Trabajo informal
para cobrar en dólares
Trabajo informal
para cobrar en dólares
Fuera de su trabajo formal, Sindy Contreras, empleada del sector público en el estado Yaracuy, atiende de manera privada a niños con dificultades de aprendizaje y es tutora de tesis. Cuando los días “son malos”, es decir, cuando el ingreso es bajo, también vende comida en casa con su familia.
“Yo devengo un sueldo quincenal de 284 bolívares y con una cesta básica de alimentos de entre 800 y 1.000 dólares, aproximadamente, ese salario en bolívar débil no alcanza. Un kilo de carne, por ejemplo, costaba hace unos días 268 bolívares y, un kilo de queso, 296 bolívares”, cuenta Sindy.
Tener varios oficios de manera informal, como muchos otros venezolanos, le permite a esta educadora de profesión aumentar sus ingresos al cobrarlos en dólares. “En un día gano con ellos (los niños a los que les da clases particulares) lo mismo que en un mes en la escuela (en la que trabaja formalmente)”, explica. Sin embargo, aún se le dificulta contar con los beneficios propios de un trabajo formal, entre ellos, un seguro privado, el cual recibía mediante los hoy desaparecidos contratos colectivos de la administración pública.
La víctima de las distorsiones laborales acaba siendo la población, dejada a su suerte sin un marco de normas que establezcan las reglas del juego, con sus derechos y deberes bien delimitados. A raíz de la desaplicación de las leyes ―incluso la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras (Lottt) quedó prácticamente en desuso―, decenas de derechos son quebrantados día a día.
El desentendimiento del Estado sobre sus responsabilidades llegó al punto de dejar en manos de los privados la política salarial. El Ejecutivo no aprueba un aumento desde el 15 de marzo de 2022, es decir, hace dos años y medio.
A modo de compensación, entrega bonos a través del carnet de la patria sin incidencia alguna en prestaciones sociales o cualquier beneficio contemplado en la ley. Del sueldo mínimo que reciben los trabajadores públicos, 97 % corresponde a bonos y, solo 3 %, al salario.
Sindy recibe la ayuda de los bonos que entrega el gobierno y que aún, afirma, no alcanzan para cubrir las necesidades básicas.
“El bono de guerra económica de 90 dólares que supuestamente era un incentivo, solo sirve para menospreciar lo que pedimos los docentes que son sueldos dignos. Tenemos dos años que no aumentan los salarios. Al igual que el bono de alimentación de 40 dólares, sigue siendo poco para cubrir. Al sacar las cuentas, debes elegir qué puedes comer que sea nutritivo, pero que además puedas pagar los servicios básicos y otros gastos diarios como el pasaje del transporte y el de mis hijos”, dice.
Pese a que el dólar ha disminuido su cuota en el total de transacciones en el mercado venezolano de 67 % en 2021 a 45 % en 2024, y ganado espacio el bolívar, la moneda norteamericana se mantiene como protagonista en la economía nacional. Su uso en efectivo es el motor principal para una informalidad rampante, sector que conglomera a casi un cuarto de la población económicamente activa del país, según datos de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) elaborada por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).
De acuerdo con el economista Demetrio Marotta, investigador de la UCAB, este crecimiento de la informalidad ofrece a los venezolanos la oportunidad de “sobrevivir por su cuenta” sin que el Estado haga mayores esfuerzos en materia salarial. Para el Gobierno, no es mayor problema asumir los riesgos de la informalidad debido a que son actividades con muy poca capacidad de hacer crecer la economía
“Saben que por ahí están perdiendo una buena cantidad de impuestos y de control, pero a mi modo de ver, eso no le preocupa tanto porque son pequeñas células de emprendimiento, pequeñas actividades locales, poco tecnificadas, con poco desarrollo financiero, y muchas de ellas están limitadas en crecimiento”, destaca.
Esta necesidad de “resolver”, ante la precariedad en el mercado laboral formal, ha originado distorsiones tales como la persistencia de mayores ingresos en la informalidad que en empleos formales. De acuerdo con un estudio de Equilibrium CenDE, en los mejores rangos de ingreso se ubican más “trabajadores por cuenta propia” que “empleados” asalariados.
Mientras que solo 2 % de la población empleada formalmente genera, en promedio, más de 550 dólares mensuales, hasta 6 % de los trabajadores por cuenta propia alcanzan este renglón de ingresos. Esto quiere decir que es mucho más rentable para el venezolano buscar espacios en la informalidad que dedicarse a una actividad formal, lo que perjudica un crecimiento económico bien orientado y planificado.
Hay una mayor ganancia política para el chavismo/madurismo en dejar de hacer, y en su lugar facilitar que la población resuelva sus propios problemas. Es una estrategia que les ha funcionado en los últimos años, aunque no sea efectiva para propiciar crecimiento económico real.
"El Estado ya no está. El Estado cada vez se ha ido retirando más por muchas razones, entre ellas, la mala gestión. Este gobierno se ha caracterizado por una muy mala gestión administrativa, más allá de las sanciones, más allá de todo lo que se pueda establecer por esa vía"
Demetrio Marotta, investigador de la UCAB
Y es que la dolarización de facto que se instauró en Venezuela desde 2019, con el mega apagón eléctrico, ayuda a muchos venezolanos a sobrevivir a la constante alta inflación y devaluación de la economía. Desde entonces, se observan dólares circulando en las calles, bodegones vendiendo productos importados en las avenidas de cualquier ciudad y un sinfín de revendedores informales.
Sindy cuenta que no recibe remesas porque toda su familia está en Venezuela y viven del día a día: “En mi casa vendemos empanadas por encargo, y si la situación económica se complica porque hay días buenos y otros que no, me dedico a ser profesora de tesis. De todo eso vivo yo, no de mi sueldo formal”.
En efecto, la economía se dinamizó desde 2021 y los venezolanos comenzaron a cobrar su trabajo en dólares; o en pesos, si viven en la frontera con Colombia. Sin embargo, algo no encajaba en este nuevo contexto. Después de todo, desde el Estado no hubo cambios significativos en materia jurídica. Entonces, sin condiciones distintas ¿Cómo se originó esta nueva dinámica?
La respuesta no yace en nuevas normas, o en un marco jurídico que incentive la actividad económica, sino en la desaplicación de las reglas de juego que había implementado el gobierno chavista en años anteriores para regular la economía. En lugar de cambiar su política desde las bases, la decisión gubernamental fue dejar de intervenir en la producción privada y delegar la responsabilidad de dirigir un esquema sin reglas claras.
Así lo describe la consultora Ecoanalítica, al resaltar que esta desaplicación de normas dio lugar a un marco jurídico débil y frágil, incapaz de crear bases sólidas para el crecimiento económico. Ello explica, en parte, por qué la economía no ha tenido un mejor rendimiento en este período de recuperación incipiente.
"Lo que está ocurriendo, es la desaplicación de las leyes, y no su derogación o modificación para crear un nuevo marco jurídico que sí genere confianza. El Gobierno fue más permisivo, más laxo en la aplicación de las leyes, pero cuando vuelve a haber un tema delicado, vuelven las fiscalizaciones y los ajustes de precios", apunta Jesús Palacios, economista senior de Ecoanalítica.
Discursivamente, algunos de los demonios de la política económica chavista en el pasado son ahora vistos con buenos ojos, mientras que sus otrora banderas quedaron completamente en el olvido. El dólar pasó de ser un enemigo desestabilizador a ser una “válvula de escape”; y la perseguida informalidad, de ser combatida a ser celebrada tras un disfrazado “emprendimiento”.
“Yo tengo que trasladarme desde Cocorote hasta San Felipe (capital del estado Yaracuy) para ir al trabajo, y debo pagar 300 bolívares por el transporte cada 10 días (salario quincenal es de 284 bolívares). Hoy como docente solo me queda el amor y la pasión, porque estoy pagando para ir a educar a mis propios alumnos”, afirma Sindy. Así es su historia.