En la comunidad de Barranquitas, una zona rural del estado Zulia y de 18.000 habitantes, último recodo del país que recupera el servicio de electricidad luego de un apagón nacional, hay un centro de salud donde el servicio no falla nunca gracias a unas instalaciones de paneles solares. Todo un lujo en un país donde diariamente hay miles que se quedan sin el servicio

Por Nataly Angulo

Sin luz, sin agua y sin gas son etiquetas que se han popularizado en los últimos 10 años en las redes sociales en Venezuela, y siguen apareciendo. Los venezolanos se las han ingeniado en la última década para paliar la crisis de los servicios públicos: prenden velas o fabrican mechurrios para iluminarse; cocinan con leña o abren pozos donde presienten que puede existir alguna fuente natural de agua.

Estas acciones primitivas suenan contradictorias en un país que cuenta con las mayores reservas probadas de petróleo en el mundo y ocupa el octavo lugar en reservas de gas natural. Contradictorias, sí, pero son la realidad de miles de ciudadanos.

La estatal Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) registra un déficit de al menos 1.000 megavatios (MW) para cubrir la demanda de Venezuela, que ronda los 13.500 MW. Al menos 80 % del país tiene el servicio de agua racionado y 75 % reporta la mala calidad del suministro, según la ONG Monitor Ciudad. Mientras, 11 % de los venezolanos cocina con leña o carbón porque no hay bombonas, según un monitoreo del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico (Cedice).

El ingenio de los venezolanos ha salido a flote como un acto de resiliencia a esa crisis que no da tregua en su día a día. El Pitazo muestra parte de esos actos de soluciones que le cambian la vida a comunidades vulnerables, como la de Barranquitas, en el estado Zulia, donde la innovación la llevó a tener un rayito de luz en medio de la oscuridad.

El sol, la energía para enfrentar
la crisis eléctrica

María Gabriela Urdaneta cumplía 12 horas con dolores de parto cuando Venezuela quedó a oscuras el 30 de agosto de 2024 debido a un apagón nacional que dejó sin electricidad por unas 20 horas al país de mayores reservas petroleras en el mundo.

La joven de 19 años vive en una zona rural del municipio La Villa del Rosario, en el estado Zulia, la región más golpeada por la crisis eléctrica, y la última en recuperar el servicio luego de una falla nacional por estar en la cola del Sistema Eléctrico Venezolano.

Cuando María Gabriela parió a su primera hija, Elviannys, más de una docena de estados tenía 14 horas sin servicio eléctrico por una falla que afectó la Central Hidroeléctrica Simón Bolívar, conocida como Guri, donde se produce el 80 % de la energía que demanda el país, aunque es una infraestructura con 38 años a cuestas.

El apagón, que perjudicó a millones de venezolanos, no entorpeció el trabajo de parto ni la asistencia médica que recibió la madre primeriza. María Gabriela parió en uno de los pocos centros de salud que no quedó sin electricidad ese 30 de agosto. El uso de la energía limpia y renovable garantizó que su hija no naciera en medio de la oscuridad y las linternas de celulares.

El ambulatorio rural II Teresa González, el único centro de salud en la comunidad de Barranquitas ㅡun pueblo pesquero de 18.000 habitantes ubicado a 116 kilómetros de Maracaiboㅡ cuenta con electricidad continua las 24 horas de los 365 días del año, un lujo en un país con déficit de generación eléctrica que obliga a la estatal Corpoelec a racionarles la electricidad a miles de usuarios cada día. También es el único centro en el estado Zulia que puede jactarse de esta ventaja.

La instalación de paneles solares en el centro de salud fue el paliativo para hacerle frente a una crisis eléctrica de vieja data. Ese atenuante permitió energizar sus áreas más prioritarias: sala de emergencia, quirófanos, medicina integral, odontología, sala de shock y hospitalización.

Contrario al cliché de muchos según el cual este es un país que tiró la toalla, que no quiere participar en nada, los datos demuestran lo contrario. El venezolano está dispuesto a participar

Ángel Oropeza, investigador. Psicodata 2024
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«El hospital más cercano queda en la parroquia Sixto Zambrano, a una hora del pueblo. Estos nos ayuda mucho a nosotros en la población», contó la vecina y trabajadora social María Luisa Hernández. 

La población Barranquita se queda sin servicio eléctrico al menos dos veces por semana por racionamiento, contaron sus habitantes. A esto se le suman las variaciones en el voltaje y las fallas de infraestructura eléctrica, como guayas, cables o transformadores. «Aquí hay muchas fallas de luz que tardan cinco, seis y hasta ocho horas, porque estamos muy retirados de la ciudad y los trabajadores de Corpoelec tardan mucho en llegar para reparar las guayas o transformadores», agregó Hernández.

Lo aislado de la comunidad y las fallas eléctricas continuas son las razones por las que la Alcaldía de la Villa del Rosario decidió materializar un proyecto del ingeniero Luis Cabrera, quien en 2019 ㅡcuando el país registró el apagón más largo de su historia y los racionamientos eran diariosㅡ propuso instalar paneles solares para iluminar las salas de emergencia y quirófanos de los hospitales. La propuesta del joven profesional, egresado de la Universidad del Zulia, le valió el reconocimiento de la Unesco, en París, y de la Federación Mundial de Organizaciones de Ingeniería. Sin embargo, debieron pasar cinco años para que se materializara.

«La generación fotovoltaica es un paliativo para respaldar las fallas eléctricas y que los ciudadanos no se vean afectados. Se trata de una energía limpia, que requiere una inversión inicial, pero que su durabilidad es de largo plazo y no necesita quemar combustible. Este proyecto le cambió la vida a una población vulnerable porque ahora puede recibir asistencia médica inmediata», explicó Cabrera.

En el ambulatorio de Barranquitas se instalaron 12 paneles solares para una potencia de 12.000 vatios, que cuenta con un inversor para convertir la energía solar en electricidad y unas baterías de almacenamiento. La inversión total fue de 25.000 dólares.

Y es que nuestro espíritu de lucha, nuestro ánimo de resistencia, la resiliencia intrínseca a cada uno, esa que viene en el ADN venezolano, nos obliga a levantarnos cada día pensando en cuál es el próximo salto al vacío (en el buen sentido)... Somos una especie de Rambo latinoamericano que no se rinde

Griselda Reyes, empresaria

«El día del apagón, el equipo estaba en plena carga y se energizó el ambulatorio con la energía solar. Cuando ya se estaba acercando la noche, se apagaron los equipos de mayor consumo, y el equipo trabajó con las baterías de almacenamiento, que estaban al 100 %, y se le dio energía al ambulatorio», explicó el ingeniero.

Los habitantes de Barranquitas no solo tienen garantizados los servicios de salud, sino que también reciben apoyo para cargar sus celulares e incluso aprovechar la señal de Internet con wifi. Este es un gran beneficio porque la zona queda incomunicada con los apagones al dejar de funcionar las señales de las empresas telefónicas.

«Una de las maravillas que ocurrió el día del apagón fue que nació una niña. En los sectores vulnerables es un impacto muy positivo porque ayudas a la gente», dijo Cabrera.

La energía fotovoltaica es la transformación directa de la radiación solar en electricidad a través de paneles solares. Estos sistemas de generación son usados en diferentes países del mundo con el objetivo de disminuir la factura de electricidad. En Venezuela el uso es otro: paliar la crisis del servicio eléctrico.

2014-2024:

Una década
de cables cruzados

En Venezuela el acceso a servicios públicos eficientes y continuos no está garantizado por el Estado, que se ha convertido en su único proveedor. Así como en Barranquitas, los ciudadanos han utilizado el ingenio para conseguir soluciones a la crisis. Las estatizaciones de la industria eléctrica, de las empresas distribuidoras de gas doméstico y el control de las hidrológicas muestran un saldo negativo décadas después de esas medidas. Veamos los momentos claves de esta tragedia

2014 | Venezuela cumple
5 años de cortes eléctricos

Este año, los venezolanos cumplían cinco años padeciendo de cortes del servicio eléctrico, una crisis que comenzó en 2009 con el deterioro de la infraestructura eléctrica y la falta de inversión para la expansión de la generación ante la creciente demanda. Fue clave para esta situación la nacionalización, por parte de Hugo Chávez, de las empresas del sector eléctrico para convertirlas en la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec), ocurrida en 2007. 

2015 | El sector privado
genera su electricidad

El gobierno de Nicolás Maduro redujo durante tres meses el horario laboral del sector público para ahorrar energía, y obligó al sector privado a autogenerar su propia electricidad. El Ejecutivo había gastado al menos 90.000 millones de dólares en el sector eléctrico nacional, según investigaciones del ingeniero José Aguilar. Pero los racionamientos eléctricos y las fallas, seguían.

2016 | Sin luz cuatro horas diarias

La crisis eléctrica afectó a millones de venezolanos. El Gobierno impuso en todo el país un racionamiento de al menos cuatro horas diarias, según, para enfrentar la sequía que afectaba el embalse del Guri, donde se generaba el 70 % de la electricidad que consume el país. Hoy es el 80 %. Los racionamientos afectaron otros servicios como el del agua, que ya estaba limitado por la falta de mantenimiento de su red de distribución.

2017 | Crisis del agua
se suma a la eléctrica

Otro servicio público hace crisis: 30 % de la población venezolana cumplía dos años con racionamientos de agua por tuberías. El promedio fue de 2 días de suministro por semana, según los planes de distribución publicados por las hidrológicas del país. El sector hidrológico del país mostraba los efectos de una desinversión en su red de distribución, con tuberías rotas, deficiencias en las estaciones de bombeo, y la no construcción de nuevos embalses.

2018 | Racionamiento eléctrico
en 12 estados

12.715 protestas se registraron en Venezuela, de las cuales 30 % fueron para exigir mejoras en los servicios públicos, según documentó el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social. Al menos una docena de estados padecían de racionamientos eléctricos, de agua potable, y el gas para cocina comenzaba a escasear. Los venezolanos pagaban hasta $30 mensuales para surtirse de agua potable y $10 para recargar la bombona de gas.

2019 | Año de El Apagón

El deterioro progresivo del servicio eléctrico alcanza su punto más alto: Venezuela se quedó a oscuras el 7 de marzo de 2019 y tomó cinco días restablecer el servicio por completo. Una falla en el Guri generó un blackout. El Gobierno aseguró que se trató de un sabotaje. Todos los servicios públicos colapsaron y en estados como Zulia, se registraron saqueos con pérdidas millonarias. El de marzo, fue el primero de cuatro apagones nacionales que ocurrieron en 2019, justo una década después de haberse decretado la emergencia eléctrica.

2020 | Nace PDVSA Gas Comunal

A los racionamientos de electricidad y agua, se sumó el del gas. Según un informe de la Asamblea Nacional, 53,4 % de los venezolanos no contaba con suministro regular de gas doméstico, y miles de venezolanos debieron talar árboles para cocinar con leña. La escasez se agudizó 11 años después de que el fallecido presidente Hugo Chávez estatizó, en 2009, las dos principales distribuidoras privadas de gas doméstico que servían de intermediarios entre Pdvsa y los consumidores. Crea Pdvsa Gas Comunal atendido por consejos comunales. Entonces, apenas el 12 % de los hogares contaba con gas por tubería.

2021 |  Cocinar en leña y sin agua

Al menos 27,2 % de los hogares venezolanos cocinaban en leña por la escasez de gas, mientras que 58,7 % optó por compra hornillas eléctricas, una opción poco segura en un país con permanentes fallas en el servicio eléctrico, según mediciones que hizo entonces el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos. En cuanto al agua, 95 % del país tenía racionado el servicio para ese año, según la ONG Monitor Ciudad, en medio de la pandemia por el COVID-19. 

2022 | Cobrar servicios ineficientes

Corpoelec impuso en Zulia un plan piloto para retomar el cobro de la factura eléctrica, suspendido 10 años atrás. Pronto se extendió al resto del país.  El cobro ocurrió (y sigue ocurriendo), mientras persistían (y persisten) los cortes diarios de electricidad y 60 % de los venezolanos valoraban negativamente el servicio, según el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos. El servicio de agua también se cobra, a pesar del racionamiento: 61 % tenía agua cada 3 o 4 días, según un informe de Cedice, en el que indicaron que el 86 % de los 91 embalses para la recolección de agua en el país estaban inoperativos.

2023 | Menos electricidad,
Más protestas

El Observatorio Venezolano de Conflictividad Social documentó 6.956 protestas, de las cuales 13 % fueron para exigir mejoras en los servicios públicos. El servicio eléctrico fue el más demandado, 76,8 % de la población lo valoró negativamente. Los cortes y fluctuaciones del voltaje se hicieron más frecuentes debido a la falta de mantenimiento de la infraestructura y el déficit de generación para atender a una demanda deprimida (ronda los 13.000 Mw), pese a contar con una capacidad instalada que pudiera cubrir dos veces el consumo eléctrico del país.

2024 | Otro Apagón…
de 20 horas

Un apagón nacional de hasta 20 horas sacudió a Venezuela el 30 de agosto de 2024. El evento, que el gobierno achacó a otro sabotaje en el sector, demostró que la crisis eléctrica en Venezuela no se ha superado después de 16 años del decreto de emergencia eléctrica y de más de 105.000 millones de dólares gastados en el sector en los últimos 20 años, según las investigaciones del ingeniero José Aguilar, especialista internacional de Generación de Energía y Riesgos. Mientras, los servicios de agua y de distribución de gas doméstico intentan regularizarse, sin llegar a ser continuos ni permanentes.

2014-2024:

Una década
de cables cruzados

En Venezuela el acceso a servicios públicos eficientes y continuos no está garantizado por el Estado, que se ha convertido en su único proveedor. Así como en Barranquitas, los ciudadanos han utilizado el ingenio para conseguir soluciones a la crisis. Las estatizaciones de la industria eléctrica y de las empresas distribuidoras de gas doméstico y el control de las hidrológicas muestran un saldo negativo décadas después de esas medidas. Veamos los momentos claves de esta tragedia

2014 | Venezuela cumple
5 años de cortes eléctricos

Este año, los venezolanos cumplían cinco años padeciendo de cortes del servicio eléctrico, una crisis que comenzó en 2009 con el deterioro de la infraestructura eléctrica y la falta de inversión para la expansión de la generación ante la creciente demanda. Fue clave para esta situación la nacionalización, por parte de Chávez, de las empresas del sector eléctrico para convertirlas en la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec), ocurrida en 2007. 

2015 | El sector privado
genera su electricidad

El gobierno de Nicolás Maduro redujo durante tres meses el horario laboral del sector público para ahorrar energía, y obligó al sector privado a autogenerar su propia electricidad. El Ejecutivo había gastado al menos 90.000 millones de dólares en el sector eléctrico nacional, según investigaciones del ingeniero José Aguilar. Pero los racionamientos eléctricos y las fallas, seguían.

2016 | Sin luz cuatro horas diarias

La crisis eléctrica afectó a millones de venezolanos. El Gobierno impuso en todo el país un racionamiento de al menos cuatro horas diarias, según, para enfrentar la sequía que afectaba el embalse del Guri, donde se generaba el 70 % de la electricidad que consume el país. Hoy es el 80 %. Los racionamientos afectaron otros servicios como el del agua, que ya estaba limitado por la falta de mantenimiento de su red de distribución.

2017 | Crisis del agua
se suma a la eléctrica

Otro servicio público hace crisis: 30 % de la población venezolana cumplía dos años con racionamientos de agua por tuberías. El promedio fue de 2 días de suministro por semana, según los planes de distribución publicados por las hidrológicas del país. El sector hidrológico del país mostraba los efectos de una desinversión en su red de distribución, con tuberías rotas, deficiencias en las estaciones de bombeo, y la no construcción de nuevos embalses.

2018 | Racionamiento eléctrico
en 12 estados

12.715 protestas se registraron en Venezuela, de las cuales 30 % fueron para exigir mejoras en los servicios públicos, según documentó el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social. Al menos una docena de estados padecían de racionamientos eléctricos, de agua potable, y el gas para cocina comenzaba a escasear. Los venezolanos pagaban hasta 30 $ mensuales para surtirse de agua potable y 10 $ para recargar la bombona de gas.

2019 | Año de El Apagón

El deterioro progresivo del servicio eléctrico alcanza su punto más alto: Venezuela se quedó a oscuras el 7 de marzo de 2019 y tomó cinco días restablecer el servicio por completo. Una falla en el Guri generó un blackout. El Gobierno aseguró que se trató de un sabotaje. Todos los servicios públicos colapsaron y en estados como Zulia, se registraron saqueos con pérdidas millonarias. El de marzo, fue el primero de cuatro apagones nacionales que ocurrieron en 2019, justo una década después de haberse decretado la emergencia eléctrica.

2020 | Nace PDVSA Gas Comunal

A los racionamientos de electricidad y agua, se sumó el del gas. Según un informe de la Asamblea Nacional, 53,4 % de los venezolanos no contaba con suministro regular de gas doméstico, y miles de venezolanos debieron talar árboles para cocinar con leña. La escasez se agudizó 11 años después de que el fallecido presidente Hugo Chávez estatizó, en 2009, las dos principales distribuidoras privadas de gas doméstico que servían de intermediarios entre Pdvsa y los consumidores. Crea Pdvsa Gas Comunal atendido por consejos comunales. Entonces, apenas el 12 % de los hogares contaba con gas por tubería.

2021 |  Hornillas eléctricas
sin electricidad

Al menos 27,2 % de los hogares venezolanos cocinaban en leña por la escasez de gas, mientras que 58,7 % optó por compra hornillas eléctricas, una opción poco segura en un país con permanentes fallas en el servicio eléctrico, según mediciones que hizo entonces el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos. El 95 % del país tenía racionado el servicio de agua, según la ONG Monitor Ciudad, en medio de la pandemia por el COVID-19. 

2022 | Cobrar un servicio ineficiente

Corpoelec impuso en Zulia un plan piloto para retomar el cobro de la factura eléctrica, suspendido 10 años atrás. Pronto se extendió al resto del país.  El cobro ocurrió (y sigue ocurriendo), mientras persistían los cortes diarios de electricidad y 60 % de los venezolanos valoraban negativamente el servicio, según el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos. Se mantenía el racionamiento de agua: 61 % tenía agua cada 3 o 4 días, según un informe de Cedice, en el que indicaron que el 86 % de los 91 embalses para la recolección de agua en el país estaban inoperativos.

2023 | Menos electricidad,
Más protestas

El Observatorio Venezolano de Conflictividad Social documentó 6.956 protestas, de las cuales 13 % fueron para exigir mejoras en los servicios públicos. El servicio eléctrico fue el más demandado, 76,8 % de la población lo valoró negativamente. Los cortes y fluctuaciones del voltaje se hicieron más frecuentes debido a la falta de mantenimiento de la infraestructura y el déficit de generación para atender a una demanda deprimida (ronda los 13.000 Mw), pese a contar con una capacidad instalada que pudiera cubrir dos veces el consumo eléctrico del país.

2024 | Otro Apagón…
de 20 horas

Un apagón nacional de hasta 20 horas sacudió a Venezuela el 30 de agosto de 2024. El evento, que el gobierno achacó a otro sabotaje en el sector, demostró que la crisis eléctrica en Venezuela no se ha superado después de 16 años del decreto de emergencia eléctrica y de más de 105.000 millones de dólares gastados en el sector en los últimos 20 años, según las investigaciones del ingeniero José Aguilar. Mientras, los servicios de agua y de distribución de gas doméstico intentan regularizarse, sin llegar a ser continuos ni permanentes.