El médico venezolano de 27 años, con nacionalidad italiana, siente que Venezuela necesita de sus jóvenes para recuperarse. Pretendía irse a Alemania a estudiar cuando sus planes cambiaron por la pandemia del COVID-19 y, actualmente, desarrolla su faceta de emprendedor con un proyecto de salud preventiva. Sostiene que en Venezuela ha logrado materializar sus sueños y considera que es una tierra por la que vale la pena seguir trabajando

Por Armando Altuve

Victorhugo Briceño Scremin conserva aún en su memoria la idea de Venezuela que le transmitieron sus padres y, en especial, su abuelo: un lugar donde hay oportunidades de crecer. La actual crisis política y económica sin una aparente solución a la vista alejó a la nación de la visión de desarrollo y progreso. Pero Victorhugo, un joven médico de 27 años, siente que, en medio de los escombros, es posible edificar un país de ensueño.

Por eso, no visualiza su futuro, como otros jóvenes de su generación, fuera de Venezuela, ni siquiera porque tiene en sus manos la posibilidad de ampliar sus horizontes en otras latitudes por su pasaporte italiano que heredó porque sus abuelos nacieron en Europa.

Si bien es consciente del abanico de opciones que tiene para crecer en otro país gracias a su otra nacionalidad, Victorhugo sostiene que al país le urge la presencia de las nuevas generaciones para sacarlo a flote. Cuenta que el año pasado pasó por su mente la idea de emigrar a Alemania, donde pretendía estudiar un posgrado. Por esa razón se encontraba en 2019 haciendo un curso para perfeccionar el idioma. Sin embargo, admite que su objetivo no era quedarse a vivir en Alemania. “La meta era irme y obtener todos los conocimientos y recursos que fortalecieran mi formación. El plan era irme a Alemania y hacer como Francisco de Miranda: traer los aprendizajes al país”.

Lo que ata a este joven al país, principalmente, es la posibilidad que tiene de seguir formándose como médico y ayudar a la gente que más requiere de su servicio. Comenta que la preparación en Medicina en Venezuela es una de las mejores porque los estudiantes, desde que están en las aulas, comienzan a tener contacto con los pacientes y adquieren una experiencia clínica que en otros países han valorado.

Victorhugo asegura que aún en Venezuela es rentable prepararse en una especialidad médica, a diferencia de otras naciones donde los desafíos para estudiar son mayores por los altos costos y por la demanda de médicos venezolanos que buscan en el exterior remuneraciones adecuadas y condiciones aceptables para ejercer la profesión.

El médico ha sabido ha sabido de compañeros de estudios que se han ido de Venezuela –al menos 30.000 médicos que emigraron hasta 2019, según la Federación Médica Venezolana (FMV)–, los retos que implica ser un migrante en otro país, como la barrera del idioma; los grados de competencia entre profesionales; y el choque de culturas y costumbres.

Victorhugo dice que ha tenido la oportunidad de viajar a otros países y ha conocido lo incómodo de la xenofobia y lo intrincado que resulta para un venezolano adaptarse a otra nación que no es la suya. "En otro país, como Alemania, por ejemplo, te pueden mirar raro si vas al supermercado y, al salir, tomas varias bolsas para llevar los productos. Y por esas situaciones mínimas observas que los migrantes venezolanos se unen con otros venezolanos, porque les cuesta encajar, y no se trata de que ellos sean buenos y nosotros malos".

Relata que a Italia solo lo unen lazos familiares y admite que en sus planes nunca estuvo vivir en ese país. Incluso, su madre le instó a sacar su carrera profesional como médico en Venezuela. "Italia es hermosísima, pero allí solo haría turismo, no viviría ni estudiaría. Allá me tratan como a uno de ellos porque soy de familia italiana. Mis parientes de Italia y yo no nos vemos mucho, pero siempre manifiestan que me quieren”.

Señala que él se siente tan optimista y resiliente como los compatriotas que ha conocido. Esas dos características lo identifican con su gente. Por esa razón, confiesa que no se imagina viviendo en otro país sin sentir ese espíritu que tienen sus compatriotas de superarse ante las adversidades, de ponerle una cara amable y convertir en un chiste una situación pesada y de dar el espaldarazo a otra persona así sea desconocida.

"De los venezolanos me gusta que buscamos brillar así el sol esté tapado. El que aunque le digan que no, él dice que sí y demuestra que es posible. Nuestra generación, por el momento político, ha estado acostumbrada a escuchar 'no puedes, no puedes', pero hemos visto que hay quienes salen adelante y ven en la crisis una oportunidad para crecer".

Sentimiento patriota

Victorhugo se define como joven idealista, pero, sobre todo, patriota. Sostiene que esa característica de su personalidad tomó fuerza durante sus años de estudio, y cuando decidió salir a marchar por la búsqueda de un cambio en el modelo político distinto al que ha ofrecido el chavismo por más de 20 años. Fue en esas manifestaciones de 2014 y 2017 que entendió la importancia de quedarse a luchar por el país que sus descendientes conocieron. Victorhugo reconoce que, como miles venezolanos, se ancló al camino de esperanza que habían labrado los líderes de oposición.

Mientras estudiaba el funcionamiento del cuerpo humano, Victorhugo mostró interés en involucrarse en algunas actividades del movimiento estudiantil, aunque no con una participación tan activa como la que tuvieron otros dirigentes de su generación. Estando allí, pudo comprender aún más el proceso político que atraviesa Venezuela y cómo, a su juicio, afectaba negativamente a los jóvenes, incluso a él mismo. Sostiene que gracias a sus padres, un ingeniero y una abogada, tuvo todo lo necesario para lograr sacar su carrera de Medicina. Le llamó la atención desde que cursaba las clases de biología en el liceo.

Sin embargo, tener la posibilidad de profesionalizarse sin tantos contratiempos no lo hizo ignorar la realidad de sus compañeros que no tenían ese mismo privilegio. Comprendió, por ejemplo, lo difícil que era para una persona estudiar una carrera como medicina y trabajar al mismo tiempo en un empleo en el que devengaba un sueldo que no le permitía ni siquiera cubrir gastos básicos. “Supe que habían estudiantes que pasaban necesidades. En la UCV observé que quienes nos preparábamos teníamos poco apoyo del Gobierno, no había recursos para la universidad. Con mis padres, gracias a Dios, no me faltó nada y mi única responsabilidad era estudiar, pero supe de compañeros del interior del país que ni podían alquilar una habitación en la ciudad”.

Con el paso de los años, Víctorhugo enfrentó los desmanes de la crisis hospitalaria y las consecuencias que esta situación traía para los pacientes y para su formación como médico. En su momento, afirma que la precariedad de los centros asistenciales lo desanimó al punto de que quiso irse del país. Pero continuó atado a esa esperanza de cambio que se respiraba en la calle durante los primeros meses de las manifestaciones antigubernamentales del 2017, cuando, además de protestar, atendió a los heridos producto de la represión de los policías y militares, porque formó parte del grupo de primeros auxilios de UCV.

Cuando Victorhugo percibió que esa esperanza de cambio en el país se desvanecía, visualizó sus próximos días en Europa. Pero la expansión del COVID-19 paralizó esos planes y, en cambio, el tiempo de aislamiento lo llevó a formarse como coach profesional en Opex Fitness, un institución estadounidense donde se forman expertos en entrenamiento físico y asesorías de nutrición para mejorar la salud. Con los frutos de esa formación, inició un proyecto centrado en salud preventiva que bautizó como VH. Consiste en ofrecer herramientas a los clientes que les permitan alcanzar un nivel de vida más sana, pero también ofrece clases en la disciplina CrossFit.

Actualmente Victorhugo busca darle sentido a su permanencia en Venezuela desde lo que mejor sabe hacer: generar bienestar a la población. Así decidió ser parte de esos "héroes anónimos", como los llama, que barren el patio de su casa, recogen los desperdicios y hacen un mejor país, parafraseando a la Madre Teresa de Calcuta. "Los verdaderos héroes construyen el país", enfatiza.

El médico reflexiona que su arraigo con el país no implica que deje de reconocer la crisis ni que pueda criticar lo que está mal y trabajar por mejorarlo. “Un país no puede ser dirigido por quienes piensan que todo está bien ni por quienes piensan que todo está mal. Al final, las crisis pasan por un ciclo. Leí las palabras de un jeque de Arabia Saudita que resumía que las crisis generan hombres fuertes, los hombres fuertes crean momentos buenos, pero los momentos buenos crean hombres débiles y estos crean crisis y luego de estas situaciones vuelven a surgir hombres fuertes que trabajan por volver a los momentos buenos".

Victorhugo siente que Venezuela hay que trabajarla teniendo mucha fe y fuerza. Le duele que el país que ayer fue el destino de miles de migrantes –entre ellos unos 30.800 italianos, según el Instituto Nacional de Estadística (2011)–, que llegaron para cristalizar sus proyectos de vida, hoy sea un lugar donde la gente sobrevive. Aún así considera esta tierra su hogar. "Es el país donde he evolucionado, donde hice realidad mi sueño de ser médico, y estoy desarrollando mi proyecto de vida, demostrando que es posible hacerlo a pesar de los obstáculos. Los venezolanos que nos quedamos, lo hacemos porque sentimos que estando aquí podemos hacer algo que levante al país".