MONITOR DE VÍCTIMAS | INFORME 2021 | CAPÍTULO 1

50 víctimas de homicidios cada mes en Caracas

MONITOR DE VÍCTIMAS | INFORME 2021 | CAPÍTULO 1

50 víctimas de homicidios cada mes en Caracas

B ryan Onel Cedeño Rengifo fue sacado de su vivienda la madrugada del viernes 8 de mayo de 2020. Varios cuerpos de seguridad del Estado ingresaron en su barrio, el José Félix Ribas de Petare, en el municipio Sucre del estado Miranda, para desmantelar la megabanda que controla la barriada: la de alias “Wilexis”. El operativo ordenado por el propio presidente Nicolás Maduro.

Aunque Cedeño Rengifo no estaba ligado a la organización delictiva liderada por Wilexis Alexander Acevedo Monasterios e integrada por más de 150 hombres, las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) lo ejecutaron frente a su madre e intentaron hacer creer a la opinión pública que se trataba de uno de los miembros de la banda. Pero él era un jugador de baloncesto muy querido en su vecindario. De hecho, sus vecinos trataron de defenderlo desde sus casas al gritar que no lo mataran porque se trataba de un deportista. 

El de Cedeño Rengifo fue uno de los 599 homicidios ocurridos durante 2020 en el Área Metropolitana de Caracas, según datos recogidos por Monitor de Víctimas. Su asesinato se inscribe dentro de las cifras de letalidad policial (incluye a los caídos en ejecuciones extrajudiciales y por resistencia a la autoridad), que es el móvil que cobró más víctimas en 2020: 204 en total. 

Si bien la violencia homicida reportó una disminución de 33 % con respecto a 2019 (cuando se registraron 897 muertes), en Caracas fueron asesinadas al menos 50 personas cada mes durante el encierro por la pandemia. Datos de Monitor de Víctimas arrojan que tanto los meses de cuarentena radical como las “semanas radicales” (bajo el esquema de 7x7 impuesto por el Gobierno), fueron los períodos en los que ocurrieron más asesinatos y buena parte de estos homicidios fueron perpetrados por los cuerpos de seguridad. 

En los meses de cuarentena total hubo en promedio seis homicidios por semana, mientras que en el transcurso de las semanas flexibles ese promedio bajó a dos.

Verónica Zubillaga, profesora de la Universidad Simón Bolívar y miembro fundadora de la Red de Activismo e Investigación por la Convivencia (Reacin), explicado que la mezcla de confinamiento, escasez de combustible y militarización solo contribuyeron a crear un entorno violento que propició los abusos policiales .

“Los primeros meses cuando comienza la pandemia son meses de mucha conflictividad, porque además está entrelazado el problema de la carencia de gasolina. Fue un período de muchísima tensión social y muchísima conflictividad (...) Si usted tiene una policía que la saca a la calle y que además le da rienda suelta a la acción, en términos de que es necesario el control social porque hay una situación latente muy intensa y puede ser muy explosiva, entonces, para hablar en el lenguaje policial, usted está dando luz verde para la extralimitación de la fuerza por parte de la policía ”, concluyó la experta.

El mes de mayo, cuando mataron a Cedeño Rengifo, fue el período en el que se registraron más homicidios en Caracas y el mes con el número mayor de homicidios por letalidad policial: 40 en total, que se traducen en un promedio de 10 cada semana . Ya para ese entonces, el país tenía más de mes y medio en férreo confinamiento por la pandemia de COVID-19. En ese escenario, las FAES y el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), junto a otros cuerpos de seguridad del Estado, iniciaron una arremetida contra la megabanda de Wilexis.

El movimiento de los uniformados lo detonó una orden presidencial. Durante una alocución, Nicolás Maduro presentó un vídeo en el que uno de los capturados de la Operación Gedeón –una fallida supuesta “invasión marítima” que arribó a la costa del estado Vargas con el presunto fin de cometer un magnicidio, asesinar a varias figuras del chavismo y asestar un golpe de Estado– quien aseguraba que el líder de la megabanda de Petare era parte de la conspiración política y había desatado una guerra fingida contra otro delincuente. 

La acción –según Maduro– contaba con el visto bueno de la Administración del Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) y se había creado con el fin de distraer la atención del plan magnicida. Por eso, ordenó el ataque al barrio.

Los policías entraron la madrugada del 8 de mayo de 2020 y, en solo una semana, mataron a más de una decena de personas. Entre los caídos estaba el nombre de Cedeño Rengifo.

Sobrepasada por la situación y el miedo, la familia del joven basquetbolista se fue del barrio después del asesinato. El caso de Cedeño Rengifo delinea perfectamente el perfil de las víctimas de la violencia homicida en la capital venezolana: él, quien era prospecto del equipo de baloncesto profesional Cocodrilos de Caracas, tenía 24 años y pertenecía al grupo etario con el número más alto de asesinatos: los que tienen entre 18 y 29 años, que suman 249 personas. 

Además, su muerte sucedió en Petare, la parroquia capitalina donde mataron a más personas en 2020 (130, que equivale a 22 % del total). Era un civil, de tez morena y sin estudios universitarios, como la mayoría de los que cayeron durante un año atípico, con escasa movilidad y en un entorno hostil y militarizado. 

Operativos letales

Cedeño Rengifo fue uno de los 13 hombres que murieron en José Félix Ribas en medio de los operativos de las fuerzas de seguridad contra la banda de "Wilexis" en mayo de 2020. Entre los identificados también se cuenta a Carlos Nava, José Gregorio Montes, Edwin Enrique Marín Flores, Deykel Carvallo, Antoni Enrique Crespo Rodríguez y Christian René Tovar Uribe (apodado Gusano) y un joven a quien conocían como "Alegría". Solo en los tres últimos casos se habla de enfrentamiento, el resto fueron ejecuciones perpetradas por las FAES, el CICPC y la GNB luego de sacar a las víctimas de sus casas. Solo uno de ellos tenía más de 30 años.

Los datos recolectados revelan que el accionar policial en el Área Metropolitana de Caracas durante el 2020 cobró la vida de 204 personas. Tres de cada 10 homicidios en la ciudad son responsabilidad de algún cuerpo de seguridad del Estado. Esa tendencia se repite desde 2018, cuando esta causa superó a las muertes por robo.

La letalidad policial puede ocurrir por resistencia a la autoridad o ejecuciones extrajudiciales por parte de los cuerpos de seguridad del Estado. Para hacer esta clasificación, Monitor de Víctimas toma en cuenta el testimonio de los familiares de los caídos, testigos del suceso, acta de defunción y minutas policiales disponibles. Es así como se determinó que el año pasado, de las 204 muertes registradas, 113 fueron ejecuciones extrajudiciales y 91 casos de resistencia a la autoridad. En general, la letalidad policial dejó la media de al menos 17 víctimas mensuales.

Los cálculos de Monitor de Víctimas apuntan que entre 2019 y 2020, la letalidad policial se redujo 40 % (pasó de 340 a 204 homicidios) y, a pesar de ello, continúa como el móvil que cobró la mayor cantidad de muertes el año pasado. Ni siquiera las restricciones de movilidad impuestas desde el Ejecutivo por la pandemia frenaron la acción de los uniformados.

“La proporción de muertes violentas perpetradas por la policía ha venido incrementándose en el tiempo (...) Pero también es una violencia que se ha racionalizado, entre comillas, queriendo decir que es una violencia letal pero más dirigida y específica que se vincula con el patrón de acción de las FAES ”, aseguró Verónica Zubillaga. 

Recordó que aunque los homicidios en general hayan disminuido desde 2016, las matanzas de los cuerpos de seguridad se dispararon en los años siguientes. De ocupar 25 % del total de los asesinatos ese año, pasó a casi 40 % en 2019, según datos oficiales, aseveró la socióloga.

Los números de Monitor de Víctimas también confirmaron que este tipo de homicidios suele ocurrir entre la madrugada y el amanecer, tal como sucedía con las muertes perpetradas durante las Operaciones de Liberación del Pueblo que, como recalcó Zubillaga, son el patrón que siguen las FAES. 

De los 204 casos, 65 se registraron entre las 5:00 am y las 7:00 am. En horas de la tarde, solo se alcanzó un pico importante a las 4:00 pm, cuando se reportaron otras 21 muertes. En el resto del horario diurno, no hubo más de 12 muertes al año por cada hora. La proporción bajó todavía más al caer la noche, pues a partir de las 7:00 pm los homicidios por letalidad policial disminuyeron a menos de seis por cada hora.

Entre mayo y junio ocurrió otro hecho vinculado a la banda de "Wilexis". Se trató de la desaparición de cinco jóvenes de José Félix Ribas que, dos semanas después, fueron hallados muertos en la parte alta del barrio. Las reseñas policiales aseguraron que se enfrentaron al Comando Nacional Antiextorsión y Secuestros (CONAS) de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). Según sus familiares, la historia era otra: tenían signos de tortura además de balazos.

Los parientes revelaron que, luego de secuestrarlos, los efectivos del CONAS llevaron a los muchachos a una casa donde los mantuvieron colgados de las manos y encapuchados. Todo se supo porque uno de ellos, Elinyer Panacual, de 27 años, logró escapar malherido y refugiarse en una casa del sector en donde contó lo ocurrido y murió. Explicó que en el hecho, a uno de los militares se le engatilló el arma con la que lo mataría y el disparo hirió al capitán Allen Escorihuela Gutiérrez

Las víctimas del suceso fueron, además de Panacual, Anderson Michel Aladejo Piñera, de 19 años; los hermanos Kervin Daniel y Randy Rafael Quilimaco Martínez, de 25 y 27, respectivamente; y Manuel Alexander Ramos González, de 32. Cuatro de ellos están entre los 18 y 29 años, el rango etario más afectado por la violencia policial.

Las víctimas de la letalidad policial pierden en promedio dos terceras de sus partes de sus vidas al ser asesinadas. Aunque la esperanza de vida en Venezuela, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE), es de 75 años, la edad promedio de los muertos por esta causa apenas alcanza a 25 años. Durante 2020 se le atribuye la muerte de ocho menores de edad a cuerpos de seguridad.

“Tuve que vivirlo para saber que matan a quienes son sanos”

Otro de los casos más emblemáticos de letalidad policial del año pasado fue la matanza de cinco hombres en el barrio El Limón, en la carretera vieja Caracas-La Guaira, a manos de las FAES. El hecho trascendió no solo porque se tratara de una masacre denunciada por los familiares, sino porque una de las víctimas, Wilmer José Yánez Caraballo , de 34 años, era escolta de la ministra de Asuntos Penitenciarios, Iris Varela. En el suceso también cayeron Andry Daniel González Narváez, de 31 años; Roger Blanco Narváez, de 24; Pedro Pablo Salcedo Herrera, de 33, y Arquímedes Ramón Martínez.

Solsiret Zorrilla, viuda de Yánez Caraballo, recordó que los funcionarios llegaron a su casa ese 11 de junio a las 3:00 am, y golpearon la puerta con fuerza para llevarse a su marido, a quien sacaron con el rostro envuelto en una toalla. La actitud fue tan violenta que les rogó calma, para que a su hijo de 7 años, con una cardiopatía congénita, no le afectara lo que sucedía alrededor. Pocos minutos después escuchó disparos a pocos metros de su casa, provenientes de un descampado en donde los jóvenes suelen jugar basquetbol. A pesar de los impactos, nunca creyó que a su esposo lo estaban matando porque los uniformados le aseguraron que lo llevarían a la sede de las FAES en Caricuao. Cinco horas después, confirmó la muerte de su pareja en el Hospital Periférico de Catia, donde halló su cadáver totalmente desnudo.  

El hecho sucedió en el segundo trimestre del año que fue, sin duda, el más violento de 2020. Durante abril, mayo y junio, los venezolanos se mantenían encerrados en sus casas por la cuarentena impuesta por Maduro. Pero los cuerpos policiales aprovecharon las circunstancias para ser más letales durante el confinamiento. En las semanas de cuarentena radical se registraron, en promedio, seis víctimas por semana mientras que en las semanas de flexibilización se registraron dos por semana. 

Solsiret Zorrilla, viuda de Yánez Caraballo, recordó que los funcionarios llegaron a su casa ese 11 de junio a las 3:00 am, y golpearon la puerta con fuerza para llevarse a su marido, a quien sacaron con el rostro envuelto en una toalla

“Yo jamás pensé que me pasaría esto. Yo nunca tuve un novio que fuera malandro y mi esposo no era malandro, a él le molestaban las cosas mal hechas. Jamás imaginé que me pasaría todo esto y menos de la manera como pasaron, porque estábamos durmiendo y llegó ese poco de personas (...)

"Yo siempre escuchaba a la gente decir en videos y eso que le mataron a un familiar y que era sano. Entonces, yo pensaba: 'a lo mejor no lo era. A lo mejor no era así '. Y la verdad es que tuve yo que vivirlo para saber que realmente es como mucha gente dice en la calle, que su familiar era sano. Mi esposo lo era, le gustaba ayudar a la gente”, indicó Zorrilla

“Yo jamás pensé que me pasaría esto. Yo nunca tuve un novio que fuera malandro y mi esposo no era malandro, a él le molestaban las cosas mal hechas. Jamás imaginé que me pasaría todo esto y menos la manera cómo pasó, porque estábamos durmiendo y llegó ese poco de personas (...) Yo siempre escuchaba a la gente decir, en videos, que le mataron a un familiar y que era sano. Entonces, yo pensaba: 'a lo mejor no lo era. A lo mejor no era así '. Y la verdad es que tuve yo que vivirlo para saber que realmente es como mucha gente dice en la calle, que su familiar era sano. Mi esposo lo era, le gustaba ayudar a la gente”, indicó Zorrilla.

El escolta y sus vecinos son parte de las 131 víctimas de la policía que se registraron en el municipio del Área Metropolitana de Caracas en donde hubo más homicidios de esta naturaleza: Libertador. En 2020, ocurrió 64 % de las muertes a manos de funcionarios de seguridad del Estado. En segundo lugar quedó Sucre, con 58 (28,4 %) caídos. 

Yánez Caraballo pertenecía a las Cuadrillas de Paz (Cupaz) –un movimiento conformado por miembros de colectivos gubernamentales, que ha sido denunciado como un grupo represivo- y en los meses de pandemia se había dedicado a controlar lo que pasaba dentro de la comunidad donde vivía . Se encargaba de supervisar que los transeúntes llevaran tapabocas en alcabalas improvisadas, coordinaba las “Bodegas móviles” y participaba en el consejo comunal del vecindario. “Siempre estaba metido en todo para buscar beneficios para la gente”, dijo la viuda. 

Los policías implicados fueron detenidos, pero se declararon inocentes y aseguraron que se trató de un enfrentamiento. El caso todavía no ha pasado a juicio.

“Esto ha sido horrible, cada día se me hace más difícil. Yo todavía no lo puedo creer. Yo quisiera que esto se me olvidara y pensar que todo lo soñé. Mi esposo era todo para mí ”, comentó la pareja de Yánez Caraballo.

Esta masacre de las FAES está incluida en las 95 ejecuciones que se registraron el año pasado en Caracas. Fue el cuerpo policial que más mató durante 2020 (47 % del total de crímenes de esta índole), como lo ha sido desde su creación en 2017. La mayor parte de estos casos (83) sucedieron en el primer semestre del año.

El CICPC fue la segunda fuerza de seguridad que más vidas cobró en 2020, con 68 víctimas (33 % del total). Este cuerpo fue el responsable de la muerte de José Manuel Hernández Chiquito, de 35 años, en el sector La Culebrilla de La Vega, en agosto del año pasado. Según sus familiares, era tatuador y había acudido a la zona a trabajar en la casa de un cliente. En medio de su labor, una comisión de la policía científica llegó a la vivienda donde estaba y lo mató tanto a él como al hombre que lo había contratado. Los uniformados, sin embargo, alegaron que fue un enfrentamiento. Pero Hernández Chiquito no estaba armado.

Hernández Chiquito fue asesinado en una vivienda, como sucedió en 62 casos. Ese fue el segundo lugar más frecuente de las muertes por violencia policial. El primero fue la vía pública, donde ocurrieron 132 de estos hechos, es decir, 6 de cada 10 asesinatos fueron en la calle en un año en el que los ciudadanos debieron permanecer encerrados en sus casas, por orden presidencial, para contrarrestar los efectos de la pandemia de COVID-19.

Otras manifestaciones de la violencia

Si bien los hombres jóvenes fueron las víctimas más frecuentes, las mujeres también formaron parte de las estadísticas: hubo una media de cuatro homicidios por mes. En total fueron 52 casos y en la mayoría se reportó que ya existían antecedentes de maltrato previos a sus asesinatos.

Así pasó con Carla Ríos Rodríguez, de 39 años, quien fue presuntamente asesinada por su expareja, Edward Chacón, el 31 de julio de 2020 en la avenida Baralt del centro de Caracas. Cuando se separaron, después de estar cinco años juntos, ella lo denunció por maltrato físico y psicológico. Aunque lo detuvieron, Chacón logró quedar en libertad con el pago de una multa y volvió a agredirla, hasta que pocas semanas después la mató con un arma de fuego.

El confinamiento tampoco pudo contener los homicidios por balas perdidas. En el municipio Libertador de Distrito Capital, durante 2020 hubo 14 casos, y se incrementaron 42,8 % con respecto a 2019. Allí, los proyectiles del CICPC acabaron con la vida de Isaac Mata, un adolescente de 14 años que volaba un papagayo en una de las calles del barrio Metropolitano de Coche, cuando arribó al sitio la comisión policial que comenzó a disparar mientras él corría. “Dijeron que era un criminal. El cadáver tiene marcas de que estuvo esposado”, señaló una tía del joven en la morgue de Bello Monte. Los menores de 18 años fueron el grupo etario más vulnerable a quedar en la línea de fuego.

En medio de los homicidios y femicidios, existe una población que se ve indirecta pero permanentemente afectado: los menores de edad. Monitor de Víctimas registró que 428 menores edad quedaron huérfanos de padre o madre en 2020 en Caracas.

Ese es el caso de los cuatro hijos de Wilmer Yánez Caraballo, de 36 años, uno de los escoltas de la exministra del Servicio Penitenciario, Iris Varela. A él lo mataron junto a otros cuatro hombres en un operativo de las FAES. Su hijo menor, de 7 años, sufre de una cardiopatía congénita.

El segundo móvil con más homicidios (93) fue el de robo, que abarcó a 15,4% del total de los casos. Casi 6 de cada 10 asesinatos por esta causa tuvieron lugar en el municipio de Libertador del Distrito Capital, donde el 13 de febrero del año pasado mataron a Ángel Acosta, de 26 años, cuando iba camino a su trabajo en el mercado de Quinta Crespo. En esa jurisdicción también apuñalaron mortalmente a Jesús Rafael Arias, de 65 años, justo cuando estaba frente a su residencia, a pocos metros de la sede principal del Ministerio Público, en la parroquia Candelaria.

Después de los robos, la tercera causa con mayor número de homicidios es la de ajustes de cuentas y venganzas. Entre los 70 casos registrados por Monitor de Víctimas el año pasado está el asesinato de Luisana Nazaret García, de 30 años, víctima de una banda del barrio Las Mayas. Luego de que presenciara cómo mataban a un muchacho, un grupo de 20 hombres la atacó y la dejó maniatada y con un disparo en la cabeza en el urbanismo Cacique Tiuna.