Aplazados en calidad educativa

Aplazados en calidad educativa

Robert Álvarez acaba de congelar el semestre en la Universidad Marítima del Caribe, ubicada en Catia La Mar, al oeste del estado Vargas. Allí cursa la carrera de Ingeniería Marítima, cupo que le fue asignado a través del sistema de la Oficina de Planificación del Sector Universitario (OPSU) en 2022.

Robert, de 19 años, abandona la universidad en el tercer semestre porque no ha logrado aprobar dos materias fundamentales: cálculo y geometría.

"Llegué a la universidad con muchas ganas y esperanzas. Entusiasmado. Pero cuando empecé a ver las materias, me di cuenta de que no sabía nada de lo que estaba explicando el profesor. Los compañeros que han logrado pasar tienen profesores particulares, pero mis padres no tienen recursos para pagar esas clases extras", explica el joven con gran frustración.

Al analizar la razón de su baja formación en materias relacionadas con las matemáticas, el propio Robert llega a una explicación: no tuvo docente de esa materia en tercero y cuarto año de bachillerato. Tampoco de física. Y en quinto año, solo acudía dos días a la semana al liceo Armando Reverón, para entregar las actividades que le enviaban vía correo electrónico. Esta institución pública dependiente del Ministerio de Educación y ubicada en el litoral central venezolano, de donde egresó como bachiller, se sumó a las cientos de escuelas y liceos que imparten pocas horas de clases debido a diversas fallas que no han sido resueltas por el Estado.

"En la universidad los profesores te dicen que tienes mala base. Que por eso no se avanza. Pero yo fui al liceo y cumplí mi parte. De hecho, nunca fui reprobado. Quien no cumplió fue el liceo, el gobierno, el Estado"

Robert Álvarez, estudiante

La historia de Álvarez se repite en cada universidad de Venezuela. “Los bachilleres egresados los últimos cinco años, lo hemos hecho con grandes fallas. Es cuando llegas a la universidad que te das cuenta de que la educación en el liceo público no es de calidad y el responsable es el Estado”, explica el dirigente universitario de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Carlos Sojo, quien entre 2020 y 2021 fue secretario general de la Unión Venezolana de Liceístas.

“Cuando se hacían asambleas nacionales de estudiantes, un reclamo era constante: no se recibían clases de matemática, física, química, inglés y castellano por falta de docentes en esas áreas. Ni el ministerio o las zonas educativas daban respuesta. Nos decían, tranquilos que van a tener su calificación, pero la calificación o aprobar no es tener el conocimiento”, alega Sojo.

Cónsono con lo dicho por el dirigente estudiantil, un sondeo realizado en 2023 por el Observatorio de Universidades (OBU) afirma que la deserción universitaria osciló entre 32 % y 45 % de la matrícula inicial de jóvenes inscritos. Las razones del abandono van desde las económicas y estructurales hasta la baja formación académica.

“Esto es la consecuencia del bendito horario mosaico. Este año escolar mi nieto iba tres veces a la semana a clases y así pasó para quinto grado. Mi nieta de primer año de bachillerato iba de lunes a viernes, pero antes del mediodía ya había regresado a casa. Yo llegué hasta sexto grado de primaria y siento que sé más matemáticas que ellos”, cuenta Fabiola Gómez, representante de dos alumnos de 10 y 13 años, residentes en Caricuao, Caracas.

Lo que refiere Gómez del horario es una norma que se aplica desde el retorno a las aulas luego de la paralización que originó la pandemia del Covid-19: al faltar maestros o profesores en los planteles educativos, se adoptó como medida que los alumnos acudan a clases en días específicos para condensar en esas horas todas las clases y materias de la semana.

Los padres y representantes consultados aseguran que esto pasa en todos los niveles educativos, y también con el personal de mantenimiento o administrativo. Los que desean que sus hijos estén mejor preparados terminan pagando planes de tareas dirigidas, organizando bonos de apoyo a los docentes titulares o acudiendo a escuelas populares. Los que no tienen recursos, simplemente se conforman con la poca enseñanza que reciben.

Los resultados de la investigación que lidera desde hace tres años la Escuela de Educación de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) en el área de calidad educativa, dibujan una gran crisis. Las pruebas realizadas a más de 20 mil estudiantes en 2023 a través de su Sistema de Conocimientos en Línea (SECEL), arrojaron que 78,37 % de los estudiantes evaluados reprobó matemática y 55,04 % habilidad verbal.

Estas cifras fueron compartidas por la casa de estudios superiores con el Ministerio para la Educación en marzo de 2024. La ministra Yelitze Santaella las recibió y se comprometió en presentar un plan de acción para enfrentar la situación. Sin embargo, el año escolar concluyó sin tener conocimiento del mismo.

Fallas del sistema

"El Gobierno Bolivariano de Venezuela garantiza la educación pública, gratuita, de calidad, científica y humanista a los niños, niñas y jóvenes de todo el país", aseguró en una alocución en cadena nacional el gobernante Nicolás Maduro, al dar inicio al año escolar 2023 - 2024.

En esa misma intervención, Maduro expresó que 80 % de la educación en Venezuela depende del Estado y por ello “estamos haciendo grandes inversiones en el sector”, sin precisar montos o áreas a ser atendidas.

No obstante, culminado el periodo escolar oficial, voceros del sector docente, estudiantil, padres y representantes y de los gremios de diversos niveles de educación formal en Venezuela, consultados por la Alianza Rebelde Investiga, coinciden en que la inacción del Estado ha disminuido la calidad educativa al no cumplir con lo establecido en la Constitución Nacional: garantizar el derecho a una educación pública, gratuita y de calidad a cada estudiante venezolano.

“El año escolar que terminó el pasado mes de julio, lo hizo en medio de un panorama donde se han hecho más evidente las fallas del sistema docente: menos maestros, más deserción escolar en todos los niveles, un cúmulo de limitaciones que impiden a millones de niños, niñas, adolescentes y jóvenes acceder a una educación de calidad, convirtiéndose en una clara vulneración al derecho a la educación”, acota Carmen Teresa Márquez, quien preside la Federación Venezolana de Maestros (FVM).

Con la presidenta de la FVM coinciden otros especialistas como Oscar Rose, coordinador de la Asociación Civil Con la Escuela, quien presentó en marzo de 2024 el informe desarrollado por la Red de Observadores Escolares.

En el informe se aprecia la disminución de la matrícula escolar, el efecto que tiene sobre los alumnos el bajo salario de los docentes y el deterioro de la infraestructura escolar. “Es crucial reflexionar sobre estos hallazgos para impulsar cambios significativos en nuestro sistema educativo”, acota Rose.

Este escenario también es analizado y contrastado en el informe “Educación en crisis: retos y desafíos en el acceso a la educación en Venezuela”, impulsado por el Monitor de Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales de Venezuela (DescaVe), que reúne a una serie de organizaciones no gubernamentales y fundaciones. El documento indica que “los obstáculos a los que se enfrentan los estudiantes van desde el deterioro de las infraestructuras, la falta de profesores y la deserción, hasta debilidades en el Programa de Alimentación Escolar (PAE)”.

Concluye la investigación, que “el Estado, como garante del derecho a la educación”, no está cumpliendo. Este incumplimiento se refleja en alumnos y docentes. En los primeros, por el bajo nivel de aprendizaje y el abandono de las aulas; en los segundos, en el creciente desapego con la carrera del magisterio, al enfrentar una de las remuneraciones más bajas del sector público nacional.

Aunque el 30 de septiembre comenzó oficialmente el periodo escolar 2024 - 2025, ninguna de estas fallas ha sido subsanada.

La asistencia escolar irregular está afectando al 40 % de la población escolarizada de 3 a 17 años, alrededor de 2,6 millones de niños, niñas y adolescentes en el país.

Un estudio de la Asociación Civil Con la Escuela reveló en 2023 que 24 % de los maestros no son graduados en la carrera docente, es decir, no están capacitados ni formados para ejercer la profesión.

Sin maestros, sin futuro

“La reducción de docentes a nivel nacional ha afectado principalmente las áreas más sensibles para la formación: lengua, ciencias naturales y matemática. El ritmo de reposición de profesionales de la docencia no puede cubrir el déficit de maestros que tiene el país”, advierte Raquel Figueroa, fundadora y dirigente nacional del Movimiento de Educadores Simón Rodríguez.

La razón principal de la merma se concentra en la falta de respuesta del Estado a los reclamos del sector por mejoras salariales. “Los salarios de un maestro establecidos por el Gobierno van de 7 a 16 dólares al mes. Incluso, los maestros con dedicación exclusiva y estudios avanzados o de cuarto nivel pueden aspirar, en el mejor de los casos, a 600 bolívares o 16 dólares, su equivalente a tasa oficial. A esto hay que sumarle los bonos, que no tienen ninguna incidencia en el ahorro del maestro de cara a una jubilación. Esto produce una fuerte desmotivación. ¿Quién querría estudiar una carrera universitaria para ganar esto?”, cuestiona Figueroa.

Casos como el de la docente Ana Reyes son claro ejemplo de lo que enfrenta un maestro en Venezuela.

Reyes trabaja en una escuela rural del estado Zulia y debe gastar dos dólares diarios en transporte para atender a sus estudiantes y después regresar a su casa. El pago del traslado no lo cubre su sueldo mensual, por lo que vende paledonias, una torta endulzada con papelón típica de algunas regiones venezolanas.

“Las paledonias las vendo en 20 bolívares en efectivo, las preparo en bandejas de aluminio y las salgo a vender para conseguir efectivo y poder ir a la escuela. Las instalaciones no están deterioradas, pero son zonas de difícil acceso y con problemas de comunicación”, cuenta la docente nivel IV con 19 años de servicio y seis años en una escuela de la parroquia Arístides Calvani, en la ciudad de Cabimas.

"Los maestros recibían créditos para estudiar y comprar, soy madre soltera y así pude costear los estudios de mis hijos y comprar en mi casa. Hoy ni para el pasaje"

Ana Reyes, maestra

El futuro de la educación es materia incierta, tanto para los maestros y profesores, como para quienes se forman en aulas desde el nivel preescolar hasta el universitario.

Esa incertidumbre es la que enfrenta día a día, Robert Linares. Su cupo en la Universidad Marítima el Caribe podrá estar “congelado” por dos semestres, mientras él decide su destino: cambiar de rama hacía otra carrera que no exija los conocimientos que no recibió en su formación de educación media general o lanzarse en busca de trabajo o un emprendimiento, que le permita sumar un ingreso a su núcleo familiar.