Sin servicios
de calidad

Sin servicios
de calidad

Humberto, de 56 años de edad, amaneció un jueves de agosto con fuertes dolores de estómago y con una diarrea desde dos días antes, que no se detenía con las medicinas tomadas en casa. Un desvanecimiento lo convenció de pedirle a su hijo que lo llevase a una clínica, gracias a que aún cuenta con seguro médico. El diagnóstico resultó ser una fuerte gastroenteritis debido a una bacteria. Estos contagios suelen ocurrir por la ingesta de comida contaminada, pero en el caso de Humberto la razón podía ser otra: el agua que sale de los grifos de su casa.

“Me sentí bastante mal, me sentía débil y con náuseas. Cuando me atendieron en la clínica, me dijeron que estaba deshidratado. Luego de hacerme los exámenes me dijeron que tenía gastroenteritis, y me dejaron varias horas para ponerme el suero y el tratamiento. Me puse a pensar qué habría comido para enfermarme, porque yo tenía varias semanas trabajando desde casa. Seguí con la duda hasta que uno de mis vecinos nos preguntó si nos estaba llegando el agua sucia, y fue cuando caí en cuenta”, relata Humberto.

En la urbanización en la que vive en el municipio Baruta, estado Miranda, observó por varios días cómo llegaba el agua por los grifos de la cocina, baños y ducha con un color amarillo y con un fuerte olor fétido. Esto hizo que los inodoros se mancharan y ensuciaran más de la cuenta.

“Mi esposa no se quería ni bañar porque le daba asco cómo estaba saliendo el agua, y fuimos varios días a bañarnos en casa de una de mis hermanas, en Chacao. Tuvimos que comprar más botellones de agua, no solo para beber, sino también para lavar los alimentos porque ya no confiamos en que los filtros puedan con tanta suciedad y contaminación. ¿Quién se va a cepillar los dientes con un agua amarilla?”, se pregunta Humberto.

La Venezuela capaz de prestar servicios públicos de calidad quedó en el recuerdo de quienes vivieron la segunda mitad del siglo XX y los primeros años de este milenio. No hay zona del país que escape de las fallas eléctricas, la falta de agua potable, la lentitud en el internet y los problemas en la distribución del gas doméstico. Y no se trata solo de que se cuente o no con el servicio, esto va mucho más allá, ya que acarrea serios problemas de salud física y mental a los venezolanos.

Para expertos consultados por ARI, la corrupción y la politización de las empresas estatales se gestaron con la llegada de la “revolución chavista”, y desdibujaron la figura del Estado que garantiza el gozo de los derechos a servicios de calidad, lo que convirtió el día a día de los ciudadanos en un calvario.

José María de Viana, exvicepresidente de Hidrocapital, recuerda que en los últimos 20 años no se construyeron obras en el sistema hídrico. Señala que entre 1999 y el 2000 se distribuían 147.000 litros de agua por segundo, y hoy, solo la mitad. Añade que la desinversión y la desprofesionalización paralizó la parte operativa.

El Observatorio Venezolano de Servicios Públicos (OVSP) acota que la electricidad y el agua se han mantenido como los peores valorados por la población. El resultado de unas 7.800 encuestas en 12 ciudades del país, sobre el desempeño de los servicios, advierte que el agua ocupa el primer lugar con 45,3 %; seguido de la energía eléctrica, con 32 %, y el suministro del gas en bombona, con 7,1 %.

“En 2019 fue la última vez que llegó el agua por la tubería en mi casa. Desde entonces, hemos resuelto el servicio cargando agua por el cerro para poder abastecernos. En el año 2022 reunimos dinero y compramos una bomba y unos 70 metros de manguera para poder recibir el agua desde la casa que está más abajo”, cuenta Wilson Peña, habitante del sector Las Lluvias en La Guaira, el estado donde se encuentra el principal aeropuerto del país.

Relata que en la actualidad a la zona llega al agua una vez al mes, y que su familia logra “agarrar siempre y cuando el agua la envíen por varias horas, porque hay que esperar que los vecinos llenen sus tanques para pegar la manguera”.

En otros sectores, el servicio es más ineficiente. Vecinos de la parroquia Carlos Soublette coinciden en que el líquido llega una vez al mes. Para paliar la carestía algunos cargan agua de diversas tomas en la calle, como una ubicada en la puerta del cementerio de Pariata. Otras personas pagan hasta 20 dólares por cisterna.

En algunas zonas se capitaliza el agua de montaña. Se trata de tomas conectadas a manantiales de lo alto del cerro. Por 10 dólares, las personas tienen la oportunidad de llenar un tanque con agua fresca que viene de esas fuentes naturales.

Humberto dice que si estuviera cerca de una montaña también recogería agua allí, en vez de esperar a que le llegue por los grifos. “Es mucho más segura. A nosotros nos llega el agua con regularidad. Ha mejorado el suministro, pero llega sucia y amarilla cada cierto tiempo. Vamos a tener que contratar a alguien para que nos limpie el tanque, y quién sabe cuánto nos costará”.

Mientras que los ciudadanos se quedan sin saber dónde acudir, “en el chat de Whatsapp de la calle varios vecinos comentaron que les estaba llegando el agua sucia y que habían puesto la denuncia a través de las redes de Hidrocapital, pero hasta ahora no han respondido ni han venido a informarnos qué podemos hacer si esa situación continúa”, acota Humberto.

La organización no gubernamental (ONG) Monitor Salud informó que 73,3 % de 33 hospitales públicos en 14 estados y el Distrito Capital utilizaron sus plantas eléctricas durante el apagón nacional del 30 de agosto de 2024.

Indicó que 84,4 % de los centros cuentan con plantas eléctricas, aunque no todas están operativas.

En 44,8 % de los hospitales se usaron las plantas para áreas críticas y se activaron manualmente, mientras que en 55,2 % de los centros el funcionamiento fue automático.

Se declaró la primera emergencia eléctrica. El entonces presidente Hugo Chávez atribuyó la crisis a una sequía por el fenómeno El Niño.

Se comenzó a aplicar en el país el racionamiento eléctrico.

Luego de 2010 se declararon “estados mayores eléctricos”.

Un apagón de gran magnitud el ocurrió el 3 de septiembre en horas del mediodía, originado por una falla en la línea de transmisión principal de 765 000 kV. Según el gobierno, fue la razón que ocasionó que casi 70 % de Venezuela se quedara sin suministro eléctrico.

Venezuela sufrió una grave crisis de electricidad que causó cortes de energía, cierres de la industria y la decisión del presidente Nicolás Maduro de reducir las horas de trabajo de los empleados del gobierno.

El 19 de octubre, el edificio de la Asamblea Nacional se quedó sin luz mientras los diputados debatían un proyecto de ley para el sector eléctrico.

Una avería en la subestación eléctrica La Arenosa, en el estado Carabobo, dejó sin luz a 13 estados.

Se produjo un mega apagón en Venezuela. Durante siete días varios estados quedaron a oscuras luego de que un corte eléctrico tras una falla en la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar, ubicada en la represa del Guri en el estado Bolívar, privó del servicio a más del 90 % del país.

Durante este año hubo 157.719 cortes eléctricos, mientras que el primer trimestre del 2021 cerró con más de 15.000 fallas, según datos aportados por el Comité de Afectados por los Apagones.

Representantes de la Organización no Gubernamental Afectados por los Apagones advirtieron que las averías en el servicio eléctrico en Venezuela aumentaron 22 % con respecto a 2021.

En el país se registraron en 2022 un total de 233.298 interrupciones de este servicio. Los estados más afectados fueron Zulia, Táchira, Carabobo, Mérida y Miranda.

Venezuela aún muestra constantes cortes eléctricos. Según informaciones dadas por expertos, al día se registran cerca de 200 interrupciones breves del servicio.

El problema de los servicios públicos se extiende al sector eléctrico. Víctor Poleo, ingeniero, afirma que el oficialismo propició la debacle en 2008 con la creación de la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) al centralizar las operaciones y eliminar las empresas estatales que existían en su momento en varias regiones del país. Destacó que al erigirse la compañía se dejó a un lado la planificación que por años se hizo y que buscaba robustecer la oferta basándose en las proyecciones del crecimiento país.

“En 20 años se le ha inyectado al Servicio Eléctrico Nacional (SEN) dos veces más recursos de lo que se destinó en 50 años de la segunda mitad del siglo XX, y no tenemos nada. En los años 90, el SEN mantuvo electrificado a casi todo el país, pero el oficialismo los convirtió en un sistema que le falla a un tercio de la población. El apagón del 2019 es testimonio del peligro en el que se encuentra el país”, comenta.

“Si nos quedamos a oscuras una vez, quién nos asegura que no va a volver a pasar”, dice Jazmín, vecina de El Paraíso en Caracas, al recordar el mega apagón de 2019. Asegura que a diferencia de hace cinco años, ahora en su zona se va la luz al menos tres veces a la semana. Comenta que cada vez que falla piensa que podría repetirse, lo que demuestra el trauma que dejó el evento.

“Otro problema que tenemos es que si se va la electricidad, nos quedamos sin agua en casa. Tenemos un tanque subterráneo y si la bomba no funciona, no puede subir hacia la tubería. En el apagón de 2019 tuvimos que amarrar un balde con una cuerda para así bajarlo hasta el tanque y agarrar agua, pero llegó un momento que no se pudo. Parecía como si estuviéramos en el campo tratando con un pozo seco”, comenta Humberto.

En Barquisimeto, estado Lara, hay racionamiento eléctrico como en las otras regiones. En las zonas populares se va la luz al menos un día sí y otro no, por al menos seis horas. Lo mismo ocurre en Mérida y en muchas más ciudades. Sin embargo, las constantes fluctuaciones que ocurren en algunas zonas afectan los equipos eléctricos, y los ciudadanos deben comprar otros sin opciones para exigir a alguna instancia gubernamental compensación por los daños.

“Algunos aparatos eléctricos los tenemos con protectores, pero otros no. Cada vez que hay fallas intermitentes rogamos que no esté dañada la nevera al intentar encenderla”, comenta Azaf de La Guaira.

Poleo y De Viana coinciden en que desde la desidia gubernamental han atentado contra el derecho a disponer de bienes y servicios de calidad, tal y como lo establece la Constitución.

Una opinión similar tiene Andrés Azpúrua, ingeniero y director de la ONG VE Sin Filtro, dedicada a la protección de los derechos digitales. “Aunque pareciera que en Venezuela tenemos mucho interés en el internet, la realidad es que en comparación con los países de la región por muchos años nuestro internet ha sido de los peores”, dice.

Azpúrua asevera que mientras en otros países se debate sobre declarar el acceso a la conexión como un derecho humano, la realidad venezolana es que es profundamente desigual. Sobre lo que pasa con el internet en el país, el experto comenta que empresas privadas han buscado opciones con el tema de la fibra óptica, pero añade: “Mientras unos pueden pagarla, otros no tienen ninguna”.

Otro ejemplo expuesto por el ingeniero es que hay personas que pagan a las compañías estatales pese a tener meses, y hasta años, sin poder acceder al servicio; otros optaron por resolver por su propia cuenta la ineficiencia estatal.

De acuerdo con los consultados, la debacle de los servicios básicos comenzó a evidenciarse hace al menos 15 años. Sin embargo, el gobernante Nicolás Maduro la achaca a las sanciones y supuestas conspiraciones.

"Todas las personas tendrán derecho a disponer de bienes y servicios de calidad, así como a una información adecuada y no engañosa sobre el contenido y características de los productos y servicios que consumen, a la libertad de elección y a un trato equitativo y digno. La ley establecerá los mecanismos necesarios para garantizar esos derechos, las normas de control de calidad y cantidad de bienes y servicios, los procedimientos de defensa del público consumidor, el resarcimiento de los daños ocasionados y las sanciones correspondientes por la violación de estos derechos"

Artículo 117 de la Constitución

El 30 de agosto de 2024 ocurrió un nuevo mega apagón que afectó a 21 estados por varias horas. Ese día la ansiedad se apoderó de muchos venezolanos que recordaron la falla eléctrica de 2019, cuando estuvieron sin luz por casi una semana.

Fuente: Organización Mundial de la Salud | Perfiles de país del cáncer en la niñez: Venezuela (2021).

(*) Varios nombres de los testimonios fueron cambiados por seguridad o a petición de las personas.