El humor venezolano tiene un mérito raro. Es una de las pocas actividades nacionales que no solo ha sobrevivido durante estos diez años, sino que ha prosperado hasta alcanzar niveles nunca alcanzados en nuestra historia. Aquí repasamos sus altibajos y algunos de sus protagonistas principales
Por Javier Melero De Luca
Para nadie es un secreto que los últimos diez años en Venezuela han sido… (agregue usted aquí el calificativo de su preferencia). Estamos objetivamente peor que hace una década en casi cualquier métrica política, social o económica; pero hay un aspecto de la venezolanidad que no solo ha sobrevivido a la crisis, sino que ha prosperado.
En el prólogo de la antología 70 años de humor en Venezuela, Francisco Suniaga escribe: «En Venezuela, en esta época de vacas flacas y escasa productividad de la industria nacional, el humorismo ha florecido […] y se ha convertido incluso en uno de nuestros pocos bienes exportables. Tal ha sido el flujo exportador que ya dejaron de ser noticia las giras de nuestros humoristas a Colombia, España, Canadá, Australia, Perú, Nueva York y, por supuesto, Miami».
Aún dentro de su tragedia, Venezuela dejó de ser un país monoproductor e, irónicamente, comenzó a exportar un bien bastante más ecológico: comedia. Así como las telenovelas de los 80s y 90s expandieron la cultura venezolana por el mundo, hoy la punta de lanza de la expansión de nuestra idiosincrasia es el humor y, específicamente, el stand-up. Por supuesto, el boom actual del humor no comenzó de la nada.
La patria de Bolívar tiene una riquísima tradición humorística. En el ámbito escrito hay referencias ineludibles como el Fantoches de Francisco Martínez y Job Pim; El Camaleón de Graterolacho o El Sádico Ilustrado de Zapata. En la radio hemos tenido programas como la Radio Rochela Radio, el Sargento Fullchola o el Monstruo de la mañana de Chataing; y por supuesto, en la TV, seriados como El Show de Joselo, Bienvenidos y, sobre todo, el programa rey de la comedia venezolana: la Radio Rochela, el seriado de humor más longevo del mundo, según el libro de Records Guinness.
Por supuesto, esta explosión del humor no estuvo exenta de dificultades.
La tenaza de la censura
(2007- hasta la fecha)
A pesar de la riqueza de nuestro acervo humorístico, en la Venezuela del siglo XXI ocurrió —y sigue ocurriendo— un fenómeno sociológico peculiar y, tal vez, sin precedentes. El ascenso de las redes sociales en la primera década de los años 2000 y, en paralelo, la estricta censura que el régimen de Hugo Chávez y, luego, Nicolás Maduro, impusieron sobre el espectro radioeléctrico aceleraron un proceso de socavamiento de los medios masivos que en otros países venía siendo más lento. Eso, sumado a la grave crisis económica y social del país, causaron que el humor, especialmente el humor político, saliera de los grandes espacios de difusión masiva.
Solo hay que fijarse en esta secuencia de hechos:
En 2007, por decisión de CONATEL, sale del aire RCTV, la estación de señal abierta más longeva de Venezuela y, con ella, desaparece también la Radio Rochela. El canal del Estado se convierte en un órgano de propaganda del régimen y los dos grandes canales que podían transmitir espacios de humor, Venevisión y Televén, son absolutamente censurados o autocensurados por las amenazas del gobierno. Comienza a ejecutarse la llamada «hegemonía comunicacional de la revolución», anunciada por el entonces ministro de comunicación, Andrés Izarra.
En paralelo a la TV comienza el control y la censura de las cadenas de radio. En 2009, el gobierno de Hugo Chávez retira la concesión a CNB, el circuito radial con más emisoras en Venezuela. Las emisoras que no cierran quedan pendiendo de un hilo, con la amenaza de las concesiones a la vuelta de la esquina.
El proceso fue lento pero seguro. Ya en 2013 desaparece de Televén el programa Misión Emilio, liderado por Emilio Lovera y, en 2014, lo hace también Chataing TV, un late show conducido por Luis Chataing y desde el que se proyectaron las carreras de varios humoristas exitosos como Led Varela y José Rafael Guzman.
Entre 2009 y 2014 se modifica la línea editorial de casi todos los grandes medios impresos tradicionales, impulsados por la censura gubernamental y el cambio de propiedad de esos medios hacia personas y empresas cercanas al régimen. Por esa razón, en 2014, se apagan casi en simultáneo las columnas de los grandes humoristas gráficos venezolanos: Rayma (El Universal); Weil (Últimas Noticias) y EDO (El Mundo). Además, en 2015 fallece Pedro León Zapata, el legendario viñetista de El Nacional.
En cualquier caso, con la prensa impresa, la radio y la TV fuera del juego, el humor había perdido sus espacios naturales. Se convirtió en un reducto, en una actividad de catacumbas, alternativa y nocturna. Aún así, consiguió dos últimos lugares para sobrevivir: las redes sociales —que estaban recién nacidas— y los bares caraqueños.
Baja el telón, sube el telón: comienza el primer acto de resistencia del humor venezolano.
Un roedor
y un puñado de bares
En mayo de 2008, tres ex creativos de Sony Entertainment Television, Oswaldo Graziani, Juan Andrés Ravell y Elio Casale, decidieron crear un blog que parodiara las publicaciones periodísticas digitales que habían surgido para combatir la censura gubernamental a la prensa impresa.
Esa iniciativa se llamó El Chiqüire Bipolar. Hoy, el Chigüire es casi tan conocido como la Harina Pan, pero en ese entonces eran solo tres amigos con un blog y una cuenta de Twitter que nadie conocía.
Herederos de la genial tradición de la sátira política venezolana, comenzaron a hacer el correlato humorístico de la ya disparatada realidad nacional. No hay espacio en este trabajo para detallar lo que alcanzaron; baste decir que, indirectamente, el Chigüire y la agencia de publicidad que estaba detrás, Plop Contenidos, se convirtieron en el semillero y punto de encuentro de una enorme cantidad de futuros comediantes venezolanos.
En paralelo había comenzado otro fenómeno, aún más alternativo y clandestino que las redes sociales: la escena de los bares caraqueños. Este movimiento fue interesante porque alimentó y fue alimentado por lo que ocurría en Internet.
La fiebre
del stand-up
Los humoristas venezolanos no se ponen de acuerdo sobre la fecha exacta, pero entre 2008 y 2010 una nueva generación descubrió e hizo absolutamente suyo un género de comedia mordaz y simple que se ha convertido en una de las formas más agudas de comentario social de nuestro tiempo, el stand-up, en el que un comediante se pone de pie sobre un escenario para desarrollar oralmente una rutina previamente escrita sin más recursos que sí mismo.
Aunque no lo llamaban así, los humoristas de la generación anterior hacían algo muy parecido, solo que usaban una frase castellana: el monólogo humorístico. Emilio Lovera y Laureano Márquez, grandes exponentes del formato, recuerdan cómo en los años ochenta e incluso en los noventa, parte del elenco de la Radio Rochela hacía presentaciones colectivas para empresas o entidades públicas en las que se representaban sketches cómicos, se cantaba, se hacían imitaciones y se contaban chistes. Hubo locales míticos en Caracas, como La Guacharaca, donde tenían lugar muchos de esos espectáculos.
Lo cierto es que en algún punto de 2008, dos humoristas luchaban para que el público y los comediantes más jóvenes entendieran cómo se comía eso del stand-up. El primero de esos promotores fue un —en aquel entonces— nada famoso ex-alumno de periodismo de la UCV que había conocido el género en España, a principios del 2000; y el segundo, un humorista ya curtido, de influencia más anglosajona: George Harris y Carlos Sicilia, respectivamente.
George inició un circuito de stand-up en un local de El Rosal, en Caracas, llamado En Vivo. Tuvo mucho éxito, pero duró poco por razones ajenas a la comedia. Luego Carlos, animado por el éxito de George, hizo lo propio desde El Molino, en la Solano. Finalmente, George, en un nuevo intento, logró configurar otro circuito que duraría más de una década en un local recientemente desaparecido que influyó mucho en la escena standupera nacional: los lunes de Micrófono Abierto en el Teatro Bar, en Las Mercedes. Ahí se forjarían y lanzarían las carreras de toda una generación de artistas de la risa.
Luego vendría La Quinta Bar, con sus noches de Probando Material, producidas por Mariana Egloff y Bobby Comedia y, finalmente, Pizpa Fun, en 2014, que continúa operando y se ha convertido en un oasis para los comediantes locales.
El punto es que en Plop se conocieron (muchos de ellos) y en los bares se foguearon comediantes como Daniel Pistola, Led Varela, José Rafael Guzman, el Profesor Briceño, Bobby Comedia, Nanutria, Ale Otero, Rey Vecchionace, La Nadia María y muchos otros como Ricardo Del Búfalo o Gabo Ruiz. Algunos lograron pasar brevemente a la TV o la Radio, en programas como Misión Emilio y Chataing TV, justo antes de que la censura los serruchara del todo.
¿La época dorada
de la comedia local?
(2010-2016)
Total que entre 2010 y 2016, con la censura ahorcando a los medios tradicionales, la gente se volcó hacia los bares y a algunos sitios menos trasnochadores como Teatrex o el entonces llamado Centro Cultural BOD. Se consolidó una pequeña industria del humor que atrajo como un imán a comediantes de toda Venezuela.
Comenzaron los shows colectivos de stand-up como El Efecto Chicharra o Mi país, tú país, con gran éxito de taquilla. Eran fórmulas herederas de shows anteriores que habían sido muy exitosos, aunque más aislados, como La Re-constituyente de Laureano Márquez, Claudio Nazoa y Rolando Salazar.
Además, comediantes más veteranos, como Laureano Márquez y Sergio Jablon habían creado iniciativas de formación para nuevos humoristas. A esas iniciativas se añadieron más tarde (2015) otras como La Escuela del Humor de Jorge Parra y Ale Otero, que tuvo incluso acreditación universitaria y funcionó por varios años, o los talleres de Reuben Morales.
Se multiplicaron también las presentaciones corporativas para diversas empresas y el teatro de improvisación tomó por un buen tiempo espacios como el Celarg. Iniciativas humorísticas humanitarias como Dr. Yaso vivieron su mejor momento y se multiplicaron programas de humor y entretenimiento en la radio.
De los shows colectivos de stand-up, en los que se presentaban dos, tres o más humoristas en una misma noche, se pasó a los unipersonales, en los que un solo comediante tenía la fuerza suficiente como para que la gente pagara una entrada y llenara un teatro. Así se crearon los mejores shows del stand-up nacional hasta ese momento.
(Este unipersonal ocurrió en 2018, pero es un buen exponente del género local)
Por si fuera poco, casi en simultáneo empezaron a crearse iniciativas humorísticas para Youtube como Santo Robot, El Mostacho, Pero tenemos patria, El Sancocho, Temporada de Conejos, etc. Chucho Roldán, Nanutria, Andreína Borges, Leo Rojas, Lorena Ledezma, Manuel Silva, Ale Otero, la Vero Gómez, José Rafael Guzman, Daniel Pistola, Led Varela, Elías Muñoz, la Nadia María, entre otros, se hicieron caras familiares para la generación que estaba conectada a YouTube.
Peeeero…
siempre hay un pero
(2017-2021)
Luego de la muerte de Hugo Chávez en 2013, el aparato gubernamental pareció resentir la ya maltrecha libertad que había y redobló los esfuerzos de la censura. Echó de todos los espacios públicos (como el Celarg, el Teresa Carreño o los hoteles de Venetur) a quienes no siguieran la línea oficial.
Además, la crisis económica mostró su peor cara. Terminó de apagarse el aparato productivo nacional y se desató una de las mayores inflaciones de todos los tiempos. Se agudizó la crisis política y estallaron en diversas oleadas las llamadas güarimbas. Muchos locales nocturnos bajaron forzosamente su actividad y las presentaciones corporativas comenzaron a escasear o a ser mal pagadas.
En 2017, el aparato oficial promulgó la llamada Ley del Odio, un instrumento que, sumado a la anterior Ley Resorte de 2004, terminó de poner los clavos al ataúd de los derechos a la libertad de expresión en el país.
«Cuando uno hace un chiste [sobre un político], casi inmediatamente lo redime, pero esta gente es tan bajita de entendimiento que no sabe el poder que tiene el humor para redimir. Por eso lo persiguen y lo acosan», explica Emilio Lovera.
Laureano Márquez, en una conversación durante el podcast Chiste Interno, cita una frase que se le atribuye al presidente Soublette: «Venezuela no se ha perdido ni se perderá porque el pueblo se ría de su presidente. Venezuela podrá perderse cuando el presidente se ría de su pueblo».
De hecho, ese año sale del aire Calma Pueblo que, en opinión de muchos humoristas, fue uno de los mejores programas de humor radial que había tenido Venezuela. Su fin no solo obedece a la censura gubernamental que, a través de CONATEL, hizo salir al programa del aire, sino también a un cambio de sensibilidad en las audiencias.
Conversando sobre la Ley del Odio, Lovera comenta: «Todo puede ser visto como odio si le pones empeño. Y pareciera que solo quien detenta el poder tiene derecho a odiar».
Márquez también opina al respecto: «El humor puede relajar una situación política tensa o puede agudizarla. Cuando Pedro León Zapata publicaba la caricatura de un militar con una espada diciendo: «A mí la sociedad civil me gusta firme y a discreción», Chávez sale indignado a insultar a Zapata. ¿Por qué? Porque le ha dado en el alma. Porque ha desnudado demasiado al poder».
«Al poder habría que dividirlo —opina de nuevo Emilio— porque «el poder» durante la democracia podría haber sido Carlos Andrés, Caldera o Lusinchi… La actitud frente al humor depende mucho de lo que cada gobernante sienta. Por ejemplo, la única vez que yo salí a ocho columnas en un periódico vespertino fue por un chiste en el que le decía «burro» a Carlos Andres Pérez… El generador de conflicto estaba allí, el que me denunció, el periodista que escribió la historia, el que me publicó… todo estaba allí esperando una reacción del poder. Y el poder dijo (Emilio se transforma de pronto en Carlos Andrés y, con acento gocho, dice): «Un presidente no está pa’ esas pendejadas». Ese día empecé a respetar a Carlos Andrés Pérez. El día que me llamó pendejo pensé: «Este tipo es bueno».
En una especie de diálogo a la distancia con su colega Emilio, Laureano reflexiona: «Esto es un debate, de si el humorismo favorece o no al poder autoritario, ofreciéndole válvulas de desahogo a una energía que, si no encontrara el camino del humor, podría transformarse en rebelión abierta. Sobre esto se dicen cosas como que la KGB tenía un departamento que hacía chistes contra el régimen soviético para que por ahí se drenaran las frustraciones del pueblo, pero eso tiene un límite. Cuando el humor desnuda abiertamente al poder se vuelve peligroso. Por eso prohibieron El Gran Dictador de Chaplin en tantos países. El humor puede tener ese doble papel de crítica controlada y ese otro rol subversivo que deja al poder sin argumentos».
El #MeToo
y la cultura de la cancelación
(2017-2021)
El movimiento #MeToo de 2017 marca el comienzo de esa nueva sensibilidad sobre lo que da y no da risa. Ese movimiento tendrá su correlato criollo en el #YoSíTeCreo de 2021.
Las redes sociales habían alentado mucha libertad y el stand-up local estaba buscando sus formas. Esto hizo que durante varios años algunos humoristas no tuvieran claro dónde estaba la línea y que, por tanto, hubiese polémicas en las que estuvieron involucrados entertainers y comediantes de todos los estilos como Nacho Redondo, la Vero Gómez, Alex Goncalves o el Profesor Briceño.
«Si tomamos en cuenta los likes, el engagement y los comentarios en redes, —explica Emilio Lovera— lo que antes podía parecer muy gracioso para mucha gente, hoy en día parece terriblemente hiriente y burlón. Además, —continúa— hay una nueva generación que no tuvo escuela en ese aspecto; es decir, no tuvieron un gremio que les enseñase la «ética del humor».
«Había un código —continúa Emilio— entre los humoristas más viejos que nosotros: Charles Barry, Virgilio Galindo, Roberto Hernández, Cayito Aponte, Pepeto López… todos ellos tenían un código de ética y nos lo enseñaban a cada rato. Una de esas reglas es que no debías meterte con grupos que no podían defenderse […]. Mi generación mantiene mucho ese código y por eso no se equivoca tan fácilmente».
La Vero Gómez, personalidad de radio, humorista y pionera del crowdwork local, reflexiona sobre esos años: «Tuvimos que aprender a hacer humor de todo a pesar del miedo a las cancelaciones. Hay una línea muy fina ahorita entre lo que está bien y lo que está mal. Siempre alguien se puede ofender. Antes, por ignorancia, se hacían chistes de muchos temas que ahorita ni de vaina podrías…»
La diáspora
y el mercado internacional
de la comedía
Como es sabido, la crisis económica y la censura hicieron que entre 2014 y 2019 se agudizara y masificara uno de los éxodos más grandes y acelerados de la historia contemporánea mundial. Es lo que hoy conocemos como la diáspora venezolana. Obviamente, en esa migración masiva se fueron buena parte de nuestros humoristas.
Aquí comienza el segundo acto de resistencia del humor venezolano, tanto de los que se fueron del país como de los que se quedaron. Unos porque tuvieron que abrirse paso en culturas diferentes, trabajar en los oficios más dispares y sufrir la nostalgia de todo migrante; los otros porque debieron enfrentarse a la censura, la estrechez económica y las limitaciones inherentes a una Venezuela en crisis.
Oswaldo Graziani no duda: «Lo más importante que le ha pasado al humor venezolano en los últimos diez años es la diáspora». Y continúa: «Eso ha permitido que nuestro humor viaje a todas partes del mundo. Hay decenas de comediantes venezolanos llenando locales y logrando sold-outs en ciudades donde jamás pensarías que habría un venezolano».
México, Miami, Colombia, Argentina, España… Nuestros comediantes llegaron a todos los destinos y comenzaron a hacerse un sitio dentro de la comunidad venezolana de esas ciudades; pero además, el hecho de que hubiese venezolanos en todas partes abría plazas para la comedia en cualquier lado.
Esto propició que tanto los comediantes que migraron como los que siguen viviendo en Venezuela se hicieran itinerantes, acompañando y haciendo reír a sus compatriotas en cualquier esquina del planeta.
Y no solo eso, nuestros humoristas también comenzaron a hacerse un lugar entre el público local. Nanutria en Argentina ya no solo le habla a la comunidad venezolana, sino que le saca carcajadas a los porteños. Poly Díaz mata de risa a los mexicanos en el DF; Angelo Colina le habla a todos los latinos en Washington o Nueva York, e Iván Aristiguieta la rompe en Australia haciendo stand-up en inglés. La idiosincrasia venezolana se expande y poliniza a través del humor a las culturas que lo reciben. La arepa y los chistes van en la maleta con nuestro acento y el drama del exilio.
Entonces llegó la peste…
y explotaron las redes sociales
(2020-2023)
Hacia el mes de marzo de 2020, gran parte del mundo quedó encerrado por la pandemia del coronavirus. Por supuesto, una de las víctimas colaterales de ese confinamiento fue el humor en vivo. El teatro de improvisación y los shows de stand-up se hicieron inviables. Para muchos de nuestros comediantes esa era su principal fuente de ingresos.
¿Cuál fue la respuesta? «La virtualización de muchas cosas», comenta Reuben Morales, humorista y formador de humoristas. Comienza aquí el tercer acto de resistencia del humor venezolano.
La pandemia obligó a los comediantes a replantear la manera en que interactuaban con sus audiencias. Uno de esos replanteos fue el podcast de humor. Al comienzo, estos podcasts eran fundamentalmente productos auditivos, típicamente distribuidos en plataformas como Spotify, pero muy pronto la palabra podcast se convirtió en un nombre genérico para referirse a una conversación grabada no solo en audio, sino también en video, muy parecida en su dinámica a los programas de radio de toda la vida, pero con absoluta libertad editorial y publicados también en YouTube u otras plataformas de video on-line.
Entonces entre 2020 y 2023 comenzó la explosión de los podcasts. Es importante decir que, desde el punto de vista temporal, ya había otros humoristas haciendo podcasts desde antes de la pandemia. Escuela de nada, de Leo Rojas, Nacho Redondo y Chris Andrade o el De a toque, de Verónica Gómez y Gabo Ruiz, ta existían, por ejemplo.
Escuela de nada no solo continúa, sino que se ha convertido en uno de los podcasts más influyentes dentro de la escena humorística venezolana, con mucho éxito comercial y de público. Otro ejemplo de esto es El Cuartico.
Formado por Estefanía León, Chucho Roldán y Daniel Enrique, El Cuartico es un podcast de humor basado en México y dirigido al público venezolano y latinoamericano. Tiene la peculiaridad de que cada episodio está precedido por un sketch cómico, al mejor estilo de Santo Robot. Ese sketch hace de abrebocas temático para la conversación de ese día.
«Las plataformas de streaming no nos hacen caso porque Venezuela, en sí misma, es un mercado pequeño en comparación con Brasil o México», comenta Roldán. «No tenemos un especial de stand-up en Netflix pero, irónicamente, creo que Venezuela tiene más comediantes haciendo humor con éxito en Internet que ningún otro país de Latinoamérica».
¿La clave? Un buen producto, por supuesto, pero luego, una comunidad que valora tanto ese contenido que contribuye económicamente para sostenerlo vía Patreon u otras plataformas de crowdfunding. Eso le dio viabilidad a las carreras de decenas de humoristas dentro y fuera del país.
La comprensión del negocio y el éxito de los comediantes venezolanos han marcado hitos para toda la industria latinoamericana. Lele Pons, Marko y El George Harris, por ejemplo, han llevado el potencial de la comedia a un nuevo nivel.
Aunque su carrera se desarrolló completamente desde EE. UU. y la migración de sus padres ocurrió cuando ella era todavía una niña, Lele Pons se identifica como venezolana y sus actuaciones públicas en defensa de la democracia nacional así lo confirman. Es una de las celebridades latinas más importantes e influyentes de Internet y esa popularidad la logró haciendo videos cortos de comedia para redes sociales (Vine, Youtube, Instagram Reels y TikTok).
Por otro lado, Marco Pérez, mejor conocido como Marko, con su humor reguetonero, su exploración de diversos formatos para Youtube e Instagram y la promoción de artistas musicales y de cine, ha logrado un éxito comercial enorme y una proyección hacia toda la comunidad latina dentro y fuera de EE. UU. Es de los pocos humoristas venezolanos que ha conseguido llenar con sus shows venues masivos en Miami.
Y, por supuesto, George Harris, el George Harris. Su éxito es tan rotundo y masivo que le dedicaremos un epígrafe propio más abajo.
Entonces murió
el humor político
(2021-2023)
Venezuela ha estado híper politizada desde hace al menos veinticinco años. Eso hace que, en distintos momentos, la gente se harte del tema y quiera continuar con su vida sin pensar en elecciones ni protestas. En 2022, hacia el final del gobierno interino de Juan Guaidó, empezó uno de esos períodos. Y, con él, prácticamente desapareció el humor político.
«El humor político solo funciona cuando hay esperanza», comenta Oswaldo Graziani y añade: «Cuando la gente deja de tener esperanza, los chistes políticos ya no dan risa».
Algo parecido opina Luis Chataing: «A mí, la realidad venezolana me llevó de tener un programa que, por diseño, evitaba al 100% la política, a tener otro como De nuevo en la mañana que estaba exclusivamente dedicado a acompañar con humor a nuestra gente sobre lo que sufría en su día a día». Y continúa: «Cuando la gente pierde interés en la política, los que nos dedicamos al humor político nos vamos pa’ bajo también, pero es importante seguir haciéndolo a pesar de eso».
¿Deben seguir haciendo humor político los humoristas que quedan en el país?
«Los que están adentro deben seguir haciéndolo —afirma Chataing— siempre y cuando encuentren la forma de que no los atrapen… pero los que están adentro hicieron lo más importante: votaron. Los que estamos afuera somos los que tenemos la responsabilidad de seguir haciendo humor sobre lo que ocurre en el país. No podemos darle la espalda».
Con dos pares de…
resiliencias
En Venezuela, cuando de resiliencia se trata, es difícil escoger una sola iniciativa para resaltarla por encima de las demás. Los venezolanos hemos pasado por tantas adversidades que aparecen héroes en todos los rincones. Sin embargo, después de un esfuerzo de consultas a otros comediantes, podemos conseguir algunos consensos que, si bien no agotan el asunto, sí constituyen un primer espacio de acuerdo dentro del gremio.
Este trabajo quiere destacar algunas iniciativas organizacionales y algunas figuras individuales tanto dentro como fuera de Venezuela. Las primeras por haber beneficiado al medio de la comedia venezolana en general y las segundas por el peso específico y la estatura de sus carreras.
Doctor Yaso
e Improvisto
En 2005, Jorge Parra, un payaso argentino con alma llanera, comenzó dos iniciativas que perduran hasta hoy: Improvisto y Doctor Yaso, la primera es una compañía de teatro de improvisación y la segunda una franquicia social de payasos de hospital.
Improvisto está formada por varios equipos de 3 o 4 personas cada uno. Usan bragas de mecánico de distintos colores que simbolizan su compromiso con el trabajo y la pluralidad, esencial para la filosofía de la improvisación. En la cola antes de entrar, el público escribe frases con ideas sobre un papel. Esos papeles terminan en mitad del escenario, en un bowl de vidrio o una ensaladera. Entonces salen los equipos a escena, toman un papel, lo leen y, sin haber ensayado antes sobre ese tema, improvisan una rutina cómica que parece desafiar a la velocidad de la luz. Algo digno de ver. Ron Chávez es uno de los hijos ilustres de Improvisto y ha continuado practicando el oficio de la improvisación.
Luego está Doctor Yaso, un grupo de payasos voluntarios que van a los hospitales para acompañar y mejorar el ánimo de los enfermos. Es difícil determinar qué es lo más relevante de Doctor Yaso, si su labor en los hospitales o la formación que reciben los voluntarios en la práctica del clown y en el trato con los enfermos. Lo que está claro es que cuando uno de sus miembros entra a una habitación de hospital, con sus pelucas y sus chalupas de colores, da igual si son niños con cáncer o adultos con traumatismos múltiples, todos terminan con una sonrisa en el rostro.
Aunque ya Jorge no está en la dirección de Doctor Yaso, sí continúa con Improvisto. Comenta que el reto más grande para la agrupación ha sido la migración masiva de los jóvenes. «Improvisto fue creado para jóvenes universitarios. La migración de ese sector hace difícil conseguir el talento».
Cuando se le pregunta, ¿Qué has hecho para sostener a Improvisto todos estos años? La respuesta es clara: formación. «Improvisto es sobre todo una escuela de actores cómicos que dicta talleres periódicos para jóvenes», comenta Jorge. También lo ha ayudado el prestigio que tiene después de tantos años de trabajo. «La gente permanece en Improvisto por el orgullo de formar parte de un elenco con historia».
El Chigüire
Bipolar
Es la publicación de humor y sátira política más longeva de la historia venezolana, incluso más que El Camaleón. Ha sobrevivido a todas las crisis nacionales desde 2008 y ha acompañado a la gente a través de ellas. Además, Plop Contenidos, la empresa detrás de la publicación, ha servido como punto de encuentro y escuela para varias generaciones de humoristas venezolanos. Sin Plop, a la historia del humor en Venezuela le faltaría no solo el Chigüire, sino iniciativas como Isla Presidencial, El Mostacho y tal vez las carreras de quién sabe cuántos comediantes como Led Varela, Nanutria, Chucho Roldán, José Rafael Guzmán, Daniel Enrique, Estefanía León y muchas más.
Juan Andrés Ravell, uno de los creadores del Chigüire, comenta: «Diría que luego de la contracción económica de 2014-2015 ha sido difícil mantener el Chigüire, pero siempre hemos encontrado la forma de que se sostenga, bien sea con grants o usando algo de las ganancias de proyectos más comerciales».
Pizpa Fun
Fundado por Samuel Rodríguez y su esposa en 2014, es un local de pizza y parrilla —las dos pasiones culinarias de sus fundadores. Es de los pocos circuitos de stand-up que aún persisten en Caracas. Ha mantenido viva la escena de la comedía en Venezuela y ha ayudado a sostener las carreras de nuestros comediantes locales.
De nuevo
en la mañana
Aunque ya no existe, por diez años Luis Chataing y sus co-conductores acompañaron con humor y agudeza a los venezolanos en su tragedia, con la peculiaridad de que lo hicieron sin darle la espalda a la realidad política nacional. El programa comentaba con chispa las noticias del día anterior y aportaba una perspectiva crítica incluso en momentos de enorme censura. Con su documental Fuera del aire y sus luchas por mantener abiertas las ventanas de opinión en radio y TV, fue un ejemplo de resistencia contra el poder.
Emilio Lovera
No hay comediante venezolano que no reconozca el genio, la influencia, la perseverancia y la capacidad de reinvención de Emilio Lovera. Junto a Laureano Márquez, creó la época de oro de la Radio Rochela. Personajes como el Chunior, los woperó, el portu, los enanos colombianos y muchísimos otros se han convertido en tesoros de la historia humorística nacional. Además, sus presentaciones en vivo mezclan la imitación, el stand-up, la música en vivo y cualquier otra disciplina que pueda usar para hacer reír a la gente. Su delivery de chistes como el del «malandro cagao» son fotografías sociológicas de la idiosincrasia venezolana. Ha permanecido en el país a lo largo de todos estos años y continúa creando y buscando nuevos formatos para su humor.
George Harris
Caraqueño, comunicador, conductor de programas de TV, es el comediante venezolano con mayor proyección internacional y más récords de taquilla. Como todos, comenzó siendo un desconocido, apasionado por importar y promover el stand-up en Venezuela para luego alcanzar lo que los comediantes llaman «residencia permanente» en Miami; es decir, un lugar fijo desde el que produce su show de humor semana a semana. Ha logrado llenar lugares como el Luna Park de Buenos Aires, el Carnegie Hall de Nueva York (cosa que muy pocos latinos han logrado hasta ahora) y, finalmente, abarrotar el Movistar Arena de Chile, con una capacidad para 12 mil personas. Su show semanal en La Scala de Miami está sold-out con semanas de anticipación. Ha desbloqueado un nuevo nivel para los comediantes venezolanos y latinos de todo el mundo.
A modo
de excusa
Por su brevedad, este trabajo está condenado a ser superficial e incompleto. Deja por fuera la escena humorística del interior del país y las trayectorias de varios comediantes como el Conde del Guácharo, Rolando Salazar, Claudio Nazoa o David Comedia, entre otros. Quedarán para futuros trabajos.
De momento, lo importante era dar una idea de los períodos generales, los obstáculos que ha tenido que enfrentar nuestra comedia y el alcance que ha ganado en los últimos quince o veinte años. Hay trabajos periodísticos sobre la comedia venezolana en muchísimos medios de todo el mundo: desde The New York Times hasta El País de España.
Lastimosamente pareciera que las condiciones de libertad, movilidad y poder adquisitivo de las audiencias han hecho que los comediantes venezolanos en el extranjero prosperen más rápidamente que los que han permanecido en el país. Esperemos que esas condiciones cambien o que los humoristas locales consigan vías alternativas para seguir avanzando en sus carreras.
No hay servicio
sin remate
«No puede hacer humor quien no tenga el valor de sostener sus opiniones acerca de aquello que les acontece a él y a sus semejantes», escribe Roberto Echeto en la antología 70 años de humor en Venezuela.
Y, sin duda, hacer humor en el país ha necesitado de todo el empeño y la valentía de nuestros comediantes. Aún así, es un tópico culpar a nuestro sentido del humor de las tragedias nacionales, el «por eso estamos como estamos» o «todo es güachafita», como si la tragedia del país fuese el resultado directo de nuestro temperamento cómico.
Richard Wiseman, en su libro 59 Seconds cita un estudio sorprendente en el que se afirma que: «Las personas que utilizan espontáneamente el humor para afrontar el estrés tienen sistemas inmunológicos especialmente sanos, tienen un 40 por ciento menos probabilidades de sufrir un ataque cardíaco o un derrame cerebral, experimentan menos dolor durante la cirugía dental y viven cuatro años y medio más que el promedio».
Laureano Márquez, autor de El Código Bochinche —aquel libro paródico de El Código Da Vinci— también tiene una opinión distinta de nuestra situación. «Bolivia no tiene tanta güachafita e igual está jodida. Es decir, hay una serie de factores históricos… nuestro siglo XIX de guerras civiles; nuestras fuerzas armadas montando dictaduras en el siglo XX… son muchos los factores que han contribuido a nuestros males… Yo creo que el humor, por el contrario, le ha dado al venezolano un espíritu crítico y reflexivo. Es una manera de promover también la tolerancia. En código de humor puedes decir cosas que en código serio te llevarían a los puños. Por tanto yo creo que el humor no es la causa de nuestras adversidades históricas. Es la consecuencia de ellas».
Refiriéndose a la comedia, Francisco Suniaga escribe: «El hecho de que esa actividad, a pesar de su importancia, no aparezca reflejada en los informes anuales del Banco Central de Venezuela obedece a que esas giras no tienen una finalidad económica sino más bien humanitaria: hacer reír a la diáspora de cientos de miles de compatriotas que encuentran muy pocas razones para hacerlo, por ejemplo, en el invierno de Edmonton o en la grisura eterna de Lima».
Por eso y mucho más, esperamos que nuestros comediantes sigan triunfando y llevando el humor venezolano hasta el último confín de sus posibilidades.
Cronología de hechos relevantes
20 años
de humor en Venezuela
2004: Promulgación de la Ley Resorte.
2005: Creación de YouTube.
2005: Se crean Improvisto y Doctor Yaso.
2006: YouTube es comprado por Google.
2006: Creación de Twitter.
2007: Comienza la implantación de la «hegemonía comunicacional del chavismo». Cierre de RCTV. Última emisión en señal abierta de La Radio Rochela. Comienza De nuevo en la mañana de Luis Chataing.
2008: Se intensifica la censura estatal a la radio y la televisión. Comienza la publicación de El Chigüire Bipolar. Creación de los primeros circuitos de stand-up comedy en Caracas. En Vivo en El Rosal (George Harris); El Molino (Carlos Sicilia) y El Teatro Bar (George Harris).
2008-2009: Se retiran las concesiones a varias de las grandes cadenas radiales en Vzla (CNB). Basado en Maracaibo, se crea The Alejandro Hernández Show, uno de los primeros shows de comedia venezolana en YouTube. Los comediantes comienzan a frecuentar espacios como el Centro Cultural BOD, Teatrex, La Quinta Bar (y el Probando Material de Mariana Egloff y Bobby Comedia).
2010: Creación de Instagram. Lanzamiento de la serie Isla Presidencial. De Comedia Producciones lanza El Efecto Chicharra, el primer show colectivo de stand-up en Caracas.
2011: Se estrena el show Mi país, tú país con George Harris, Led Varela, el profesor Briceño y, más tarde, José Rafael Guzmán. Se crea El Mostacho.
2012: Facebook (actual Meta) adquiere Instagram y éste último se masifica.
2013: Muere Hugo Chávez. Asume la presidencia Nicolás Maduro. Se crea el show de humor político Pero tenemos patria. Venta del periódico Últimas Noticias y cambio de su línea editorial. Última transmisión de Misión Emilio en Televén. Se crea Santo Robot.
2014: Comienza la migración masiva de los venezolanos al exterior. Suspensión de ChataingTV en Televén. El Universal deja de publicar las viñetas de Rayma. EDO deja de publicar su columna en el diario El Mundo. Roberto Weil es despedido de Últimas Noticias. Se crea el show de humor El Sancocho para YouTube. Se crea Pizpa Fun, un local de pizza y parrilla en el que se presentan comediantes todo el año.
2015: Se crea La Escuela del Humor. Muere Pedro León Zapata. Aparece la frase «cultura de la cancelación» en la literatura académica.
2016: Año de protestas masivas en todo el país. Esto dificulta las presentaciones en vivo de los comediantes.
2017: Comienza el movimiento #MeToo en Estados Unidos. Hay un cambio de valores y un reajuste de lo que se considera políticamente correcto en el discurso público. Promulgación de la Ley del Odio. Sale del aire el programa De nuevo en la mañana de Luis Chataing después de 10 años de transmisión. Por órdenes de CONATEL, sale del aire el programa Calma pueblo de Verónica Gómez, José Rafael Guzmán y Manuel Silva, que se transmitía en La Mega 107.3. Se intensifica la migración masiva de venezolanos al exterior.
2018: Nicolás Maduro inicia su segundo período. Comienza la creación de podcasts humorísticos (De a toque, Escuela de nada). Los comediantes venezolanos empiezan a girar por el mundo con gran éxito de taquilla.
2019: Inicia el gobierno interino de Juan Guaidó.
2020: Comienza el confinamiento por la pandemia del COVID-19. Creación del podcast El Cuartico.
2021: Estalla el movimiento #YoSíTeCreo en Venezuela.
2022: El año de «Venezuela se arregló»
2023: Se crea Chiste Interno, el primer podcast sobre comedia venezolana, iniciativa de Oswaldo Graziani y Adrián Salas.
2024: Después de las elecciones presidenciales del 28 de julio, comienza una ola de protestas masivas para reclamar las actas de votación del proceso electoral. La respuesta del régimen de Maduro es la mayor ola de represión y censura que se ha visto en los últimos 60 años en Venezuela.
Cronología de hechos relevantes
20 años
de humor en Venezuela
2004: Promulgación de la Ley Resorte.
2005: Creación de YouTube.
2005: Se crean Improvisto y Doctor Yaso.
2006: YouTube es comprado por Google.
2006: Creación de Twitter.
2007: Comienza la implantación de la «hegemonía comunicacional del chavismo». Cierre de RCTV. Última emisión en señal abierta de La Radio Rochela. Comienza De nuevo en la mañana de Luis Chataing.
2008: Se intensifica la censura estatal a la radio y la televisión. Comienza la publicación de El Chigüire Bipolar. Creación de los primeros circuitos de stand-up comedy en Caracas. En Vivo en El Rosal (George Harris); El Molino (Carlos Sicilia) y El Teatro Bar (George Harris).
2008-2009: Se retiran las concesiones a varias de las grandes cadenas radiales en Vzla (CNB). Basado en Maracaibo, se crea The Alejandro Hernández Show, uno de los primeros shows de comedia venezolana en YouTube. Los comediantes comienzan a frecuentar espacios como el Centro Cultural BOD, Teatrex, La Quinta Bar (y el Probando Material de Mariana Egloff y Bobby Comedia).
2010: Creación de Instagram. Lanzamiento de la serie Isla Presidencial. De Comedia Producciones lanza El Efecto Chicharra, el primer show colectivo de stand-up en Caracas.
2011: Se estrena el show Mi país, tú país con George Harris, Led Varela, el profesor Briceño y, más tarde, José Rafael Guzmán. Se crea El Mostacho.
2012: Facebook (actual Meta) adquiere Instagram y éste último se masifica.
2013: Muere Hugo Chávez. Asume la presidencia Nicolás Maduro. Se crea el show de humor político Pero tenemos patria. Venta del periódico Últimas Noticias y cambio de su línea editorial. Última transmisión de Misión Emilio en Televén. Se crea Santo Robot.
2014: Comienza la migración masiva de los venezolanos al exterior. Suspensión de ChataingTV en Televén. El Universal deja de publicar las viñetas de Rayma. EDO deja de publicar su columna en el diario El Mundo. Roberto Weil es despedido de Últimas Noticias. Se crea el show de humor El Sancocho para YouTube. Se crea Pizpa Fun, un local de pizza y parrilla en el que se presentan comediantes todo el año.
2015: Se crea La Escuela del Humor. Muere Pedro León Zapata. Aparece la frase «cultura de la cancelación» en la literatura académica.
2016: Año de protestas masivas en todo el país. Esto dificulta las presentaciones en vivo de los comediantes.
2017: Comienza el movimiento #MeToo en Estados Unidos. Hay un cambio de valores y un reajuste de lo que se considera políticamente correcto en el discurso público. Promulgación de la Ley del Odio. Sale del aire el programa De nuevo en la mañana de Luis Chataing después de 10 años de transmisión. Por órdenes de CONATEL, sale del aire el programa Calma pueblo de Verónica Gómez, José Rafael Guzmán y Manuel Silva, que se transmitía en La Mega 107.3. Se intensifica la migración masiva de venezolanos al exterior.
2018: Nicolás Maduro inicia su segundo período. Comienza la creación de podcasts humorísticos (De a toque, Escuela de nada). Los comediantes venezolanos empiezan a girar por el mundo con gran éxito de taquilla.
2019: Inicia el gobierno interino de Juan Guaidó.
2020: Comienza el confinamiento por la pandemia del COVID-19. Creación del podcast El Cuartico.
2021: Estalla el movimiento #YoSíTeCreo en Venezuela.
2022: El año de «Venezuela se arregló»
2023: Se crea Chiste Interno, el primer podcast sobre comedia venezolana, iniciativa de Oswaldo Graziani y Adrián Salas.
2024: Después de las elecciones presidenciales del 28 de julio, comienza una ola de protestas masivas para reclamar las actas de votación del proceso electoral. La respuesta del régimen de Maduro es la mayor ola de represión y censura que se ha visto en los últimos 60 años en Venezuela.