado ecosistema.
En los últimos 17 años, de 2004 al 2021, según documentos oficiales como las Memorias y Cuentas del Territorio Insular Francisco de Miranda y la Ley de Endeudamiento Público, más de 17 millones de dólares se invirtieron en el tramo de El Gran Roque conocida como “la zona de servicios”, un lugar en el extremo oeste de la isla por el que pocos turistas caminan.
Desde las alturas del faro se ve la inmensidad del Archipiélago y también el abandono de esa área que es hoy un catálogo de obras iniciadas, dinero perdido y ningún responsable.
LA AMENAZA
DE LA LAGUNA ROSA
Los colores en el Archipiélago Los Roques son más intensos que en cualquier otro lugar de Venezuela. Los blancos llegan a encandilar y los azules se presentan en una gama infinita y en ocasiones desconocida para el ojo humano. Pero ahora hay nuevos colores llegan a la geografía de El Gran Roque: lagunas entre rosado y magenta hacen parte del entorno, y con el registro gráfico desde la altura del faro bien pueden pasar por una salina.
Lamentablemente su presencia no es inocua. La “laguna rosada”, como llaman los roqueños al espacio en el área de servicio del islote, es un foso de aguas servidas, parte del sistema de drenajes y saneamiento ambiental para El Gran Roque , cuya construcción inició en el año 2004 y nunca concluyó, pero que dejó en uso esa laguna de color peculiar que es un foco contaminante para los azules profundos y los corales multicolores.
“Por la porosidad del suelo de Los Roques, los lixiviados, que es básicamente, aguas residuales con carga contaminante, van a pasar muy rápido. El Gran Roque es una formación con polvo de coral y su nivel freático es muy alto, lo cual ayuda a potenciar la contaminación de los suelos y las aguas. Tener ese gran pozo séptico en medio de la zona de servicio es un delito ambiental del cual se hacen de la vista gorda las autoridades del Gobierno del Territorio Insular Francisco de Miranda”, explicó un ambientalista consultado sobre este tema, que solicitó la reserva de su identidad.
La vulnerabilidad del suelo de El Gran Roque ha sido expuesta en estudios de la hoy desaparecida Fundación Científica Los Roques (FCLR). La permeabilidad de los suelos también ha sido mostrada en investigaciones académicas, como la del biólogo Gustavo González en 2007, titulada “Prioridades de investigación dirigidas a mejorar la gestión ambiental del Parque Nacional Archipiélago Los Roques”, donde se concluye que entre los problemas ambientales más importantes para el momento está la contaminación de los suelos por aguas residuales, debido a su alta porosidad.
La problemática de la isla El Gran Roque con las aguas residuales comenzó en la década de los años 90 por el crecimiento poblacional y el aumento de prestadores de servicios. Nunca se contó con un manejo adecuado de las aguas servidas, pues los pozos sépticos de las casas no reciben un control óptimo y no se limpian con regularidad.
La situación tuvo un punto de inflexión en 1999. “Ese año, la Dirección de Calidad Ambiental del Ministerio del Ambiente y Recursos Naturales (MARN) determinó que en las aguas de ciertas playas de El Gran Roque se presentaban bacterias, hongos y densidades de coliformes fecales por encima de los límites permisibles establecidos en la ley. Eso encendió las alarmas. En ese momento no existía la laguna rosada, sino el sistema de pozos sépticos al que se le daba mantenimiento”, señaló el ambientalista consultado.
Para el especialista, ese informe fue el que hizo que la Ministra del Ambiente del gobierno de Hugo Chávez, Ana Elisa Osorio, propusiera un plan macro que, en teoría, sería la solución a la falta de agua potable y al tratamiento de las aguas residuales. Una propuesta ambiciosa y millonaria que nunca se terminó. Lo que sería la solución de la sanidad ambiental en el paraíso azul, se convirtió en otro foco contaminante.
LA GRAN OBRA
QUE NO CONCLUYÓ
El problema de las aguas residuales en Los Roques no es de data reciente, sino más bien un problema estructural al que se le han dedicado mesas de trabajo, investigaciones y también una inversión considerable de fondos del Estado, aunque esto no haya consolidado la resolución al problema.
La historia de la laguna rosa inició en el año 2000, cuando la exministra Osorio mostró ante el expresidente, el proyecto “Acueducto y Saneamiento Integral para El Gran Roque”, que tenía como objetivo primordial, de acuerdo con la presentación a los medios de comunicación en ese momento, “construir una red de distribución de aguas blancas y una red de recolección de aguas servidas que incluye una estación de bombeo y una planta de tratamiento de aguas servidas que constituyen el saneamiento integral, con la finalidad de mejorar la calidad de vida, la prevención de enfermedades hídricas y la protección y conservación del ambiente para el bienestar y desarrollo sustentable en el Parque Nacional Archipiélago de los Roques”. La obra tendría una inversión de cuatro millones de dólares.
Chávez dio su visto bueno y el proyecto fue aprobado en 2002 y publicado en la Ley Especial de Endeudamiento Anual para el ejercicio fiscal de ese año.
La fuente del financiamiento fue un préstamo al banco israelí Bank of Hapoalim y la empresa seleccionada para su ejecución IDE Technologies Ltd., compañía israelí, líder en el suministro de soluciones de tratamiento de agua y desalación, con más de 25 años de experiencia en el área.
Con estos parámetros se suscribió un contrato que fue signado con la nomenclatura DGEA – 2002 – OBR – 2003 – VA – 1163 para el “Suministro, Instalación y Puesta en Marcha del Acueducto y del Saneamiento Integral de El Gran Roque en el Archipiélago Los Roques”.
En la documentación se fijó un anticipo del 15% de la inversión, es decir, 600 mil dólares para empezar la obra. Los trabajos debían culminar en 2005, sin embargo, la obra inició formalmente apenas un año antes de la fecha de entrega.
El proyecto incluiría un acueducto de agua potable, los tanques de almacenamiento, el sistema de recolección de aguas servidas, las fosas de bombeo, la planta de tratamiento y un sistema propio de energía.
Fuentes de la hoy desaparecida Dirección General de Equipamiento Ambiental, adscrita al MARN, aseguran que el proyecto se ejecutó parcialmente. En 2008 la planta de tratamiento fue inaugurada teniendo sólo 67% de ejecución.
Las mismas fuentes afirman que la empresa IDE Technologies Ltd. envió a El Gran Roque poco personal especializado y, de resto, hizo contrataciones a empresas venezolanas para la ejecución de etapas específicas del proyecto de gran envergadura.
Una de estas empresas fue Mundo Kariña Ambiente. En su página www.mk-ambiente.com se presenta como “una organización integral, mediadora con empresas internacionales, en soluciones tecnológicas para el desarrollo ambiental sustentable”.
En esta misma página web, la empresa muestra dentro de sus obras el trabajo realizado en el acueducto y saneamiento ambiental de El Gran Roque. Esta misma firma habría ejecutado en 2014 el contrato de inspección y lavado químico de la desalinizadora de la isla, pero según ese acuerdo actuaba como representante del grupo Merhav, un consorcio con base en Israel, igual que el banco que otorgó el préstamo para la ejecución de la primera intervención y la empresa IDE Technologies Ltd.
El grupo Merhav es un conglomerado de empresas que se ha dedicado desde 1975 al desarrollo de proyectos de infraestructura y servicios públicos, propiedad de Yosef Maiman, un empresario peruano-israelí, quien en 2018, como lo develó una investigación del portal Armando.Info, fue señalado y acusado por la justicia peruana como intermediario en el caso de pago de sobornos de Odebrecht al presidente peruano Alejandro Toledo.
Maiman llegó en 2019 a un acuerdo con la fiscalía peruana para servir como testigo contra Toledo y pagar una reparación al fisco peruano de dos millones de dólares, por concepto de una reparación civil. Maiman vive actualmente en Israel y sigue al frente del Grupo Merhav.
LA SOLUCIÓN
SE HIZO PARTE DEL PROBLEMA
La laguna rosada era originalmente un estanque que formaría parte de la red de tratamiento de las aguas servidas.
Cuando se recorre El Gran Roque y se sale de las calles angostas llenas de posadas y se acerca hacia la zona de servicio, el olor del salitre que impregna el ambiente cambia. Se hace más rancio.
“Eso es por la laguna esa, la rosada. Eso es lo que huele así. Si usted va hacia el cementerio se va a dar cuenta. De lejos se ve bonita, pero de cerca el olor es horrible”, comentó un joven roqueño cuando se le pide referencias para llegar al espacio.
Y no miente. Mientras más cerca se está de la laguna rosada, el mal olor se intensifica, las respiraciones son cortas. Es como acercarse a una letrina gigante camuflada de un color llamativo.
Los residentes de El Gran Roque dicen que los olores fétidos se hacen más comunes durante la estación lluviosa. También pueden propagarse cuando el nivel freático sube y recoge las aguas servidas filtradas de los pozos sépticos a los que les falta mantenimiento.
“El proceso es más o menos así: las aguas residuales van desde los pozos sépticos a los colectores. De allí hasta la estación de bombeo, que las envía a la laguna de oxidación, donde se le aplica hipoclorito en grandes cantidades. Cuando la laguna está a punto de rebosar, se usa una tubería interna colocada hacia la ensenada de Mal Tiempo y se hacen descargas menores. Esto lo saben las autoridades, los posaderos y nosotros los habitantes de El Gran Roque, pero como lo de las aguas servidas es un problema sin aparente solución, pues nos conformamos con eso”, explicó el roqueño Ángel Salazar, quien trabajó en 2006 para una de las empresas que levantaron el sistema que nunca funcionó como debía.
Archivos del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales revelan que la obra millonaria que garantizaría el agua potable y el tratamiento de aguas servidas de los roqueños tendría unos tanques de almacenamiento de agua potable que hoy descansan en un cerro, sin ningún tipo de uso; un sistema de recolección de aguas servidas que sí se culminó; las fosas de bombeo que hoy ocupan la laguna rosada; la planta de tratamiento que empezó a funcionar en 2008 y lo hizo por apenas cuatro o cinco años; y el área de tratamiento del agua para ser llevada al mar, que tampoco se ejecutó cabalmente.
Salazar, que como buen roqueño conoce el Plan de Ordenamiento y Reglamento de Uso (PORU), señala que en su articulado, específicamente en el numeral 72, precisa que “no está permitida la descarga de aguas servidas en curso o cuerpos de aguas naturales y excepcionalmente se podrán autorizar descargas en sumideros o pozos sépticos”.
“Haber dejado ese trabajo a la mitad fue un gran daño para El Gran Roque. Ahora nadie tiene ese realero para venir a arreglarnos el desastre de la laguna rosada o de los pozos sépticos. Las empresas dejaron el trabajo a la mitad, como ha pasado con los paneles de luz o con la planta desalinizadora grandota que trajeron y nunca instalaron. Ojalá no nos explote la situación en la cara”, agregó Salazar.
LA DESALINIZADORA
MILLONARIA
Actualmente, el archipiélago cuenta con una planta desalinizadora obtenida durante la gestión de Stella Lugo a través de la empresa Advanced Equipment and Services, radicada en Florida, Estados Unidos. Lugareños indican que el racionamiento de agua es una constante en la isla y que la planta solo trabaja a 70% de su capacidad, pero se desconoce la razón de esta falla.
Esta desalinizadora llegó después del escándalo de “la millonaria”, que es como los roqueños bautizaron a la planta que, al igual que los paneles solares, llegó al Archipiélago pero no se puso en funcionamiento.
La Memoria y Cuenta del Territorio Insular Miranda de 2015 da cuenta de la adquisición e instalación de esta planta de ósmosis inversa que utiliza un procedimiento que separa las sustancias que se encuentran en el agua a través de una membrana semipermeable. A la obra se destinaron Bs. 9.216.022,93 (USD 1.462.860,78 al cambio oficial) y se ejecutó por completo. Aunque el proyecto comenzó en abril de 2013 y, de acuerdo con el registro de este documento, finalizó en febrero de 2015, la planta debía esperar por la instalación de su sistema de alimentación para ponerse en marcha.
Parte de ese sistema está también en esa Memoria y Cuenta de 2015. Allí se detalla la construcción de un pozo de playa que comenzó en abril de 2013 y estaba planificado para ser finalizado en febrero de 2016. El monto total invertido fue de 1.821.091,69 Bs. (USD 289.062,17 al cambio oficial). Para ese momento, se había ejecutado 70% de lo financiado, mientras que el avance de la obra alcanzaba 85%. “A la fecha se prepara solicitud de addendum para construcción de rampa de acceso a la toma de agua salada para alimentar la planta de ósmosis inversa” dice el documento.
Otras partes del sistema quedaron pendientes de la aprobación de divisas por parte de la Corporación Venezolana de Comercio Exterior (Corpovex). Así pasó con la adquisición e instalación de tanques de agua, que avanzó hasta 60%, y con las tuberías que conformarían un acueducto hasta la entrada del pueblo, que ni siquiera pudieron adquirirse. Para ambas obras se aprobó un total de Bs. 8.255.853,28 (USD 1.310.452,90 al cambio oficial). Solo las losas construidas para posar los tanques fueron completamente terminadas. Hoy lucen desmanteladas.
Pese a que los periodistas no pudieron acceder a las Memorias y Cuentas de los años siguientes, los roqueños aseguraron que “la millonaria” jamás fue puesta en funcionamiento. De esta quedaron algunas fotos y su container en donde, aseguran, sigue almacenada.
LOS PANELES SOLARES
QUE NUNCA DIERON ENERGÍA
Tal como ocurre en la mayor parte del territorio venezolano, Los Roques está sometido a racionamientos de electricidad que empeoran de acuerdo con la temporada. Se supone que esta situación se iba a revertir con una inversión que el Estado hizo en paneles solares. Esto no ocurrió.
En mayo de 2015, la empresa china Yingli Green Energy Holding Company Limited (“Yingli”) anunció que instaló en Venezuela la mayor planta solar a gran escala del país en El Gran Roque. Y así fue. En uno de los cerros de El Gran Roque, hacia el área de servicios, se pueden ver las enormes placas oscuras mirando hacia el sol.
El parque solar, dotado de energía híbrida fotovoltaica-diesel, era capaz de suministrar 1.1 megavatios (MW). Del desarrollo, diseño y construcción se encargó la compañía Consorcio Energías Limpias Alternativas Venezolanas (CELAV), totalmente desconocida en la nación, junto a la distribuidora española de productos solares Vico Export Solar Energy, que ofreció apoyo logístico y operativo para la adquisición de los equipos, según una nota de prensa de Yingli.
La primera planta de energía fotovoltaica del país contiene más de 4.400 paneles solares policristalinos y es capaz de generar más de 1.400 megavatios/hora (MWh) por año, suficiente para abastecer 400 viviendas venezolanas. Sin embargo, nunca se puso en funcionamiento.
De acuerdo con la Memoria y Cuenta del Territorio Insular Miranda de 2015, este parque eólico le costó al Estado Bs. 55.169.237,45 (USD 8.757.021,81 al cambio oficial) y se culminó en julio de 2015.
Además de los paneles también se contó con el “suministro e instalación de equipos para el alumbrado público fotovoltaico”. Para esta tarea se asignó un presupuesto de Bs. 12.334.773,99 (USD 1.157.900,63) y para entonces se ejecutó en 79,12%.
Esta última obra se inició en diciembre de 2013, pero en la Memoria y Cuenta no se estableció fecha de finalización. En su lugar, se habla de contratar una nueva empresa que culmine la obra en un plazo de tres meses. El avance físico fue de 80% hasta ese momento.
“En diciembre de 2015 se suscribió una resolución de mutuo acuerdo, quedando terminada la relación contractual con la empresa contratista. Se debe iniciar un nuevo proceso contractual para finalizar la obra”, apunta el documento. Se desconoce si hubo otra compañía que entró en el negocio. Hoy, los paneles son la parte más visible de un cementerio de servicios públicos.
UN PARAÍSO
A OSCURAS
Como los paneles solares nunca estuvieron operativos, la energía eléctrica de El Gran Roque sigue dependiendo de una planta generadora que funciona con combustible. En el islote existen dos plantas: una principal y otra auxiliar. Ambas presentan fallas desde mediados de agosto de 2021.
“El racionamiento ha sido brutal para los roqueños. Nos quitaban la energía diariamente desde las 9:00 am hasta las 4:00 pm, las posadas y restaurantes tienen plantas eléctricas para estas contingencias, pero los roqueños no”, contó una residente de El Gran Roque, que no desea ser identificada por temor a represalias por parte del Gobierno del Territorio Insular Francisco de Miranda.
Pero la situación empeoró durante el mes de noviembre de 2021. “Hemos estado días completos sin energía porque la planta principal se dañó, pusieron la auxiliar y también se dañó. Entonces la única solución que ofrecen es reparar con repuestos usados las plantas generadoras de energía, porque no hay dinero para una nueva planta, ni dinero para poner a funcionar los paneles solares. Esto es completamente absurdo. ¿A dónde va la plata que cobran a los turistas por visitar Los Roques? La única salida es dar más combustible a los posaderos y soportar el ruido de esas plantas, mientras uno está a oscuras en su casa, comprando la comida del día, porque no tienes donde refrigerarla”, agregó la mujer, que compartió el último de los comunicados emitidos por el gobierno local del archipiélago.
La falta de energía eléctrica afecta de manera directa el resto de los ya deficitarios servicios. Sin la planta de electricidad no se puede encender la planta de agua potable, ni el sistema de bombeo de las aguas residuales. De hecho, el 15 de noviembre, residentes de Los Roques denunciaron contaminación ambiental por el desbordamiento de los pozos sépticos que no pudieron ser drenados.
“La situación ambiental es grave. Al no tener electricidad, nos quedamos sin agua y sin sistema para drenar las cloacas, que inundan las calles donde vivimos la mayoría de los roqueños. Pareciera que nos trataran así para que dejemos la isla”, señaló Dinora Gómez, cuya familia reside en El Gran Roque, mientras ella migró a tierra firme en busca de mejor calidad de vida.
Para la mujer, lo que luce más incomprensible, es la inversión en plazas y obras menores, pero no en los servicios necesarios. “Es que tienen la lista de prioridades al revés. Y cuando se reclama, todo es culpa del bloqueo. Pero aquí no hay bloqueo para traer materiales para construir las casas en la pista del aeropuerto o los servicios para ellos”, se quejó Gómez.
Para solicitar información sobre esta problemática de servicios y obras inconclusas, se solicitó información oficial ante el Gobierno del Territorio Insular Francisco de Miranda, sin haber obtenido respuesta.
CRÉDITOS
Textos/investigación:
Lorena Meléndez G, Nadeska Noriega, María Josefa Maya
Fotografías:
Lorena Meléndez G, Nadeska Noriega
Coordinación editorial:
Lorena Meléndez G.
Coordinación de infografía:
Carmen Riera
Infografía:
Gabriela Lara
Animación:
Mayerlin Perdomo
Coordinación de diseño:
Elsy Torres
Edición:
Luis Ernesto Blanco, Lisseth Boon
Redes:
Luis Miquilena, Ricardo Machado
Coordinación general ARI:
Lisseth Boon