El legado del expresidente venezolano Hugo Chávez estuvo marcado por el nepotismo: familiares y amigos obtuvieron cargos públicos durante más de una década sin que la meritocracia contara. Doce años después de su muerte, esta práctica continúa aunque beneficia a menos familias. Los parientes de Cilia Flores, Nicolás Maduro Guerra y Diosdado Cabello están a la cabeza de los nombramientos.
Imagínese obtener un cargo público gracias a que un familiar con poder le dio empleo. Ese fue el caso de Carlos Erick Malpica Flores, quien en 2007 fue parte del despacho de la Asamblea Nacional de Venezuela porque su tía, Cilia Flores, la primera combatiente (primera dama) de Venezuela, usó su puesto como presidenta del Poder Legislativo para incluir 47 familiares en cargos públicos en el despacho. Él estuvo en ese grupo.
Suponga que, una vez en el puesto, no hace falta expandir o especializar sus estudios. Tampoco necesita acumular años de experiencia: solo debe ganar la confianza de su familiar con poder y saber esconder el dinero. Así, Malpica Flores obtuvo más de 20 cargos como subtesorero, director y secretario de distintas instituciones públicas como el Ministerio para Relaciones Exteriores, la Vicepresidencia (con la Fundación Pro-Patria 2000), la Oficina Nacional del Tesoro (ONT), el Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela (BANDES), la Oficina Nacional de Presupuesto (ONAPRE) y Petróleos de Venezuela S.A.
Todas esas instituciones estaban bajo el mando de la tía Cilia, del exesposo de ella –Walter Gavidia– o de la pareja actual de su primera dama: el gobernante Nicolás Maduro Moros.
Piense ahora que diversos medios de comunicación venezolanos e internacionales le acusan de corrupción… A Malpica Flores quizás le pareció que siempre podría reinventarse. Por eso, él ya no está en cargos públicos. Cilia Flores lo promovió y hoy es uno de sus testaferros principales. Según investigaciones periodísticas de Armando.Info, Runrun.es, Poderopedia, El Pitazo y Connectas, creó distintas empresas en Panamá para limpiar capitales provenientes de entidades públicas venezolanas —como Fundación Pro-Patria 2000— o para transferir grandes cantidades de dinero a sus familiares y crear más empresas fuera de Venezuela.
El de Malpica Flores no es un caso aislado. Otros miembros de la familia, como Giuson Fernando Flores, hermano de la primera dama, avanzan en la pirámide laboral. Él , también empezó como uno de los 47 familiares que estaba en el despacho de la Asamblea Nacional en 2007. Desde el 27 de diciembre de 2024 es Director encargado del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime).
Tal como si fuera un sistema feudalista, Nicolás Maduro, Cilia Flores y Diosdado Cabello han puesto a sus familiares en distintas posiciones en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, además de otras instituciones como el Servicio Nacional de Impuestos y Administración Tributaria (Seniat) y el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin). El nepotismo es moneda de uso corriente en Venezuela. Al menos siete familias han sabido asegurar su presencia en los organismos e instituciones del Estado venezolano y se reparten cargos y nombramientos desde que en 1999 se instauró el chavismo en el poder. Así lo refleja esta investigación de Runrun.es después de revisar Gacetas Oficiales y artículos de prensa publicados entre marzo de 2013 y agosto de 2025.
La práctica del nepotismo en el Estado compromete la administración pública y fomenta la corrupción en un gobierno que se ha caracterizado por la ausencia de transparencia en todos los ámbitos, de acuerdo con estudios académicos, organizaciones como PROVEA e informes de instituciones internacionales como la ONU.
Una tradición corrupta
Aunque no es ilegal de forma expresa, varias leyes venezolanas contemplan artículos que busca prevenir el nepotismo, incluyendo la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (artículos 145 y 146), la Ley Contra la Corrupción (artículo 15), el Código de Ética de las Servidoras y Servidores Públicos (artículo 6) y la Ley del Estatuto de la Función Pública (según sus artículos 33 y 40). Pero en la práctica, ha quedado impune al menos en los últimos 25 años.
Hace una década, una red de 24 familias vinculadas al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) tenía presencia, a través de sus miembros, en todos los poderes públicos. Así lo demostró una investigación de Transparencia Venezuela y Runrun.es en 2015. Ahora, pese a que ese número se redujo, al menos cuatro de las familias que quedan aumentaron su poder.
La concentración de las castas nepotistas aumentó la corrupción: Transparencia Internacional calificó a Venezuela en el puesto 178 de 180 de naciones más corruptas del mundo en 2024. El país solo es superado por Sudán del Sur y Somalia, dos naciones africanas rodeadas de conflictos armados internos y autoritarismos.
Uno de los factores del deterioro de la democracia venezolana, según Transparencia Internacional, es que las castas lideradas por Cilia Flores y Diosdado Cabello han acumulado más cargos públicos de alto costo político y más casos de corrupción al desplazar a otras castas que se beneficiaban del nepotismo del PSUV (incluída la familia de Hugo Chávez Frías).
Tal como en la saga de fantasía épica Canción de Hielo y Fuego de George R. R. Martin (que dio origen a la serie Juego de Tronos), esta distribución del poder entre familias ha pasado por las muertes de algunos de sus integrantes y el ejercicio unilateral del poder.
Tres grandes olas de reconfiguración
De las 24 castas que Transparencia Venezuela y Runrun.es encontraron en 2015 quedaron siete castas con casos registrados para agosto de 2025. La mayoría de los casos de nepotismo que quedan están relacionados a Cilia Flores, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, ya sea por tráfico de influencia o por vínculos familiares.
Además de la muerte del expresidente, la primera tanda de reducción de castas políticas sucedió en 2017, cuando Luisa Ortega Díaz se deslindó del Ministerio Público y empezó a denunciar públicamente las violaciones sistemáticas de derechos humanos en el país.
Según una investigación de la ONG colombiana Pares, la reconfiguración del 2017 buscó privilegiar a los Maduro-Flores a través de la reducción de la familia de Diosdado Cabello en cargos públicos dentro del Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (SENIAT). También se le redujo el poder a miembros del chavismo que tenían familiares dentro de la Cancillería venezolana y el Poder Judicial, liderado en aquel entonces por Luisa Estella Morales; el Ministerio de Vivienda, comandado en esos días por Ricardo Molina; y la Contraloría Venezolana, cuya cabeza era Manuel Galindo.
Luego, en 2023, ocurrió el caso de corrupción conocido como Pdvsa-cripto, donde la familia de Cilia Flores y los hermanos Rodríguez impusieron cargos públicos a través del tráfico de influencias (amistades, no familia) que le eran leales para reemplazar toda la esfera de poder que giraba en torno a Tareck El Aissami. Los enroques fueron investigados por Runrun.es.
Entre las dos grandes olas, la muerte de algunos dirigentes del PSUV como Rolando Corao, Darío Vivas o Aristóbulo Istúriz mermaron la influencia de castas familiares dentro del poder hasta casi su extinción. De estos casos, solo la familia de Hugo Chávez Frías, con el control del estado Barinas, y la presencia de la hoy diputada a la Asamblea Nacional, Jaqueline Faría y su hija Andrea Gabriela Corao, quien trabaja en la Cancillería Venezolana, se mantienen para septiembre de 2025.
La tercera ola de reconfiguración del nepotismo del PSUV sucede después de las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2025. Diosdado Cabello, al asumir el cargo de ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, ingresó a miembros de su círculo familiar y de amistades en cargos de poder constantemente. Otros casos, como la dupla de Calixto Ortega Ríos (magistrado del Tribunal Supremo de Justicia) y Calixto Ortega Sánchez (presidente del Banco Central de Venezuela hasta abril de 2025 y sobrino del magistrado) han sido desplazados por miembros de la familia extendida del matrimonio presidencial.
Si bien quedan casos de nepotismo entre los dirigentes Carmen Meléndez —actual alcaldesa de Distrito Capital, cuyo hijastro es presidente de Pequiven y del Banco de Venezuela y su esposo es embajador de Venezuela en Alemania— y Francisco Arias Cárdenas —actual diputado de la Asamblea Nacional, cuyo hermano es cónsul de Venezuela en Cúcuta, Colombia—, su permanencia parece estar anclada a los “clanes chavistas”, esferas de influencia dentro de los poderes públicos de Nicolás Maduro, de Diosdado Cabello y de los hermanos Rodríguez, que se fortalecieron luego de las cuestionadas elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024. El poder de estos grupos continúa en expansión a través de la fidelidad y los negocios.
